Fondo Segunda
·18 de diciembre de 2025
El Mirandés está atrapado en el carrusel

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·18 de diciembre de 2025

Hay equipos que construyen su temporada sobre certezas. Otros, en cambio, sobreviven entre dudas. El CD Mirandés pertenece, por ahora, a este segundo grupo. Un dato frío, casi quirúrgico, ayuda a entender por qué el conjunto jabato mira la clasificación desde abajo: no ha repetido alineación ni una sola vez en lo que va de LaLiga Hypermotion. Dieciocho jornadas, dieciocho onces distintos. Solo la UD Las Palmas comparte esta condición.
No es una estadística menor. En una categoría donde el equilibrio es frágil y cada punto cuesta sangre, sudor y oficio, la falta de continuidad se paga. Y el Mirandés lo está pagando caro.
La cifra habla por sí sola. Hasta 18 alineaciones diferentes ha utilizado el Mirandés en el arranque del campeonato. Cambios obligados por lesiones, sanciones y estados de forma, sí. Pero también decisiones tácticas, ajustes constantes y una búsqueda permanente de soluciones que todavía no han cuajado.
El fútbol necesita automatismos. Repetición. Confianza. Cuando cada jornada el once es un rompecabezas nuevo, los mecanismos defensivos se resienten, las sociedades ofensivas no terminan de aparecer y el equipo vive en un estado de provisionalidad permanente. El Mirandés no juega mal todos los partidos, pero rara vez juega con la sensación de saber exactamente quién es.
El Mirandés es, por filosofía, un club de tránsito. Una plantilla joven, con cesiones, con futbolistas que llegan para crecer… y, a veces, para marcharse antes de tiempo. Eso condiciona. Mucho. La rotación no siempre es una elección, a menudo es una obligación estructural.
Pero incluso dentro de ese modelo, la estabilidad suele ser un salvavidas. En otras temporadas, el conjunto jabato logró competir desde la claridad de roles. Hoy, esa claridad se diluye jornada tras jornada. El equipo cambia de piel cada fin de semana, como si aún no hubiera encontrado la suya definitiva.
No es casualidad que el Mirandés sea colista. Tampoco es el único factor, pero sí uno muy revelador. La falta de continuidad se traduce en errores evitables, en desconexiones puntuales y en una sensación de fragilidad que los rivales perciben.

Mientras otros equipos construyen desde una columna vertebral reconocible, el Mirandés sigue ajustando piezas. Y en Segunda División, el tiempo es un lujo que rara vez se concede. Cada jornada sin identidad clara pesa como una losa.
El hecho de que solo la UD Las Palmas comparta este registro no es anecdótico. Dos equipos, dos contextos muy distintos, pero una misma realidad: no repetir once. En el caso jabato, esa circunstancia parece tener una relación directa con su posición en la tabla.
No se trata de demonizar la rotación, sino de contextualizarla. Rotar sin perder esencia es una virtud. Rotar porque nada termina de funcionar, un síntoma de alarma.
La gran pregunta es si este dato es el origen del problema o la consecuencia. Probablemente, ambas cosas. El Mirandés necesita encontrar, cuanto antes, una base sobre la que construir. Un once tipo, aunque sea flexible. Un esqueleto reconocible que permita crecer desde la confianza.
Porque en esta categoría no siempre gana el más talentoso, sino el que antes se reconoce a sí mismo. El Mirandés aún está en ese proceso. El carrusel no puede durar eternamente. Y el reloj, como siempre en Segunda, corre más rápido de lo que parece.









































