La Colina de Nervión
·28 de octubre de 2025
Hagan lo fácil

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·28 de octubre de 2025

Cuando yo era pequeño, en las primeras etapas del Holoceno, iba las mañanas de domingo al Sánchez-Pizjuán a ver al Sevilla Atlético. Nos sentábamos en el banco de pista de Preferencia para escuchar a Óscar Tosato, que era entonces el entrenador del filial. Tosato gritaba siempre: “¡Mai, lo fácil!”. Creo, si la memoria no me falla, que se refería a Quejío, un centrocampista que no llegó al primer equipo, pero que ya mostraba bastante buenas maneras. Era su hombre en el campo. Se sabe que entre el 70% y el 75% de las acciones de un futbolista consisten en realizar bien la opción más fácil. Es decir, gana no quien más pases complicados realiza, sino quien más acciones sencillas no yerra. A día de hoy, considero casi un milagro que el sevillismo haya podido disfrutar, con orgullo y pasión, de un equipo que arrasó al líder de la liga —en estos momentos, uno de los mejores equipos del mundo— haciendo precisamente lo más difícil: conseguir que todo el equipo, en conjunto, creyera y jugara en lo fácil.
Al igual que el Mallorca o la Real Sociedad, son falsos colistas que nos están jugando a esperarnos atrás. Son equipos en crisis, no diseñados para superar dificultades y estrecheces, que ahora van paso a paso tapando boquetes para no caer en el abismo. Y frente a ellos, no sabemos hacer lo más sencillo. Los graves errores de Suazo, Marcao o Carmona en Anoeta son impropios de jugadores que están de sobra capacitados para hacer —si no lo más difícil— al menos lo mínimamente correcto en profesionales de Primera División como ellos. Almeyda es consciente de que no tiene grandes figuras jóvenes y en buen estado de forma en la plantilla, pero sí tiene equipo, y a eso se aferra. Incluso con un equipo repleto de jugones, se debe agradecer el reforzamiento de la función grupal y de una dirección técnica coral. Ahí está el ejemplo del éxito de Luis Enrique en un PSG sin Mbappé que ha mejorado notablemente.
En múltiples estudios empíricos sobre toma de decisiones de jugadores activos en tiempo real se confirmó que la inmensa mayoría de las decisiones de pase siguen patrones perceptivos de facilidad más que estrategias arriesgadas o creativas. Al igual que en otras investigaciones empíricas posteriores, esta opción por la parsimonia futbolística está plenamente verificada. En el fútbol profesional, la mayoría de los pases —alrededor del 70%— se realizan hacia el compañero más accesible o con mayor probabilidad de éxito, aunque el grado de riesgo varía de forma significativa según la función táctica del jugador. La navaja de Occam también opera en las elecciones inconscientes gobernadas por señales de una percepción ampliada que, en neurociencia, se denomina interocepción (percepción interna del estado fisiológico del cuerpo: latido, respiración, hambre, temperatura) y propiocepción (percepción de la posición y movimiento corporal).
Pero hoy no podemos mirar solamente al equipo. Inmediatamente después del 4-1 al Barcelona, salió un infundio proclamando a los cuatro vientos que el Sevilla FC estaba “vendido” a un banco norteamericano de infausto recuerdo. A partir de ahí, todas fueron derrotas. Sería estúpido establecer una relación de causalidad donde solo hay correlación temporal y caer en las leyes de la magia que afirman aquello de post hoc, ergo propter hoc. Pero lo cierto es que esta semana, intensamente vivida en la cúpula, no deja indiferente a la base. El Sevilla no está en almoneda, pero los actuales accionistas mayoritarios parece que sí, y esto genera mucha inestabilidad en todo el club. Y, cuidado, creo que hacen bien en dar paso a nuevos dirigentes: a ellos ya no se les quiere, como ha manifestado el sevillismo en los últimos años. Por ahí, ningún problema. Pero yo no quiero buitres financieros sobrevolando el cielo de Nervión. Miren la experiencia de otros clubes: nada bueno puede surgir de esas aves rapaces de metal y plástico. A la Liga española solo llegan los más depredadores e inútiles, pura bazofia bursátil.
La élite inversora queda para la Premier. Vean las pantomimas del supuesto empresario mexicano en el Oviedo. Lo que gritaba Tosato a Quejío es lo mismo que les digo yo ahora a los accionistas mayoritarios: oigan, hagan lo fácil y vendan a los sevillistas de cuna, que tampoco se van a arruinar ustedes. Con relación a lo invertido inicialmente por estos accionistas, la operación de Lappi y Quintero multiplica por cuarenta el valor de las acciones originales. Pero no podemos seguir así, un día sí y otro no, desayunando con golpes de mano en palacio. Creíamos que con Cordón y Almeyda se había sellado la fuga de agua y estabilizado las estructuras del club; pero, al igual que los jugadores son sensibles a las señales que transmite Almeyda, también lo son a las que se envían desde el palco, y estas no pueden ser peores. Sin paz accionarial no habrá estabilidad deportiva ni entusiasmo perdurable en la grada. Lo hemos dicho muchas veces: un club deportivo de la entidad del Sevilla FC es un sistema social complejo que no se puede descomponer como un mecano ni aislar al vestuario; esto, finalmente, se paga.
Después de la euforia ha llegado un bache más que esperable. El gran capital de este Sevilla se llama Matías Almeyda, y en él hay que depositar toda la confianza y el crédito. En estos momentos, la única alianza que hay que blindar es la de Almeyda con el sevillismo, no hay más. Así, el equipo, más temprano que tarde, volverá. Los errores estúpidos no se repetirán con tanta frecuencia y volveremos a tener tardes de gloria en el Sánchez-Pizjuán. Pero cuidado: ahora viene la visita, en el antiguo Calderón, a un equipo que es un grande disfrazado de pequeño, con otro míster genial que practica el camuflaje defensivo y luego da zarpazos mortales. En Londres no le salió bien la estrategia a Simeone y Arteta le robó la cartera. El sábado se enfrentan el Cholo y el Pelao; me da a mí que se la lleva el Pelao. Ojalá. Y el martes, muy cerquita del bellísimo Entierro del Conde Orgaz, nos espera el Toledo. Hay que santiguarse al modo laico, como hacía María Zambrano ante este imponente cuadro del Greco. Pero, cuanto antes, lo fácil… si no queremos presenciar otro entierro, no precisamente tan bello, aunque también ande por medio otro griego. Del árbitro no está bonito hablar…
“Entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem.(No deben multiplicarse los entes sin necesidad.”)Principio de parsimonia o navaja de Occam”.
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