Francisco Chaverra es el jugador más polifuncional del Medellín | OneFootball

¡Parceeee! ¿Y quién dijo miedo? En una noche cargada de emoción en el Atanasio, con la tribuna a tope y el alma en llamas, Independiente Medellín se mandó flor de partido y venció al Junior en los cuadrangulares. Pero ojo, que no fue cualquier victoria: fue una demostración de carácter, de versatilidad y de esa lectura táctica brutal que viene mostrando Alejandro Restrepo, el profe que se está graduando con honores en esta recta final.

La noticia previa al duelo era la baja de Jherson Mosquera, un hombre clave en el engranaje del equipo, suspendido justo para este partido bisagra. Pero en vez de lamentarnos, el profe sacó una carta inesperada y mandó a Francisco Chaverra como extremo por derecha. Sí, como lo oyen, ¡por derecha! El mismo que nos tiene enamorados con sus diagonales por izquierda, se la jugó en el otro costado… ¡y qué partido se mandó el man!

Parce, el Chaverra es una locura. Ese pelao no tiene espejo: donde lo pongas, rinde. El que era nuestro extremo por izquierda, su perfil natural, se paró sin miedo por la banda opuesta y demostró que lo suyo no es casualidad. Lo suyo es talento, compromiso, lectura de juego y un corazón que le bombea puro rojo. ¡La rompió!

Y ahí es donde hay que pararse y aplaudir también al profe Restrepo. ¿Quién más ve esas movidas con tanto tino? ¿Quién más le saca el jugo a los jugadores como él? Lo de poner a Chaverra por derecha no fue un manotazo de ahogado, fue una jugada de ajedrecista. El man entiende el momento, el rival y el potencial de sus muchachos. Eso se llama tener visión y saber leer los partidos como se debe.

La Chaverrinha, esa jugada que ya es marca registrada. Cambió de banda, pero no perdió magia. Francisco la siguió tirando, ahora con el borde externo, ahora buscando el centro desde otro ángulo, pero siempre con veneno. No importa si va por izquierda o por derecha, él le mete ese toque de fantasía que nos hace pararnos del asiento.

Así, con decisiones inteligentes y jugadores polifuncionales como Chaverra, el DIM demuestra que tiene con qué pelearle a cualquiera. El equipo no depende de un solo nombre, sino de un colectivo que se reinventa, que se adapta, que le mete alma y vida a cada jugada. Y eso, parceros, es lo que enamora: ver a un equipo que cree, que lucha y que tiene claro para dónde va.

Entonces, parcero, si usted estaba dudando o medio bajoneado por la baja de Mosquera, ya ve cómo responde este Poderoso. Este equipo tiene variantes, tiene corazón y tiene hambre de gloria. ¡Vamos Medellín, carajo! Que esta historia todavía tiene capítulos épicos por contar.