La Colina de Nervión
·23 de enero de 2025
In partnership with
Yahoo sportsLa Colina de Nervión
·23 de enero de 2025
Nada, que no hay manera de que el sevillismo vea con cierta tranquilidad el futuro de su equipo. Sólo 48 horas después de que el Sevilla Fútbol Club consiguiera una magnífica victoria en Gerona, se reproducen los comentarios que aventuran la marcha de dos de los pocos futbolistas destacados que hay en la plantilla de esta temporada, como son Badé y Lukebakio. No gana el aficionado para sustos. El triunfo en Gerona no supuso solo la suma de tres puntos, pues añadió otros efectos consecuentes de extraordinaria importancia como el hecho de superar a un rival de mucho mayor potencial -aunque de mucha menos historia-, de remontar un resultado adverso en territorio contrario con lo que ello supone de fortificación de la moral colectiva, de mejorar el rendimiento de determinados jugadores como Sow o Saúl, y de consolidar un bloque que encare el futuro inmediato con mayor perspectiva de éxito y dosis de optimismo.
Sin embargo, sólo 48 horas después todo deviene en interrogantes debido a la vigencia de un mercado que va a deparar importantes cambios en la composición del vestuario sevillista sin que a estas alturas se pueda saber si la configuración final va a ser mejor o peor que la actual, puesto que quienes más opciones tienen de salir son jugadores principales y no reservas. Si se presagiaba que las salidas serían las de Montiel, Iheanacho y Barco, ahora resulta que quienes van a abandonar la ciudad son el mejor defensa y el mejor delantero, deparando una inmediata cuestión que da miedo solo plantearla: ¿será capaz Víctor Orta de encontrar reemplazos de suficiente calidad como para que no se resienta el rendimiento del equipo?
El miedo no procede de que se dude de la capacidad del director deportivo, ¿o sí?, sino también de que las posibilidades reales de este mercado permitan responder de forma esperanzadora a esra disyuntiva. Partiendo de la premisa de que cualquier venta se va a realizar atendiendo a una oferta irrenunciable, también hay que considerar que una parte importante de las plusvalías va a ir destinada a enjugar la elevadísima deuda de la entidad y no a la reinversión de efectivos, lo que hace presagiar que, mientras que las salidas serán de titulares, las llegadas apuntan a ser de suplentes o, cuando menos, de jugadores infrautilizados en sus equipos actuales, por lo que confiar en que tengan un rendimiento inmediato es demasiado aventurado. En cualquier caso, la resolución a dicha tesitura estará condicionada por la capacidad negociadora de los gestores nervionenses, ya que debe existir una correlación entre los ingresos y las capacidades de gasto, lo cual es difícil mantener teniendo en cuenta la debilidad económica del club.
Cuestión distinta es valorar la idoneidad del director deportivo a la hora de abordar tan cualitativamente importante empresa, lo cual dependerá de la filia que tenga cada aficionado respecto a su figura. Haciendo un análisis objetivo, el vaso de la confianza en Víctor Orta se encuentra en un término medio puesto que la labor realizada en las dos campañas que lleva con despacho en el Sánchez-Pizjuán depara tantos méritos como deméritos, de sobras conocidos por todos y fácilmente repasables. Aquellos que le quieren mal, le comparan con el mejor Monchi que recientemente fichó a Koundé, Diego Carlos, Fernando, etc. por no remontarse a la confección de brillantes plantillas que depararon éxitos y títulos. Sin embargo, su memoria deliberadamente selectiva les lleva a olvidarse del mismo Monchi de Marcao, Nianzou, Januzaj o Rafa Mir, por no rememorar otros estrepitosos fracasos como De Mul, Babá o Augustinson.
Por tanto, la esperanza que Orta pueda despertar en la afición está mucho más lastrada por la situación institucional que por su propios méritos o deméritos. En el Sevilla FC actual cualquiera que se siente cerca de Del Nido Carrasco va a ser denostado por mucha que sea su valía, cualidades o rendimientos, así que bien haría el director deportivo en acostumbrarse a la incomprensión que sufre por parte del sevillismo y que, como pudo comprobarse en su última comparecencia pública, le condiciona el rictus. Ante tanta incertidumbre que genera intranquilidad, encontrar una cara amable en quien tiene una posición tan relevante sería un buen punto de apoyo para la esperanza del aficionado. Sobre todo para que no parezca que la situación sobrepasa a los gestores.