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Antes del 3-0 sobre Platense, el hincha de Independiente dejó en claro, una vez más, que el malestar sigue latente. Apenas se anunciaron los nombres de los jugadores por los altoparlantes, la mayoría fue silbada sin piedad, con la excepción de los pibes surgidos del club, quienes recibieron aplausos aislados. La escena se repitió durante el saludo protocolar y también al cierre del primer tiempo, cuando el Rojo se iba al descanso ganando 1-0.

Pero la postal más fuerte de la noche la protagonizaron algunos hinchas que arrojaron bolsas con alimento balanceado para perros desde las tribunas, repitiendo un hecho que no se veía desde el Clausura 2008, en aquel recordado partido ante San Lorenzo en la cancha de Huracán. Una señal de protesta que busca exponer la sensación de que "estos jugadores no están a la altura del escudo".

El repudio, sin embargo, no se limitó al plantel. Los dirigentes también fueron duramente insultados, encabezados por el secretario general Daniel Seoane, quien se llevó la mayor parte de los cánticos y agravios.

La goleada final apaciguó apenas el ambiente y permitió algo de alivio en las tribunas, pero el mensaje del hincha fue contundente: la paciencia se agotó. Ni siquiera un triunfo cómodo borra el fastidio de un público que siente que, más allá del resultado, la crisis deportiva e institucional de Independiente sigue sin encontrar salida.