
La Galerna
·31 de julio de 2025
Fichajes de verano: Pachín

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Un día como ayer, 30 de julio de 1959, el Real Madrid selló en Pamplona de la mano de Pepe Samitier el refuerzo de Pachín para el cuadro blanco. El jugador cántabro se incorporaba al equipo campeón de Europa gracias a Alfredo di Stéfano, que lo “fichó” meses antes en el mismo césped del campo de San Juan tras un partido entre el CA Osasuna y el Real Madrid.
Nacido el 28 de diciembre de 1938 en Torrelavega (Cantabria), su nombre era Enrique Pérez Díaz. El sobrenombre de Pachín lo llevaba por su abuelo asturiano y los hermanos de este. Con 15 años empezó a jugar al fútbol en el Besaya, un club que fundó junto a unos amigos. Más tarde se marchó al Tintorro, un equipo de una marca de vinos que les pagaba todo, y de allí al juvenil del Sniace de Torrelavega. Solo un año después firmó por la Gimnástica de Torrelavega, que lo cedió de nuevo al Sniace durante una campaña. Su otro equipo antes de llegar al Osasuna fue el Burgos en la temporada 1957-58.
El cántabro era un jugador de fuerte personalidad, muy polivalente y versátil. Ocupó todos los puestos de la defensa, principalmente como lateral en los dos costados, pero también en alguna ocasión el de central o el de líbero al final de su carrera. Además, también jugó como media, aunque tenía alma de zaguero. Su principal virtud fue el marcaje, gracias a su rapidez, fuerza física, eficacia y contundencia para marcar territorio. Poseía una importante punta de velocidad, oficio, combatividad y valentía. En su época, todavía no se subía mucho al ataque por el carril y se dedicaba fundamentalmente a labores defensivas.
El 25 de enero de 1959, el equipo madridista visita al CA Osasuna en la jornada 19 de Liga. Los blancos se encontraban en segunda posición buscando dar caza al líder, el FC Barcelona. El cuadro rojillo era complicado en su terreno de juego de San Juan por su fútbol correoso y plagado de energía e intensidad. Pronto lo comprobó Alfredo di Stéfano en sus carnes, cuando se vio cara a cara con el medio Pachín. El de Torrelavega empezó marcando a Puskas, al que el día anterior había visto en el conocido bar de la capital navarra ‘El Burgalés’, tildándole de “gordito” y avisando que “mañana no la toca”. Sin embargo, en la primera parte sufrió mucho persiguiendo a Pancho y al descanso le pidió a su técnico Sabino Barinaga, antiguo jugador madridista, cambiar de pareja de baile y seguir a Di Stéfano. Fue entonces cuando comenzó a acosar y apretar de lo lindo a la ‘Saeta Rubia’ cada vez que recibía el balón, y este desempeño cautivó al nueve merengue. Di Stéfano ya no hizo mucho más ese día y al final del encuentro se dirigió a Pachín: “Tú, chaval, ¿quieres jugar en el Real Madrid?”. La respuesta del rojillo fue clara y contundente: “Sí, claro”. “Bueno, pronto tendrás noticias nuestras”, le espetó el madridista antes de dar por terminada la conversación. El conjunto de Carniglia acabó ganando el partido por 1-2 y el torrelaveguense fue destacado en alguna crónica al día siguiente como en la Hoja Oficial del Lunes que catalogó su actuación así: “Pachín, vestido de veterano, aunque sea casi un debutante”.
En el mes de julio, y como prometió Alfredo di Stéfan,o el Real Madrid se puso manos a la obra con el fichaje. La ‘Saeta Rubia’ había hablado de Pachín con Manolo Meana, que era el jefe de la Ciudad Deportiva y también seleccionador sub21. El asturiano lo conocía a la perfección de las categorías inferiores de la selección, y también dio su aprobación a la incorporación. Osasuna sabía que era complicada la labor de quedarse con el cántabro una temporada más y se abrió a entablar negociaciones con los madridistas. Como en casi toda negociación, la primera oferta blanca fue rechazada. Pepe Samitier, adjunto al secretario técnico Emil Osterreicher, realizó un primer intento ofreciendo algo más de un millón de pesetas y la cesión de dos jugadores: Montejano y el charrúa Héctor Ramos.
Dos semanas después el ‘Mago’ volvió a la carga y viajó a Pamplona para negociar in situ con los directivos navarros. En la prensa se publicó que un dirigente de Osasuna había filtrado que el Real Betis también estaba interesado en el jugador, y que incluso su oferta era superior en cuantía de millones a la del Real Madrid. Por ello, Samitier tenía la orden de volver con el fichaje del cántabro y no demorar más la operación para que el precio no subiese. Así lo hizo, y el día 29 se cerró el traspaso que finalmente solo tendría un componente económico y sin jugadores de por medio. El coste total ascendió a 1.800.000 pesetas. El contrato con el que quedó ligado Pachín al Real Madrid era de cinco años, y su sueldo sería progresivo. El primer año percibiría 150.000 pesetas, y cada temporada subiría 50.000 más hasta las 350.000 que cobraría en su último curso de blanco.
comenzó a acosar y apretar de lo lindo a la ‘Saeta Rubia’ cada vez que recibía el balón, y este desempeño cautivó al nueve merengue. Di Stéfano ya no hizo mucho más ese día y al final del encuentro se dirigió a Pachín: “Tú, chaval, ¿quieres jugar en el Real Madrid?”
El aterrizaje de Pachín venía con una carga importante de la que era consciente el club blanco y todo el fútbol español. Un año antes, cuando todavía era jugador del Burgos, tanto el Osasuna como el Celta pugnaron por su contratación. La entidad navarra ganó la batalla del fichaje, pero la dura pugna derivó en que el cántabro llegó a tener ficha con ambos conjuntos al haber firmado Pachín un papel timbrado del club gallego. Por todo ello decidió intervenir la Federación Española de fútbol. El órgano federativo sancionó a Pachín con un año de suspensión tan pronto acabase su compromiso con el equipo navarro. La finalización tenía como fecha el 30 de junio de 1960, y la suspensión no era obstáculo para que fuese inscrito por otro club, sino para que actuase de forma válida en partidos de la competición oficial nacional.
Por tanto, durante toda la campaña Pachín solo podía actuar en amistosos, en la Copa de Europa y con la selección nacional. Este último aspecto lo intentó aprovechar el cuadro blanco sin éxito para que la sanción fuese revocada. El cántabro fue convocado y jugó con la sub21, lo que provocó que el Real Madrid presentase un recurso. El club blanco alegó que, si para alinear a Pachín en el equipo de promesas de la selección no se había tenido en cuenta su castigo, no había motivo para que no forme en las filas de su club en competiciones nacionales. La reclamación fue denegada.
En una de sus primeras entrevistas en MARCA se definió como “un jugador de 21 años de edad, peso 72kg y mi estatura es de 1,87. Mi puesto es de defensa izquierdo. Allí empecé de pequeño y creo que es el que mejor me va”. Además, se mostraba entusiasmado y complacido “extraordinariamente por poder empezar a ser útil en la Copa de Europa de clubs”, ya que “únicamente me alineé en amistosos: que recuerde, dos en el trofeo Carranza, y después en Chamartín contra el Manchester e IFK Malmöe”.
Al final de su primer curso, fue importante en la Copa de Europa jugando los dos partidos de semifinales contra el Barça y la final en Glasgow frente al Eintracht. Su rendimiento estuvo al nivel del equipo y le pesó la inexperiencia y la juventud. El resto de su participación se redujo a encuentros amistosos. Un total de nueve entre el Carranza, el trofeo Benito Villamarín, varios choques en el coliseo merengue y otros en Huelva y Barcelona.
Pachín continuó en la disciplina merengue durante ocho campañas más siendo un jugador de equipo, básico en los esquemas de Muñoz y uno de los nexos de unión entre el Real Madrid glorioso de las cinco Copas de Europa consecutivas y los ye-yé. Alcanzó los 218 encuentros oficiales y solo anotó dos goles, ambos en Liga y en el estadio Bernabéu, frente al Deportivo de la Coruña y la Real Sociedad. En cuanto al palmarés, este se fue ampliando y cada curso siempre sumó un nuevo título. A la Copa de Europa del año 1966 y la Intercontinental de 1960, hay que añadir siete Ligas y una Copa. Con la selección española en una época de mucha competencia fue internacional en 8 oportunidades y acudió al Mundial de Chile’62 al entrar en la lista del dúo Hernández Coronado y Helenio Herrera.
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