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·22 de febrero de 2025
El último baile de Gol
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·22 de febrero de 2025
Foto: RC Celta
El de anoche fue un partido más dentro de la historia del Celta. No se recordará por el fútbol desplegado, ni por una remontada épica, ni tan siquiera por otro escándalo arbitral. Fue otro día más en la oficina para Iago Aspas, que salió desde el banquillo para liquidar a Osasuna, logrando tres puntos importantes, que acercan la salvación y permiten a la afición soñar con Europa entre las reprimendas de los que tienen vértigo a conseguir algo más que una permanencia, sea honrosa o no.
Pero para un servidor no fue un partido más, sino que estuvo cargado de simbolismos. En primer lugar porque fue la despedida de la grada de gol, en la que he estado los tres últimos lustros tras una mudanza desde Río que fue una de las mejores decisiones que he tomado. Ahí vi al Celta ascender a Primera, sufrí como un perro en aquel partido ante el Espanyol en el que Natxo Insa nos salvó del descenso. Ví jugar a Nolito, a Orellana, y con el regreso de Aspas el tridente que no llevó a Europa.
¿Qué decir de Europa?. Desde allí vi al Celta ir pasando rondas hasta llegar a esa dramática eliminatoria ante el Manchester United, en la que entre Beauvue y Guidetti nos quedamos a las puertas de la que podría haber sido la primera final europea del Celta, que tendrá que seguir esperando. Desde allí también sufrí y me emocioné con la remontada de la Temporada 2018-19, otra vez con Aspas a la cabeza, y tuve que esperar más de un año y medio para volver por la pandemia.
Han sido años bonitos, como lo son todos siguiendo al Celta. Con alegrías, alguna pena, y mucho sufrimiento, tanto que hasta Sánchez Martínez nos quiso regalar un epílogo a la altura cuando se echó la mano al pinganillo antes de finalizar el partido, y tras unos segundos que parecieron eternos, acabó señalando el camino de los vestuarios.
La vieja grada de Gol, levantada en 1971, ya es historia. Más de cinco décadas la contemplan. He visto a gente muy emocionada en su último partido, gente que ha vivido una historia mucho más larga que la mía en esa grada, y para la que ya nada será igual. Habrá una grada mejor, seguro, pero hay cosas que ni una mejor arquitectura pueden mejorar.
Además, también a titulo personal, fue emocionante ver nuevamente sobre el campo a Álex López, uno de los jugadores más importantes de los últimos años, a quien vi debutar y crecer desde la grada de Gol. El ferrolano le entregó a Iago Aspas su noveno Manuel de Castro, un premio que ayudé a crear y del que me siento orgulloso. Así que no, no fue un partido más.