
La Galerna
·7 de octubre de 2025
Entrenadores del Real Madrid (XI): Encinas

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La dura posguerra afectaba sobremanera al Real Madrid, que vivía un momento complicado a nivel deportivo y pronto también en lo institucional a comienzos de 1943. El proyecto de Kinké agonizaba y el cuadro blanco deambulaba por los puestos de la promoción en el ecuador de la temporada 42-43. Fue entonces cuando se recurrió a un entrenador con enorme experiencia y prestigio en el fútbol español para salvar al equipo de un posible futuro en Segunda División: Moncho Encinas. El gallego cumplió con su primer objetivo, fue el técnico del mítico 11-1 al Barça en Copa y rozaría la conquista de un par de títulos.
Nacido en Pontevedra el 19 de mayo de 1893, fue futbolista en los años 10 y primeros 20. Actuaba como defensa y fue célebre por formar una acreditada pareja con Luis Otero. Las crónicas de la época hablan de Encinas como de un zaguero que era un coloso atrás, siempre correctísimo, inteligente, con mucha técnica y precisión. Militó siendo adolescente en el Pontevedra, junto a su hermano Victoriano, y luego hizo las Américas para probar en el fútbol uruguayo. A su regreso jugó en el Closvin vigués y el Eiriña pontevedrés para posteriormente dar el salto al Vigo Sporting y el Fortuna de Vigo. En 1920 estuvo cerca de acudir a los JJOO de Amberes'20. El gallego disputó varios encuentros de preparación con los probables y los posibles (varios junto a su fiel compañero Otero), pero finalmente no pudo asistir porque en la oficina donde estaba empleado en Vigo no le otorgaron el permiso para viajar tanto tiempo. Después, entre 1922 y 1924 se integró como profesional (pese al amateurismo legal y oficial) en el Barça, aunque sin llegar a jugar partidos oficiales. El último equipo con el que disputó algunos encuentros fue el RCD Español.
Moncho Encinas
Su paso del terreno de juego a los banquillos fue rápido y pronto se hizo un nombre muy conocido en el panorama nacional. Comenzó entrenando a distintos clubes catalanes como el Tárrega, Reus, Palafrugell y Figueres. Luego, estuvo tres campañas en el Sevilla, con el que conquistó dos Copas de Andalucía. A finales de los años 20 retornó a Galicia para dirigir al Celta y su primera experiencia en Primera División fue con el Alavés en la temporada 1931-32. Dos años antes, el seleccionador José María Mateos ya le había requerido para preparar a la selección. En verano de 1932, fichó de nuevo por el Sevilla, al que ascendió en 1934 y convirtió en campeón de Copa el curso siguiente. Su fama se acrecentó. El nuevo seleccionador Amadeo García Salazar le llamó para que volviese a tomar las riendas como preparador en el Mundial de Italia’34 y continuó en dicha labor durante la Guerra, llegando a ejercer como seleccionador en el partido contra Portugal en 1938 por un accidente automovilístico de García Salazar. Al reanudarse las competiciones tras el conflicto bélico nacional, el sagaz secretario técnico Luis Colina lo firmó para el Valencia. En el cuadro che hizo una magnífica labor, ganando una Copa y la Liga de la temporada 1941-42. Sin embargo, al concluir su contrato en verano decidió marcharse para evitar el desgaste en la entidad valencianista. Viajó a su tierra a descansar con el propósito de no ingresar en ningún otro club durante un tiempo.
El Real Madrid comenzó el curso 1942-43 con Kinké en el banquillo. El desempeño del equipo después de un buen comienzo cayó en picado a partir de la cuarta jornada de Liga. A Kinké se le agotó la paciencia en el mes de diciembre y presentó la dimisión de su cargo. Durante un partido bajó al banquillo desde la secretaría técnica Hernández Coronado, que ejerció de interino hasta el fichaje de Moncho Encinas en los últimos días del año 1942. Los éxitos con el Sevilla y Valencia eran una fantástica carta de presentación para su aterrizaje en el conjunto blanco. Encinas estaba considerado como un gran conocedor del deporte y del fútbol en particular, un entrenador sobrio, de gran capacidad, seriedad y trabajo.
El día 29 de diciembre a las nueve de la noche Encinas firmó en el cargo de entrenador blanco en presencia del presidente Santos Peralba, los directivos Ortiz de Zárate y Quintero, y de Hernández Coronado. Según publicó Marca su contrato era hasta 1944. El directivo Quintero habló sobre el nuevo técnico: “Ni Encinas ni nadie hace milagros; pero sabemos que, bajo su dirección, el equipo llevará el camino ascendente a que tiene derecho”. También lo hizo el gallego que a pregunta de cómo veía al equipo respondió que “no puedo decir nada en particular, puesto que no conozco la terna de sus jugadores. Mañana a las once empieza mi primer entrenamiento. Y hasta entonces no sabré ni con qué jugadores cuento, ya que muchos están fuera de Madrid, con permiso”. Además, y por la polémica y el disgusto que había en Coruña por su fichaje por el Real Madrid explicó que no fue al Deportivo de la Coruña unas fechas antes por uno asuntos personales. Por último, las palabras del presidente Santos Peralba, que respecto al porvenir del equipo blanco afirmó que el “Madrid será lo que debe ser. Tendremos equipo, y grande; pero esto no puede conseguirse de repente, sino piedra a piedra, que es como se fabrican los grandes edificios, si es que han de tener solidez”.
Encinas con Hernández Coronado
Como comentó Encinas, al día siguiente dirigió su primera sesión de entrenamiento en Chamartín. El titular de Marca fue: “Ha llegado el maestro y ha dado la primera lección a sus discípulos”. En la crónica sobre la sesión del conjunto madridista añadían que en una jornada fría Moncho “ha venido con mucho gas. Manda bien, enérgico, y no da la más mínima confianza. Observa, ordena, y da el ejemplo corriendo él el primero”. El entrenamiento consistió en dos vueltas al campo para entrar en calor, luego al semicírculo con Encinas dictando una lección de gimnasia y más tarde ejercicios con balón con centros, pases y regates. Encinas habló brevemente con el periodista de Marca al que advirtió que no le gusta “ni el café ni los bares”.
Encinas con el equipo
La primera vez que se sentó en el banquillo el técnico gallego fue en un partido amistoso contra el Ceuta el día 3 de enero en Chamartín. El encuentro sirvió de preparación antes de la reanudación de la Liga tras la Navidad. El día 10, el equipo madridista visitó Les Corts para medirse al F.C. Barcelona. En la previa, Encinas avisaba de que “una victoria sería el mejor comienzo de segunda vuelta para nosotros” y tras un partido vistoso y bien jugado de ambos equipos que empataron a cinco goles declaró que “así es como hay que jugar. No abandonando la confianza nunca y dando siempre el máximo rendimiento hasta el último minuto”. La primera victoria oficial llegó una semana más tarde en Chamartín con la visita del Deportivo de la Coruña. El delantero centro Alday fue clave con un triplete.
Un par de días después Marca publicó una entrevista con el gallego en la que daba la fórmula para un buen futuro: “Primero, levantar la moral, y después, ir al problema fundamental: la falta de juventud” porque el equipo necesita una vigorosa transfusión de sangre joven al haber muchos años en la plantilla. También se mostraba contento por la recuperación del equipo, aunque insistía “que no ha habido milagro ni resurrección, porque el Madrid no estaba muerto sino simplemente anestesiado”. Encinas, en sus semanas dirigiendo al equipo, había hecho hincapié en el apartado físico, que era bajo. Se mostraba confiado en la recuperación total del equipo e incidía que el triunfo ante el Depor correspondía también a los jugadores. Por último, elogió a la línea media, que “es la de rendimiento más regular en la actualidad” y el buen momento de la delantera con sus “actuaciones formidables” ante el Barça y el Depor.
Encinas con Nogués, técnico del Barça
Los madridistas encadenaron dos victorias más de forma consecutiva ante Real Zaragoza y Real Betis hasta que llegó la primera crisis de Encinas. Entre las jornadas 18 y 20 acumularon tres derrotas seguidas en las visitas a Castellón y el Metropolitano, y el choque en casa contra el Celta. El gallego no consideró justos algunos resultados, como contra los rojiblancos, y confiaba en que la suerte cambiase pronto. Las aguas volvieron a su cauce inmediatamente con otros tres triunfos, el último frente al Athletic en casa. Restaban tres jornadas para terminar la Liga y una derrota en Sevilla activó la señal de alarma. El equipo estaba solo dos puntos por encima de la promoción y recibía al Granada, que era uno de los rivales directos. En la primera media hora, los andaluces se adelantaron por dos goles y en Chamartín hubo muchos nervios hasta que antes del descanso igualaron Chus Alonso y Alday. Con el definitivo empate hubo desilusión general y mal humor, pero el equipo blanco consiguió depender de sí mismo en la última jornada para evitar la promoción. El partido era en Mestalla y Encinas en la previa estaba preocupado y sabía que no era una papeleta fácil. El duelo fue “ardientemente disputado”, según la crónica de Pueblo, y al descanso el marcador reflejaba un 3-1 para los locales. El Español también ganaba por claridad al Castellón y los blancos necesitaban puntuar. La reacción de casta y coraje de los madridistas en la segunda parte les permitió firmar tablas a tres goles y con ese punto eludieron una fase final de la promoción ante el Gijón o el Real Valladolid para mantener la categoría.
Partido contra el Valencia para evitar la promoción
Todavía quedaba la Copa, y aunque no había demasiado optimismo ni entusiasmo por disputar el torneo del KO, este dio grandes alegrías, pese a que faltó la guinda definitiva en la final. El equipo se reforzó con el delantero Pruden, la vuelta de Barinaga y el fichaje del defensa Corona, y en la primera ronda doblegaron con facilidad al Salamanca. En octavos frente al RCD Español hizo falta un desempate jugado en el Metropolitano, y en cuartos los madridistas resolvieron en la vuelta contra el Xerez. En semifinales el rival sería el Barça en una eliminatoria memorable. La ida fue para el cuadro culé por un claro 3-0. El público en Les Corts, con una gran agresividad, amedrentó a los madridistas en un partido duro y bronco. Luego, las crónicas en varios medios, algunos artículos incendiarios e informaciones malintencionadas calentaron el choque de vuelta. Se colgó el no hay billetes, se repartieron silbatos para que la grada pitase a los jugadores visitantes y se presionó ambientalmente a los azulgranas y los trencillas.
Encinas con la plantilla de Madrid y Barça en 1943
El Real Madrid salió en tromba, apabulló al Barça y, con un juego coral y eficiente, fue marcando un gol tras otro hasta un increíble 11-1. Barinaga hizo un póker y Pruden un triplete. Encinas comentó que “lo único que me importa es que nuestra victoria ha sido tan merecida como indiscutibles los tantos. Pero a esto hay que añadir otro dato inolvidable: el Barcelona sigue siendo, en mi opinión, un gran equipo”.
Las directivas pagarían todo lo acontecido en la eliminatoria con cambio total en ambas, entrando dirigentes nuevos. La final contra el Atlético de Bilbao en un Metropolitano encharcado debido al excesivo riego del césped acabó cayendo del lado bilbaíno. Los vascos vencieron por la mínima con un gol de Zarra en la prórroga y con un Lezama imperial. Moncho Encinas justificó el resultado por la “suerte. Y yo, en esta ocasión particularísima, he de insistir sobre lo mismo: el Atlético de Bilbao ha tenido suerte al lograr aquel tanto fugaz, único del encuentro. Respecto a mi equipo diré que ha habido fallos, más por precipitación que por otra cosa. Pero, además, no me puedo callar, porque ello sería injusto, que el Atlético de Bilbao ha tenido en su meta a un Lezama pletórico de aciertos”.
Final de Copa contra el Athletic. 1943
El equipo blanco dio el pistoletazo de salida a la nueva campaña 1943-44 a finales del mes de agosto. Como pidió Encinas, se realizaron fichajes para que entrase sangre nueva en la plantilla, entre los que se encontraban Bañón, Sauer, Cantero, Medrano, Tormo, Elías y Pablito. Entre las bajas consensuadas con la secretaría técnica figuraron Mardones, Tellado, Sanz y Sepúlveda. El entrenador gallego, diez días antes del inicio liguero, habló para Marca. En la entrevista declaró que “todavía es pronto para efectuar juicios y apreciaciones sobre la temporada que va a comenzar, pero la perspectiva es buena”. Había ilusión y esperanza para el nuevo curso después del buen torneo copero, pero pronto se comprobó que no sería una campaña de buena nota. No se sufrirían los agobios de la temporada anterior en Liga, pero tampoco se acabaría entre los primeros puestos. La irregularidad sería patente.
Fichajes campaña 1943-44
En los primeros tres partidos, los madridistas no conocieron la victoria, y en siete jornadas solo sumaron dos triunfos. En noviembre pareció haber un repunte con tres triunfos consecutivos, pero fue un espejismo. La baja médica de larga duración de Chus Alonso pasó una enorme factura. Al final de la primera vuelta, se perdieron de forma seguida tres partidos, dos en casa frente Atlético de Bilbao y Barça, y uno fuera contra el Valencia. Tampoco hubo demasiados brotes verdes en la segunda mitad del curso. No se consiguieron dos victorias consecutivas en ningún tramo y el tono del equipo fue muy gris. En una semana podían hacer un notable encuentro en casa para empatar o perder luego a domicilio con claridad. Se lograron triunfos de mérito en San Mamés o Les Corts cuando ya todo está decidido y los puntos solo servían para subir algún puesto en la tabla. Finalmente, los blancos terminaron en séptima posición, más cerca de la promoción que del título. Luego, la Copa, tampoco fue salvadora esta vez, y después de doblegar al Real Betis en la primera eliminatoria, se cayó de forma sorprendente con el Granada en octavos al perder en casa. La temporada echó el telón siendo nada fructífera en lo deportivo, pero ilusionante en lo institucional, con la llegada de Bernabéu a la presidencia y un futuro estadio en camino de construcción.
Encinas con Corona en un entrenamiento
El 28 de junio, anunció el diario Madrid que Moncho Encinas, cuyo contrato terminaba en unos días, había renovado su compromiso con el club blanco para la temporada siguiente. En esos días ya se concretaron algunas operaciones, como la vuelta de Clemente del Hércules y la salida de Marzá. A lo largo del verano también se produjeron los fichajes de Rafa, Elices, Berridi y Elzo, y durante el curso se incorporaron Vidal y el mexicano Borbolla, que no cuajó. En cuanto a las bajas se marcharon Alday, Tamargo, Belmar, Alsúa II y Medrano, y Sauto colgó las botas. El club iba mirando al detalle cada operación porque una gran parte del presupuesto iba a estar destinado a las obras del nuevo estadio y en lo deportivo la parte económica se iba a resentir. La pretemporada en julio comenzó bajo la batuta de Ipiña porque Encinas estaba ausente. Cuando volvió manifestó en Marca que “hasta que hayamos jugado tres o cuatro partidos nada podrá decirse. Los amistosos serán una serie de pruebas para apreciar las posibilidades de algunos nuevos elementos, de los cuales hay ya quienes figuran en el equipo”.
Encinas habla con Chus Alonso
Después de un curso muy desilusionante, pocos podían esperar una campaña tan brillante en las filas blancas. Pero había material, porque un equipo tipo formado por Bañón; Querejeta, Corona; Moleiro, Ipiña, Huete; Alsúa, Rafa, Barinaga, Chus Alonso y Elices/Vidal era una alineación de muchos quilates en el fútbol español. Aunque se estaba casi más pendiente del tema del estadio, comenzó la Liga y la primera jornada fue un jarro de agua fría para los merengues: abultada derrota por 4-0 en Oviedo. Encinas revolucionó el once y logró una victoria ante el Español y dos empates frente a Depor y Valencia. Otra derrota en Bilbao sacó de su letargo al equipo. En los siguiente seis encuentros hizo un buen fútbol, salió airoso de varios choques comprometidos y sumó doce puntos, con triunfos ante el Atlético Aviación y el Barça. Pese a un tropiezo poco esperado en Sabadell y otro choque perdido en Sarriá, el equipo llegó al final de la primera vuelta compartiendo liderato con azulgranas y bilbaínos.
Encinas en el banquillo blanco
Aquel curso la Federación tomó la decisión de empezar la Copa mientras se disputaba el Campeonato liguero y el Real Madrid jugó dos rondas entre diciembre y marzo. En la primera, apabullaron al Ceuta, pero en la segunda, y tras un desempate, dijo adiós ante el Sevilla. Solo quedaba la Liga para encauzar el curso y en la segunda vuelta mantuvo un gran rendimiento, llegando a alcanzar en un par de momentos el liderato. Logró diez triunfos en trece jornadas con tardes de gran fútbol ante el Oviedo, Depor, Atlético Aviación, Granada o Sabadell. Sin embargo, una de esas derrotas decidió el título. En la jornada 20 los blancos visitaron Les Corts en el partido decisivo para la Liga, unos días después de haber caído en la Copa. El Barça aventajaba en un punto a un Real Madrid desmoralizado por el KO copero.
Previa Barça-Madrid, 1945.
Encinas se encontró en la previa con dos importantes bajas después de las lesiones producidas de Chus Alonso y Clemente unos días antes. El equipo madridista los echó de menos y el encuentro no tuvo color, con el Barça superando en todas las líneas a su rival y goleando por 5-0. Para el técnico gallego fue “un gran partido del Barcelona, en el que no hemos tenido suerte. Se jugó un buen fútbol, y esta vez le ha tocado al Barcelona ganar”. Los tres puntos de ventaja que consiguieron tras aquella tarde fueron inalcanzables para las últimas jornadas. El cuadro blanco solo pudo descontar dos y terminó siendo subcampeón. Una de las mejores temporadas ligueras desde el fin de guerra, pero insuficiente para el título.
En junio, Ramón Encinas dejó la entidad blanca. En el diario Marca se publicaron las siguientes palabras del técnico: “Anoche comuniqué a Echániz, delegado del Madrid, la decisión de no continuar al frente del equipo. Dejo el club agradecido al trato caballeresco que de la junta directiva he recibido. A la disciplina de los jugadores, que no ha excluido una sincera corriente de afecto entre ellos y yo. Al público madrileño y a los periodistas, que habéis sabido perdonar mi mutismo cuando, cumpliendo con el deber, llegabais a mí en busca de información. Es posible que me vaya a Inglaterra para ver cómo trabajan y realizan los entrenamientos. Lo haré en días de permiso y cuando regrese, Dios dirá”.
Al técnico pontevedrés le llovieron las ofertas y aceptó la del Sevilla, en la que sería su segunda etapa en el club andaluz. Encinas volvió a hacer historia y en la siguiente temporada llevó a los hispalenses a su primer título de Liga. Luego, estuvo otra campaña más antes de poner rumbo a Inglaterra para aprender de las tácticas más modernas en la cuna del fútbol. En 1948, ayudó a Patricio Caicedo como entrenador del Sevilla, y después se pasó a la secretaríaa técnica del equipo andaluz hasta 1956.
Retirado en su tierra natal, solo volvió a Madrid para tratarse de una cruel enfermedad que acabó con su vida a los 74 años el 21 de marzo de 1967.
Fotografías: archivo Alberto Cosín
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