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·8 de diciembre de 2025

El segundo empate del Sevilla es insatisfactorio, al menos en apariencia

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Un despeje fallido de Alexis Sánchez dentro del área acabó en el 1-1 tras el autogol anterior de Tárrega

El Sevilla Fútbol Club de Matías Almeyda volvió a empatar, algo que no hacía desde la cuarta jornada de esta Liga, cuando firmó unas tablas caseras contra el Elche. Sumar puntos cuando el objetivo es evitar el descenso a la Segunda División es fundamental, y por ello no se deben menospreciar esos puntos que también se agregan de uno en uno. Sin embargo, en esta ocasión, es cierto que los tres puntos parecían ya estar al alcance, por lo que la insatisfacción con la igualada final es, hasta cierto punto, lógica.

Los visitantes se habían adelantado ante el Valencia gracias a un autogol de Tárrega, tras una de las escasas pelotas que Akor Adams les devolvió a quienes visten igual que él. El Sevilla dejó escapar el botín completo en un balón que Alexis Sánchez no logró despejar en su área, por no darle un patadón, y acabó en la red de Vlachodimos tras el remate de Hugo Duro, casi a bocajarro.


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Éste es el momento para introducir el primer elemento de análisis en esta crónica del 1-1 del Sevilla en su visita a Mestalla. No es jugar al fútbol ficción si se apunta que, con un delantero centro medianamente digno, los hombres de Almeyda se habrían subido al avión de vuelta con los tres puntos. Falló un gol clarísimo en el minuto 18, cuando se escapó desde el centro del campo completamente en solitario, pero disparó a las nubes después de conducir la pelota cuesta arriba debido a su escasa técnica.

Lo hizo, por supuesto, a las nubes, y ni siquiera puede ser una excusa que el defensa ya se le estuviera echando encima, porque tenía una ventaja clarísima al inicio de la carrera, y no es un futbolista precisamente lento. Tuvo otra llegada casi igual de clara, pero ni siquiera la incluyo en la relación de ocasiones fallidas, porque le dio un pase a nadie. Y cuando digo «a nadie», es literalmente a nadie, ya que ni siquiera había un compañero cerca de la trayectoria del balón.

Corría el minuto 83, cuando el Valencia corría riesgos en busca del empate, y la ocasión se fue al limbo por la impericia del delantero sevillista. Más o menos fue igual durante el resto del encuentro. Oh, casualidad, la única vez casi que le devolvió la pelota al compañero de cara acabó en el cero a uno, tras un centro de Oso que Tárrega remató hacia la portería de Agirrezabala. Menos mal que el propio defensa lo hizo, pensarían la mayor parte de los sevillistas mientras celebraban el gol que ponía a los suyos por delante en el marcador.

Para ser justos, también la aportación de Alexis Sánchez merece un pequeño inciso, que no todo va a ser Akor Adams. El chileno salió para serenar el juego y estuvo sobre el césped apenas diez minutos, contabilizando el tiempo añadido. Tuvo una pérdida espantosa en una acción de ataque, pero, sobre todo, no fue capaz de despejar un balón que parecía suyo en la jugada que recuperó Ugrinic y que acabó en el remate del empate. Lo trata de controlar con el muslo y permite que se lo roben con facilidad en lugar de mandarlo a las nubes.

Dicho todo lo dicho, se empiezan a desgranar las cosas buenas que tuvo el equipo de Matías Almeyda en esta ocasión, que fueron muchas en Mestalla. El argentino optó por los tres centrales atrás, sin importar quiénes fueran, con tal de que Azpilicueta estuviera siempre entre ellos. Además, colocó en el medio al triángulo más sólido con el que se puede manejar a la espera de que Joan Jordán vuelva a recordar que era un futbolista de los buenos. Así que Mendy lideraba el terceto con Agoumé y Sow.

Trataba de enlazar Peque, quien debió marcar en un cabezazo en plancha que provocó una excelente parada de Agirrezabala (4’), y por las bandas iban José Ángel, tan irregular como casi siempre en sus acciones, y el debutante Oso, quien demostraba que tiene sitio en la Primera División cuando se le requiera.

El Sevilla fue un equipo muchísimo más sólido que en sus anteriores citas, incluida la que acabó con el triunfo frente al Osasuna, la única victoria que se recuerda últimamente en la escuadra de Almeyda. No dejó llegar a un Valencia tan cogido con alfileres como el propio equipo nervionense, y sólo en los últimos minutos llegó una oportunidad clara de Lucas Beltrán, en otra acción originada por la primera pérdida arriba de Alexis Sánchez, y el gol de Hugo Duro.

En el resto del litigio, el Sevilla supo defender a la perfección tanto con el balón como sin él. Mendy se incrustaba entre los centrales para permutar su posición con Gudelj, quien subía en las persecuciones a los delanteros al centro del campo. Agoumé y Sow apoyaban para retener el esférico, y Peque seguía demostrando que es el mejor elemento de este equipo cuando le cae el balón en sus pies. No es que fuera una escuadra con un nivel exquisito, algo que es prácticamente imposible con los futbolistas que militan en la actual plantilla nervionense y, encima, con tantas ausencias por lesión, pero sí fue bastante aseada.

Tanto que el triunfo estuvo muy cerca en Mestalla, y no llegó por la incapacidad absoluta para sacar rédito de una de las contras que tuvo, cuando los locales se fueron a tumba abierta en busca del empate, corriendo riesgos que debieron ser aprovechados por los sevillistas. Pero una cosa sí es importante: por muy insatisfactorio que parezca el empate, al llegar cuando estaban por encima en el marcador en el minuto 93, sumar es un verbo trascendente cuando se habla de equipos de mitad de la tabla hacia abajo. Y ese, quiérase o no, es el sitio del Sevilla de la contemporaneidad, así que un punto es un punto y ya son 17 en el casillero.

/DiarioSevilla

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