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·23 de octubre de 2024
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Con un gol en el tiempo añadido, precedido de un tacón mágico de Lautaro Martínez, el Inter Milán evitó el ridículo ante el Young Boys (0-1), equipo suizo que marcha antepenúltimo en su liga y que había encajado ocho goles en las dos primeras jornadas de esta Liga de Campeones pero que fue claramente superior al campeón italiano. El Young Boys cedió ante la calidad individual del Inter de manera inmerecida. Y de la manera más cruel, en el minuto 93 de un partido en el que sometió al Inter y rozó su primer punto en la competición. Pero con Lautaro, Dimarco y Thuram como salvadores, suplentes en un primer momento, el partido se le escapó de las manos al combinado local. Encajó un 5-0 ante el Barcelona y un 3-0 ante el Aston Villa. Pero ante el Inter, el Young Boys fue un equipo totalmente diferente. Una máquina de crear ocasiones ante el campeón italiano y finalista de la edición 2022-23. El césped artificial de su campo no ayudó a los de Simone Inzaghi, pero no fue seguro el motivo principal por el que fueron inferiores al antepenúltimo de la liga suiza, que sacó los colores a los favoritos. Lo que si que echó en falta el Inter fue a Hakan Calhanoglu en el centro del campo. Sin el turco, la construcción fue un suplicio, el equilibrio inexistente y la organización en fase defensiva un poco más caótica. Algo que supo leer perfectamente un Young Boys atrevido, desvergonzado y convencido de que podía hacer daño. Rubricó, de hecho, un inicio fulgurante ante su afición, con la ocasión más clara en un remate de cabeza de Virginius que salvó Pavard bajo palos en el minuto 25. Hadjam, el lateral izquierdo, fue un generador constante de ocasiones. Estaba superado completamente el Inter. Pero aún así se las ingenió para, en una jugada aislada, generar la más clara del primer tiempo en una combinación, tan perfecta como aleatoria, entre Carlos Augusto, Taremi y Bisseck, central que se incorporó al ataque y recibió el taconazo del ariete iraní, pero que no pudo superar a Von Ballmoos, héroe de la noche hasta el último suspiro. La mejor noticia para los italianos fue, sin duda, llegar con empate a cero al descanso después del asedio local. La diferencia de ocasiones generadas en favor de los suizos era sonrojante. No existió el Inter habitual, superado en todo sentido, desdibujado tácticamente, errático en salida y sin mordida en ataque. No parecía el equipo que ganó el 'Scudetto' hace apenas unos meses. Y la segunda mitad, lejos de suponer un cambio de dinámica, confirmó que la noche era del Young Boys. Porque una internada de Dumfries que, después de confirmarse como penalti, se antojó como un alivio para los 'nerazzurri', se convirtió en otra decepción. Sin Calhanoglu ni Lautaro en el campo, Arnautovic se encargó desde los once metros. Pero ni con esas el Inter pudo reconducir la noche. Von Ballmoos sumó la segunda parada salvadora y mantuvo el preciado empate para los suizos. Se vino arriba el equipo que dirigen Joel Magnin y Patrick Rahmen. Más todavía. Otro carrusel de ocasiones en la meta de Sommer. Centros laterales, conducciones por dentro, acciones individuales o combinadas. No pudo el Inter frenar el entusiasmo ofensivo de los locales, desatados. Incluso se topó con el palo Monteiro tras error en salida de Barella. Era un clamor el dominio, por lo que Inzaghi tiró de sus titulares. Lautaro, Thuram y Bastoni entraron. Dimarco ya estaba en el verde por lesión de Carlos Augusto. Y al final, en los últimos cinco minutos, el Inter consiguió carburar. Solo necesitó una jugada para poner el partido patas arriba. Lautaro se inventó un tacón, Dimarco centró al primer palo y Thuram resolvió apenas unos segundos antes de que el colegiado pitara el final. El Young Boys sometió y mereció, mínimo, un empate. Pero el Inter aprovechó su pegada en el último segundo para mantener su invicto y quedarse entre los 8 primeros.