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·7 de noviembre de 2025
Iván Balliu desata la tormenta en la euforia

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·7 de noviembre de 2025

Quien lo iba a decir cuando en la previa del partido de Conference League, el que acompañó a Íñigo Pérez antes los medios fue Iván Balliu. Si te pronostican que, 24 horas después iban a tener un enfrentamiento, nadie se lo hubiera creído. Las miradas entre ambos, las sonrisas de complicidad y las palabras de sendos protagonistas son de una relación entre entrenador y jugador que más quisieran tener muchos.
De hecho, el futbolista internacional por Albania reconoció que decidió renovar por el Rayo Vallecano el pasado mes de febrero porque sabía que Íñigo Pérez iba a seguir al frente del proyecto franjirrojo. Y ojo, son muy amigos, algo que Sergio Camello trasladó al Diario Marca. Por ello, es necesario hacer una cronología de los hechos que sucedieron anoche, porque si algo llama la atención en el club vallecano, es la unión del grupo que siempre refleja en las buenas, pero especialmente, en las malas. Ayer, los nervios sobrepasaron y electrocutaron la fiesta rayista.
Desde mi posición como periodista, no pude apreciar la tormenta que se iba a avecinar en el minuto 55 de partido. Para poner en contexto, el videomarcador alumbra una verdad impepinable: El Rayo Vallecano va 0-2 abajo y el juego del equipo no es el deseado por el entrenador. Es más, en el primer tiempo, la Franja no logra realizar ningún tiro a puerta a pesar de tener la posesión del balón (67% vs 33%). Conceptos como la imprecisión, la desesperación, unidas a una falta de ideas en el último tercio, empiezan a inundar las mentes de los once que partieron desde el once titular.
Sí, en el descanso hubo bronca, pero siempre desde el respeto competitivo como pasa en cualquier entidad deportiva. Por lo menos, hasta donde yo sé. Es más, aunque hubiera habido algún capítulo polémico, mi cometido no es opinar sobre lo que sucede en el interior de un vestuario. Entenderán que, puedo comprender que mis vecinos se enteren de la bronca que tengo en casa, pero no tienen que saber los motivos de la misma. Es decir, cuando salga por la puerta, me pueden preguntar, pero yo tengo derecho a no responder.
De lo que sí puedo opinar, analizar y mostrar, es para volver a ese minuto 55. Iván Balliu es sustituido por Andrei Ratiu. No es el único. Íñigo Pérez ejecuta cuatro cambios de golpe. Un hecho que implica dos lecturas: El entrenador se ha equivocado con el planteamiento o hay ciertos jugadores que no rindieron al nivel que se esperaba. Incluso, puede ser una mezcla de las dos. En ese momento, desde una de las tribunas de los periodistas noto algo de ajetreo, pero no pude ver nada. Cuando voy a zona mixta, un compañero de Unión Rayo me cuenta lo ocurrido: «A Balliu no le ha gustado el cambio y se han encarado él e Íñigo Pérez». Mi incredulidad es llamativa, porque el día anterior, noté un feeling especial entre ambos. Cuando veo el vídeo de Movistar, me quedó frío, completamente congelado.
Nunca había visto así al técnico franjirrojo. Iván Balliu le recrimina el cambio e Íñigo actúa como para muchos debe actuar un entrenador. Con el paso de las horas, reflexiono y me pregunto: ¿Por qué me sorprende esta situación? Quizás si lo de anoche lo hubieran hecho profesionales de la talla como José Mourinho, Luis Aragonés (en paz descanse), Pep Guardiola o Luciano Spalletti, lo tendría normalizado. Posiblemente, lo vería, como ustedes, hasta normal. En cambio, el hecho visualizado residen en Íñigo Pérez, una persona que destaca por su educación, honestidad, autocrítica, pero especialmente, por su saber estar. Ese ejemplo modélico hace que su actuación de anoche chirríe más al público de Vallecas.
Ahora bien, el miedo del aficionado es que se rompa la conexión entre director técnico y los jugadores, porque toda persona de a pie, está con el míster, incluido el propio presidente, Raúl Martín Presa: «Es intolerable que un jugador proteste por un cambio y es merecedor de sanción». Evidentemente, Íñigo Pérez tiene toda la razón, pero… ¿Era el momento de ponerse así? Como diría el meme de Luis Enrique: «Puede ser que sí o puede ser que no».

Raúl Martín Presa, en directo después del partido entre el Rayo y Lech Poznan: Imagen de MOVISTAR
El partido continua y, posiblemente, el Rayo Vallecano firma una de las mejores noches de su historia. Remontada en media hora, levantando un 0-2 y confirmando la misma en el minuto 93. Uno está en la grada y se pregunta: ¿Qué puede estropear esta gran noche? Eso mismo pensé yo cuando ya estaba en zona mixta. Precisamente, el Rayo Vallecano no es un club que destaque por ser impuntual. Como mucho, suele haber una demora de cinco minutos.
El run run crecía con el paso de los minutos, pero nadie hacía acto de presencia. De repente, aparece Íñigo Pérez como si fuera Flash Gordon. Sin mirar a nadie, sin saludar y con su mochila a la espalda. Su cara, en el momento fugaz que puedo verlo, es de seriedad absoluta. El rumor de su enfado se agiganta y es ahí cuando el club comunica que se encuentra indispuesto. La incredulidad retumba entre los presentes.
En cuanto a jugadores, se paran Jorge de Frutos, Andrei Ratiu, Pedro Díaz, Florian Lejeune y el Pacha Espino. Todos confirman que ha habido una reunión del vestuario sin la presencia del entrenador. Es más, parece que no conocen la versión del club, es ahí donde Pedro Díaz destapa la duda: «Son cosas que pasan en el fútbol. Ha habido enfado, pero no hay que dar importancia». En cambio, Jorge de Frutos, a pesar de que no estuvo en la reunión porque fue el jugador convocado para las televisiones, dentro de su timidez, fue el más tajante: «Balliu se ha equivocado y ya veremos que pasa». Las caras de todos ellos demostraban un fastidio interno por la polémica que se había generado.
La noche prosigue, pero parece que no habrá más novedades. El ambiente se queda raro, con muchas nubes y pocos cielos claros. Cuando todo parece finiquitado, alguien sale para confirmar que el entrenamiento de este viernes, previsto que fuera a puerta abierta, finalmente, será de forma cerrada. En definitiva, la victoria fue para la afición y la reflexión para toda la plantilla y el cuerpo técnico.
A esta hora de la tarde, Iván Balliu aún no se ha pronunciado sobre su calentón, pero Íñigo Pérez lo hará mañana en la rueda de prensa previa al encuentro correspondiente ante el Real Madrid. Aunque este vestuario es una familia, no es la primera vez que hay un capítulo de esta índole. En el partido ante el RCD Mallorca, ya un cabezazo de Andrei Ratiu a Pedro Díaz chafó un poco la celebración de la clasificación a la Conference League en la última jornada de la 2024/2025. Por otro lado, hace un mes Óscar Trejo, como anoche, tuvo que sujetar al Pacha Espino tras ser sustituido.
En conclusión, tengo claro que se ha magnificado todo por los valores que reluce Íñigo Pérez. Pero ojo, esto no hace que el hecho deba ser desatendido. De cara a la galería, no se puede repetir lo que hizo el internacional albano anoche. Los jugadores deben ser conscientes del club donde están y los valores que extienden su afición. Que nadie olvide que a este grupo, tocado mentalmente, lo salvó Íñigo Pérez porque el plantel creía que ya iban sobrados para permanecer en Primera División. Perder la humildad y la unión, sería la muerte para esta familia.

Iván Balliu e Íñigo Pérez, en la previa ante el Lech Poznan. Foto: Rayo Vallecano/Cadena Cope
Lo que si sé, es que Iván Balliu, está tardando en pedir disculpas. Ya no por dar la razón a su jefe (debería), más bien, por sus compañeros, pero fundamentalmente, por la hinchada. Por ese rayismo que, a pesar de que el Rayo se fue al descanso perdiendo 0-2 y con algunos jugadores que no estuvieron a la altura del escenario que exige una competición como la Conferenece League, no se llevaron ningún pito ni ninguna crítica cuando se fueron al túnel de vestuarios. El pueblo franjirrojo fue el jugador número 12 que llevó en volandas al Rayo Vallecano. Por ello, Iván Balliu debe secar la tormenta, porque si Balliu es quien es al día de hoy, es por como un proyecto como el Rayo Vallecano siempre ha estado a su disposición.
Por cierto, que nadie se alarme, las tormentas son pasajeras. Quizás no se gestionó bien, pero en el seno del grupo, no hay fricciones serias. Únicamente, se ha cerrado filas para no repetir este tipo de errores en el futuro. Ahora Íñigo Pérez y el club tendrán que posicionarse en unas horas para ver si la tormenta cesa o se crea un precedente importante en la plantilla más sana de toda la Primera División. Ahora, depende de todos ellos que esto siga así.
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