La Galerna
·16 de noviembre de 2025
Entrenadores del Real Madrid (XIII): Villalonga

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Primero fue un gurú de la preparación física y luego dio el salto al banquillo para dirigir en la parcela técnica. De profesión militar, se convirtió en uno de los entrenadores más importantes y laureados del fútbol español en el siglo XX con sus éxitos internacionales en el Real Madrid, más tarde en el Atlético de Madrid y por último en la selección española.
Nacido en Córdoba, el 4 de diciembre de 1919, fue un gran aficionado al fútbol desde pequeño y se enroló en el Córdoba entre 1939 y 1941, cuando figuraba en Segunda división. Pasó por la Academia Militar de Guadalajara y lo destinaron a Mahón, fue militante falangista y combatió en la Guerra Civil, recibiendo dos tiros en una pierna. Llegó al grado teniente coronel de Infantería del ejército y recibió multitud de condecoraciones. También hizo en Toledo el curso de profesor de educación física y en Madrid obtuvo el título de preparador de fútbol regional, organizado por la Federación Castellana. Se sacó el título de entrenador nacional en 1949, en el primer curso que creó la Federación Española, teniendo como compañeros a Ricardo Zamora, Scopelli, Ipiña y Quincoces. Fue entrenador de los atletas militares, a continuación, le nombraron profesor de la Escuela Castellana y después de la Nacional de Preparadores. En la selección española ejerció el cargo de preparador y de la parcela física primero de la mano del seleccionador Luis Iribarren y después con Ramón Melcón.

Villalonga con el seleccionador Melcón
Su aterrizaje en el Real Madrid se produjo en 1951 como entrenador en los equipos juveniles. Luego, cuando Ipiña firmó como técnico blanco, le subió al primer equipo. El vasco, que procedía del Real Valladolid, solicitó la incorporación de un maestro de la preparación física como Villalonga y el dúo tomó las riendas de la plantilla blanca en la temporada 1952-53. Cuando el de Ortuella fue sustituido al final de la campaña, se quedó como secretario técnico y mantuvo en su puesto a Villalonga, que pasó a ser preparador físico del nuevo entrenador Enrique Fernández. Su labor se notaba en el césped, siendo el Madrid muy superior en lo físico a sus rivales. El uruguayo Fernández en la temporada de su debut ganó la Liga e inició el siguiente curso de 1954-55. Sin embargo, una agria polémica con Ipiña tras un viaje a Lisboa en el mes de diciembre de 1954 le acabó costando el puesto y entonces la directiva madridista decidió que fuese Villalonga el que pasara a ejercer como entrenador. Se trataba de su primera experiencia en los banquillos y en todo un Real Madrid.

Su debut, todavía como interino por la suspensión de empleo y sueldo de Fernández, tuvo lugar el 12 de diciembre en un derbi contra el Atlético de Madrid. En la previa, el cordobés declaró en Marca que “estoy aquí por orden del club. La directiva me comunicó el viernes que me encargase de los concentrados”. Los madridistas en su feudo vencieron con un tanto de Atienza y el técnico reconoció a Pueblo que “se pasa mal rato. Mira, intranquilo por un resultado adverso en ningún momento; pero los nervios no se pueden evitar”. Tres días después se confirmó el despido de Fernández y el nombramiento oficial de Villalonga como técnico merengue hasta el 30 de junio. Le acompañaría como segundo el antiguo jugador Moleiro, que preparaba al equipo amateur y juvenil. La prensa afirmó en su momento que era una solución temporal porque el club blanco tendría resuelto de cara a la siguiente temporada el fichaje de Pedernera como entrenador.
Villalonga era reconocido como un profesional íntegro, intachable, capaz y que dejaba huella como profesor y persona. Su gran vocación y dedicación había otorgado al fútbol español un mayor cultivo profesional a la parcela física. En el cuadro blanco estaba innovando sistemas de preparación muy del estilo europeo para conseguir un fútbol más completo y vigoroso. También fue valorada su función en la formación de jóvenes jugadores. Mientras que en la parte táctica fue ampliando conocimientos y llegó a ser una parte fundamental de la Escuela Nacional de entrenadores. En sus primeros meses dirigiendo al primer equipo merengue perfeccionó el sistema de Fernández en un esquema bastante trabajado y que asimilaba la plantilla ya con automatismos. Su once titular lo formaban Alonso en portería, Navarro, Marquitos y Lesmes II en defensa, Muñoz y Zárraga en la media, Joseíto, Pérez Payá, Di Stéfano, Rial y Gento en el ataque. La defensa era sólida con el cambio de puesto de Marquitos del lateral al central, la media se compenetraba a las mil maravillas y arriba el fichaje de Rial supuso llegada y profundidad. Pronto comenzó su sociedad con Gento. Di Stéfano ejercía de líder y sobresalía por encima del resto.

El cambio en el banquillo no afectó al equipo que fue un rodillo en la Liga. Ya era líder cuando se despidió a Fernández y no bajó del primer puesto el resto de la competición. A falta de diez jornadas se luchaba codo a codo con el Barça, pero los culés cayeron y fue el Athletic el que puso en algún aprieto a los blancos. Sin embargo, la velocidad crucero de los madridistas empezó a poner distancia también a los vascos. En la segunda vuelta solo se perdió en La Rosaleda y San Mamés, y se cantó el alirón en la penúltima jornada en el Metropolitano con récord de puntos. En la previa Villalonga avisaba que “los Madrid-Atlético resultan difíciles y saldremos a ganar, como en todos. Creo que tenemos posibilidades, pero para ellos sería un gran broche ganar al futuro campeón”. El choque fue muy disputado y se lo llevó el Real Madrid por 2-4 tras ir ganando 0-3 y 1-4. Di Stéfano volvió a liderar al equipo con dos tantos y Juanito Alonso certificó ser el portero menos goleado. Villalonga conseguía así su primera Liga y se mostraba “muy contento porque siempre es bonito ganar un título en campo contrario”. Hizo balance de su experiencia aseverando que “el Madrid hizo este año el mejor fútbol de España. Cogí el equipo en un momento de gran responsabilidad, pero estoy muy satisfecho”.

Alirón Liga 1955 en el Metropolitano

Liga 1954-55
Con el subidón por revalidar la Liga, algo que no sucedía desde antes de la guerra, los madridistas, tras las celebraciones, volvieron a ponerse en modo competición porque restaban por jugarse la Copa y la Copa Latina. En la primera, el rendimiento estuvo muy por debajo de lo esperado al caer en semifinales de forma clara y muy contundente con el Sevilla por un global de 8-1. Di Stéfano no podía participar por ser extranjero y era una baja capital. A finales del mes de junio el equipo viajó a Paris para disputar la Copa Latina, que se había suspendido un año antes por el Mundial. En el torneo participaban, además de los blancos, el campeón portugués, el Os Belenenses, el francés, el Stade de Reims y el italiano, el AC Milan.
De profesión militar, Villalonga se convirtió en uno de los entrenadores más importantes y laureados del fútbol español en el siglo XX con sus éxitos internacionales en el Real Madrid, más tarde en el Atlético de Madrid y por último en la selección española
El técnico cordobés, antes de tomar el avión a la capital francesa, declaró que “creo que quedaremos bien, y entiendo por quedar bien, ganar”. El sorteo deparó como rival el Os Belenenses, que contó con mucho apoyo en las gradas y también con intervenciones arbitrales a favor. Oliva cuajó un sensacional partido secando a la estrella rival Matateu, y el conjunto madridista venció por 2-0 con un trallazo de Zárraga desde la larga distancia y una diana de Pérez Payá. En la otra semifinal, el Stade Reims ganó al AC Milan de Nordahl, Liedholm y Schiaffino y se citó con los blancos en la final. Los franceses tenían todo a su favor en su país y contaban con un equipo formidable guiado por Kopa. En 1953 habían conquistado el trofeo y se veían con importantes opciones de llevárselo de nuevo. Villalonga había presenciado en directo la otra semifinal y en un principio pensó en poner a Marquitos (que lo conocía de un España-Francia) con Kopa, pero finalmente el detalle táctico de ordenar a Zárraga el marcaje de la estrella francesa resultó determinante. Lo anuló y ahí empezó a ganar el duelo el Real Madrid. Luego, fue Rial el ejecutor con dos dianas. El equipo blanco se marchó ovacionado del Parque de los Príncipes, brillando Di Stéfano por su omnipresencia, Gento por sus carreras, Juanito Alonso por varias paradas fundamentales, Rial por sus pases y Molowny por su regate. Villalonga manifestó que se ganó porque “hemos sido mejores. El partido fue formidable y tuvo una gran calidad. Nosotros hemos jugado con mayor rapidez y sin dejar al Reims hacer su juego. Yo no tengo ningún mérito. Los que han ganado son los jugadores”. El recibimiento en la capital fue apoteósico y el equipo cerró el curso con un formidable doblete.

Copa Latina de 1955
El equipo blanco retomó sus entrenamientos de cara al curso 1955-56 el 11 de agosto. Villalonga había extendido su contrato por dos campañas más, y como fichajes se incorporaron el arquero Berasaluce y los jóvenes Rubio y Cela, entre otros. En el boletín oficial del club el técnico cordobés avisaba que “nuestra campaña va a ser más difícil que ninguna porque jamás fue mayor el deseo de vencer a nuestro equipo”. En pretemporada los madridistas golearon 6-12 al Córdoba en la inauguración de El Arcángel y también apabullaron a la UD San Lorenzo y el Real Murcia.

El gran objetivo de la temporada era hacer un buen papel en la recién creada Copa de Europa, en cuya obra aportaron su granito de arena Bernabéu y Saporta. Eso repercutió en la Liga, donde del equipo se dejó ir en varios tramos del campeonato y se quedó lejos de conquistarlo por tercera vez consecutiva. El Athletic Club y el Barça dieron un salto de calidad y la competición se igualó. Villalonga tuvo un once tipo muy parecido al del año anterior, aunque introdujo las novedades de Atienza por Navarro y Marsal por Pérez Payá. El Real Madrid empezó torcido el campeonato, con cuatro derrotas en total en las ocho primeras jornadas. De poco sirvió ganar en el Santiago Bernabéu a Athletic Club, Atlético de Madrid y Barça porque a mitad de Liga el equipo navegaba por el tercer puesto a seis puntos de los bilbaínos. En la segunda vuelta, los pupilos de Villalonga se entonaron realizando goleadas en el coliseo de Chamartín, como los ocho goles al Celta, los siete a Español y Murcia o los seis a Las Palmas, pero a domicilio se dejaron los dos puntos en San Mamés, el Metropolitano y Les Corts. Total, que el Madrid no subió puestos en la tabla y terminó tercero a diez puntos del Athletic y nueve del Barça. Di Stéfano tiró del equipo con sus goles, siendo el máximo realizador liguero con 24 dianas que no fueron suficientes para el título.

Villalonga con Saporta
La Copa de Europa ilusionaba a club, técnicos, jugadores y afición, y se disputó a la par que la Liga. Los viajes y desplazamientos por el continente también influyeron en el devenir liguero, donde la plantilla se quedó algo corta en ciertos momentos. El inicio histórico por la nueva competición tuvo como escenario Ginebra. En octavos el Real Madrid se midió el Servette y la expedición blanca aprovechó el viaje para visitar en Lausana a don Juan de Borbón y su hijo Juan Carlos, que pasaban unos días en la residencia de la reina Victoria Eugenia. Un encuentro que no gustó al Régimen franquista y la prensa silenció. En lo que se refiere al partido, los suizos no fueron rival y se les venció por 0-2. Villalonga no disimuló su alegría: “Se cumplió el pronóstico, pero trabajo ha costado. No ha sido fácil porque nunca puede serlo actuar contra un equipo que emplea un cerrojo tan cerrado”. La vuelta se disputó un mes después en Madrid y el triunfo fue rotundo por 5-0, con un gran papel de la delantera.

Real Madrid en la previa del debut en Copa de Europa frente al Servette
En cuartos de final el contrincante subía de nivel: el Partizán yugoslavo. Los balcánicos contaban con un bloque sólido, con un estilo de juego de fútbol trenzado y preciso, y con jugadores de extraordinaria calidad, como Zebec, Milutinovic y Bobek y, en palabras del entrenador cordobés, era un equipo que “dominan el balón, son muy rápidos y con una gran contextura atlética. Y tiran fuerte a puerta”. La ida se jugó en el Santiago Bernabéu el día de Navidad de 1955 y tuvo como estrella al joven Castaño, que hizo dos goles. Los otros fueron de Gento y Di Stéfano, que daban tranquilidad para viajar a Belgrado a finales de enero de 1956. Tras el triunfo, L’Equipe otorgó el papel de favorito para ganar la Copa de Europa a los blancos. Sin embargo, los madridistas sufrieron de lo lindo para no caer en el terreno nevado del Jugoslavenska Narodna Armija. En el encuentro varias desgracias lo complicaron todo. La primera, el césped helado que favoreció a los locales que no se caían; la segunda, la lesión de Becerril, que jugó con una fractura en el tobillo; y la tercera, que Juanito Alonso también andaba tocado. Al descanso, el Partizán ganaba por 2-0 y los postes y las paradas de Alonso salvaron a los blancos. A poco del final, Milutinovic hizo el tercero y ahí se paró la cuenta. El Real Madrid respiró y pasó a la siguiente ronda con Villalonga manifestando que “al equipo no se le puede pedir más porque sobre este terreno es imposible desenvolverse bien y hacer un juego eficaz”.

Villalonga en el Bernabéu en 1956
En semifinales se vieron las caras con el AC Milan, que había jugado la Copa Latina la campaña previa. Un equipo, el rossoneri, que con la táctica defensiva empleada por el técnico Puricelli no puso las cosas sencillas en el Bernabéu, pese a terminar cayendo por 4-2, con goles del todo frente de ataque (Rial, Joseíto, Roque Olsen y Di Stéfano) menos Gento. El entrenador cordobés después del partido dijo que “hemos merecido marcar un gol más. La barrera en defensa de seis hombres no era fácil de desbordar y si se ha logrado ha sido por velocidad”. En San Siro, el extremo Joseíto dio calma con su gol y pese a que el Milan remontó con dos penaltis transformados por Dal Monte la clasificación no estuvo en peligro.
La gran final de la primera edición de la Copa de Europa de clubes en el Parque de los Príncipes la iban a jugar contra el Stade de Reims. Un recuerdo calcado al de la Copa Latina de 1955. Los equipos se conocían y Villalonga planteó un encuentro de tú a tú con similitudes al de hacía un año. Zárraga vigilante de Kopa, un estilo de juego enérgico y lleno de vitalidad, con un ataque veloz, ágil en las combinaciones y comandado por Di Stéfano. El Real Madrid tenía que ganar para participar al año siguiente, ya que el vencedor iba a ser invitado según anunció el Comité Ejecutivo de la UEFA. El Stade de Reims salió en tromba y en diez minutos ganaba por dos tantos. Fue cuando Di Stéfano se echó el equipo a las espaldas y los blancos empataron con un tanto suyo. Hidalgo recuperó la ventaja de los franceses y Marquitos, en un ataque de coraje subiendo al ataque, hizo la igualada. A falta de diez minutos, tras una internada de Gento por la izquierda, Rial dio el título al Real Madrid. La prensa europea y la francesa se rindió ante los madridistas y Villalonga afirmó que “el mejor mérito del Madrid es haber remontado ese 2-0. Entonces pensé que se me escapaba la Copa, pero el temor duró poco, porque mis muchachos han demostrado durante los noventa minutos que venían a vencer con las mejores armas del entusiasmo y la conjunción de fuerzas”.

La primera Copa de Europa en París
A la vuelta de conquistar la Copa de Europa restaba por disputarse la vuelta de semifinales de la Copa. Anteriormente los blancos habían eliminado sin muchos problemas a la Real Sociedad en octavos y al Real Valladolid en cuartos. En la ida de semifinales, en casa, el Athletic había sacado un gran empate a dos. En San Mamés los de Villalonga debían de vencer para acceder a la final, pero al igual que pasó en Liga se encontraron con un tropiezo. El Athletic había sido el mejor equipo en competiciones nacionales y lo volvió a demostrar. Con 3-0, Pérez Payá y Marsal maquillaron el resultado con el que concluyó la participación copera para los merengues. En el mes de julio de 1956, para concluir la campaña, de nuevo el conjunto blanco viajó a Caracas con el fin de disputar la Pequeña Copa del Mundo. Y, tal y como sucedió en 1952, volvió a levantar el trofeo. Sus rivales fueron el Vasco da Gama, la Roma y el Porto y, salvo una derrota en el segundo partido ante los giallorossi en un choque con bastantes marrullerías, se mostraron superiores casi siempre en el resto de enfrentamientos. La confirmación del título se produjo en la última jornada, al empatar con el Vasco da Gama gracias a dos tantos de Rial.

La plantilla madridista tras volver de Sudamérica estuvo un mes de vacaciones y regresó a los entrenamientos de cara al curso 1956-57 el 23 de agosto. El principal fichaje fue Raymond Kopa, el delantero francés que tanta preocupación creaba en el equipo cuando se medían al Stade de Reims. Los blancos pagaron por él ocho millones de pesetas y en España se abrió el mercado para extranjeros. Además, también se incorporaron Antonio Ruiz y Juan Santisteban. Como solía ser habitual, Villalonga habló en la revista oficial del club respecto al nuevo curso: “Para esta temporada el Real Madrid puede aspirar a todo en los dos torneos nacionales. El éxito logrado en el ámbito internacional nos compromete aún más, aparte la natural exigencia que el propio prestigio de la Sociedad plantea al equipo cada temporada. El Real Madrid, como sociedad, tiene un señorío, una clase, difíciles de expresar, pero se respiran como una atmósfera; e indiscutiblemente, por encima de la peripecia del marcador y de las matemáticas de las clasificaciones, ese estilo trasciende al equipo y capta a los jugadores, manifestándose en el propio juego”. Para Marca también tuvo unas palabras en las que destacaba que “tendremos que sudar mucho para conseguir una campaña como la pasada, porque, en primer lugar, los equipos afinan más cada año, y, en segundo término, porque precisamente por ser ahora recientes campeones de Europa y de la Copa del Mundo, todos querrán contar con una victoria sobre nosotros”.

Inicio de la temporada 1956-57
Aquella temporada fue la mejor de la historia del club hasta ese momento con tres títulos: Liga, Copa Latina y Copa de Europa. Villalonga reubicó a Kopa en el extremo derecho para hacerle compatible con Di Stéfano, y entre Joseíto y Mateos suplieron a Rial, que sufrió una grave lesión a principio del curso. El equipo funcionó como un reloj y los refuerzos aumentaban el techo del conjunto, que ya era muy alto de por sí. La columna vertebral se mantenía en un once tipo que contaba con Alonso, Atienza, Marquitos, Lesmes II, Santisteban, Zárraga, Kopa, Joseíto, Di Stéfano, Mateos y Gento. En la competición doméstica el dominio merengue fue aplastante. Aunque el inicio fue algo dubitativo, con una sola victoria en cuatro jornadas, el equipo se entonó y comenzó una racha de triunfos que le auparon al liderato. Solo se dejó los dos puntos en Les Corts antes de encadenar otras seis victorias y un empate. En la segunda vuelta fue aumentando la distancia con sus perseguidores, Sevilla y Barcelona, pese a los tropiezos en San Mamés, Atocha o el derbi capitalino. Di Stéfano era el mejor jugador del planeta y lo constataba también como un consumado goleador. Aquel curso se erigió Pichichi con 31 dianas. En la penúltima jornada, al vencer por 1-2 al Real Zaragoza en Torrero, los merengues conquistaron la quinta Liga de su historia tras ser el equipo más goleador y el que menos tantos recibió. Cinco fueron los puntos de distancia frente a sevillistas y culés en la tabla. El entrenador andaluz habló para la prensa mientras el vestuario se llenaba de abrazos y jolgorio: “El Madrid jugó hoy la clase de partido que le convenía. Había que pensarlo todo. El resultado es justo. Nosotros tuvimos más suerte en los tiros y marcamos dos goles”.

Alirón de Liga 1956-57 en Torrero
La segunda edición de la Copa de Europa también terminó de color blanco. Antes de iniciar la competición, Villalonga comentó que “espero muchas y muy duras batallas. Porque vamos a salir con el hándicap de que todos los equipos van a querer ganarle al primer campeón de Europa”. El primer rival en octavos de final fue el duro Rapid de Viena. En la ida, en el Santiago Bernabéu, los austriacos demostraron su nivel en un choque reñido que terminó en triunfo local por 4-2. La vuelta, en el Prater, fue uno de los escenarios donde más sufrió aquel glorioso Real Madrid de finales de los 50. El Rapid de Max Merkel, que contaba en sus filas con internacionales como Happel, Hanappi, Dienst o los hermanos Körner, al finalizar la primera parte tenía la eliminatoria a su favor con un 3-0. En el descanso se produjo la famosa ‘santiaguina’ de Bernabéu al plantel y en la segunda mitad, con Oliva lesionado, Di Stéfano igualó la contienda. Luego, Villalonga explicó que “el juego adversario no fue solo duro, sino violento y peligrosísimo en muchas ocasiones, sin que el árbitro haya querido nunca enterarse de ello. Otro de los factores que hemos tenido en contra ha sido la temperatura a la que nuestros muchachos no están acostumbrados La inferioridad numérica desconcertó a todos mis jugadores”. Se debió disputar un desempate con el Bernabéu como sede y Joseíto y Kopa dieron el pase a los blancos. En cuartos, ante el Niza, el Real Madrid no sufrió en demasía. Los dos choques se resolvieron con triunfo madridista por 3-0 en casa y 2-3 en la Costa Azul.

Villalonga en el banquillo
En semifinales, el rival era de tronío, el Manchester United. Los ingleses participaban por primera vez en la competición con un equipo de altura, el de los ‘Busby Babes’. Los aficionados en la capital no se veían favoritos y el técnico Busby afirmó que eran “un poco mejores que el Madrid”. Por su parte, Villalonga fue cauto: “La eliminatoria es muy difícil… para los dos contendientes” y añadió que “la seguridad de ganar la eliminatoria de que hacen gala en sus declaraciones los del Manchester ha servido a mis jugadores de estímulo y acicate”. En el Bernabéu, y sin goles en la primera parte, acabó venciendo el cuadro blanco con 3-1. Rial, que volvió tras su importante lesión, abrió el marcador y cuajó una gran actuación. En la previa de la vuelta de Old Trafford, según contó Antonio Valencia de Marca, el técnico cordobés advirtió que no estaba dispuesto a permitir un riego artificial excesivo del césped para que el terreno de juego estuviera húmedo y pesado, ya que el sol que brillaba en Manchester desde hacía días. Los red devils esperaban una remontada, pero se toparon con una actuación sobria del Real Madrid y solo lograron el empate al igualar un 0-2 tras las dianas de Kopa y Rial. El Real Madrid volvía a la final y Villalonga manifestó que “hoy se debió ganar. El Madrid ha hecho un partido completo, como lo demuestra el dos a cero conseguido en el primer tiempo. Observen que hasta cinco minutos antes del final, estuvimos ganando por 2-1. El Manchester puso mucho entusiasmo y voluntad”.

Villalonga en el Bernabéu
El partido por el título en el Santiago Bernabéu con la Fiorentina como rival iba a tener a decenas de miles de espectadores merengues en las gradas. A Villalonga no le gustaba el favoritismo blanco porque “es peligroso el ambiente de confianza que se ha creado”. Además, opinaba que la final iba a ser “muy difícil” y que esperaba a un adversario “campeón de Italia y allí se juega mucho y bien al fútbol. Es un conjunto muy acoplado, con gente joven, rápida, que sabe defender y no descuidará las ocasiones para intentar ganar”. La Fiore efectivamente demostró ser un conjunto correoso, rápido, duro y con una defensa sólida. Un penalti en la segunda mitad transformado por Di Stéfano y una cabalgada de Gento terminaron con la resistencia viola. El Real Madrid levantaba la segunda Copa de Europa y Villalonga eufórico comentaba que “parece ser que la Copa de Europa nos ha tomado cariño. Ha sido una gran final; la Fiorentina es un excelente equipo. Hemos tropezado con más dificultades que para eliminar al Manchester”.

Segunda Copa de Europa en Madrid
En las Copas de España y Latina hubo sentimientos y resultados contrapuestos. El torneo del KO había dejado de ser una competición fetiche para los madridistas, como ocurrió en otras épocas anteriores. El techo fueron los cuartos de final tras apear a Las Palmas. En esa ronda el Barça se sacó la espinita liguera y con un aplastante 6-1 en Les Corts eliminó al conjunto blanco. Mientras que la Copa Latina volvió a dejar gratos recuerdos del torneo. Esta vez se celebró en casa con Milan, Saint-Étienne y Benfica como participantes. El cuadro merengue llegaba enrabietado por perder el Torneo de París ante Vasco de Gama y Stade de Reims y sacó lo mejor. En semifinales, el 20 de junio, avasallaron al Milan por 5-1 con un triplete de Gento. En la final, tres días después, un solitario de Di Stéfano daba la victoria y el trofeo. Villalonga, con unas anginas complicadas por una nefritis, dejó su puesto en el banquillo a Moleiro.

Copa Latina de 1957
El técnico cordobés finalizaba contrato el 30 de junio y había distintos rumores sobre su futuro. En el diario Arriba se publicó el día 3 de junio que renovaba por un año más y que incluso había firmado el contrato. Sin embargo, un día después saltaba la noticia bomba de que el entrenador no seguiría en el club blanco en las páginas de Pueblo. La razón fue la disparidad de opiniones entre el andaluz y la entidad merengue respecto a sus funciones como preparador. Villalonga, desde su domicilio descansando de la fuerte nefritis que sufría, alegaba que él “ha sido responsable de todo desde 1954, y así quería continuar”. Pero el club, de boca de Antonio Calderón e Ipiña, quería que las concentraciones, los desplazamientos, los fichajes, las multas, las tácticas y las alineaciones pasase a la jurisdicción del delegado de fútbol. Villalonga les propuso varias contraofertas que fueron aceptadas. El cordobés dejó el club agradecido sin ningún rencor ni amargura.

Su carrera continuó exitosa por el Atlético de Madrid, con el que ganó dos Copas y una Recopa, y más tarde en la selección, conquistando la histórica Eurocopa de Naciones de 1964.
Cuando ejercía el cargo de director de la Escuela Nacional de Preparadores de Fútbol fue víctima de un infarto de miocardio en julio de 1973. Estuvo hospitalizado varias semanas en el Hospital Gómez Ulla hasta que falleció el 7 de agosto a la edad de 53 años.
Fotografías: archivo de Alberto Cosín
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