Diario UF
·7 de agosto de 2020
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Las nuevas generaciones de aficionados del fútbol no conocerán a este nombre, menos aún si no es un malaguista o ha visitado el campo del Málaga CF. Sebastian Viverti fue un argentino que viajó a Europa desde el CD Huracán con 25 años. Su destino, Málaga, fue su hogar para convertirse en leyenda.
Nacido en Córdoba, Argentina, un joven Viverti de apenas diecinueve años fichaba por el CD Huracán. En ese equipo logró hacerse grande, consiguiendo un hueco en la selección desde los principios. Su talento era ta, que no tardaron mucho en interesarse en él.
No se preocuparon en que no fuese tan rápido como eran muchos en la época. En la posición de volante era de los mejores creadores de juego entre los mejores. Ambidextro, llegador, un maestro del pase, con una técnica envidiada por muchos, el argentino era considerado uno de los mejores volantes de la época. Por esta razón, después de siete temporadas de juego en la Primera División Argentina, sucumbió a la tentación de viajar al extranjero para enfrentarse a nuevos retos.
FC Barcelona, Real Madrid y Atlético de Madrid eran los mas interesados por el jugador argentino. De entre ellos, Real Madrid y Atleti fueron los que más se acercaron, llegando a tener un acuerdo verbal. Ninguno llegó a buen puerto. Culpa de esto la tuvo el que el puerto de la Costa del Sol brillaba más que los demás lugares. En Segunda División, con una situación no muy buena, el CD Málaga hacía oficial el fichaje de Viverti para el conjunto de Kalmar.
Nada más en su llegada, ya impresionó a todos, incluso a su entrenador húngaro Kalmar. El centrocampista organizador de 1.84 se ganó a las masas en su primer partido el 30/11/1969, en el que marcó y asistió.
Se notaba la diferencia, ahora el club tenía un mago a la hora de crear fútbol. No perdieron ni un solo partido desde que el argentino pisó la costa malagueña. Consiguieron ascender de categoría, y en Primera División no bajaron ni una vez del décimo puesto.
Pero a toda leyenda le llega su final. Su estrellato se terminó a los cuatro años de llegar al club. En la temporada 74-75 se despidió del club que tanto le había dado y al que tanto había dado después de tener una bronca con el entrenador de esa temporada, Marcel Domingo. Después de esta, decidió marcharse rumbo a Tarragona en pleno invierno, donde solo duraría una temporada. Acabó entrenando al CD Málaga años más tarde, consiguiendo un ascenso.
El club al que tanto aprecio le tenía. El club que tanto aprecio le tenía. Una relación de amor-odio que la llevó hasta el fin de sus días. En 2012 su vida llegó al final. Nunca llegó a ver al Málaga en Champions League, nunca vio la actuación estelar de un equipo lleno de estrellas que llevó al Málaga a lo más alto. Cariñosamente, nunca vio como esos chicos superaron lo que él había conseguido.