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·23 de noviembre de 2022

José Antonio Caro, fuera del foco

Imagen del artículo:José Antonio Caro, fuera del foco

El portero. Esa figura tantas veces eclipsada. Cualquier regate vertiginoso, pase entre líneas o remate a la escuadra, es capaz de crear el espectáculo suficiente como para deslucir a una parada salvadora. Nadie quiere ser portero. Nadie está dispuesto a realizar un trabajo incansable entre los palos para después obtener el mínimo reconocimiento. Podemos contar con los dedos de una mano las veces en las que el portero, acostumbrado a permanecer fuera del plano, encarna el papel de protagonista principal por un día para después regresar de inmediato a la vieja rutina en la sombra. José Antonio Caro fue uno de los pocos afortunados que pudo saborear las mieles del triunfo. Y, ahora, queremos contaros como es la vida del futbolista onubense fuera del foco.


La vida después del récord

Hace un tiempo José Antonio Caro fue el hombre de moda. El foco mediático no dudó en apuntar con firmeza durante varias semanas a un futbolista que alcanzó la fama a base de buenas actuaciones. No es para menos. El portero que permaneció más minutos imbatido en la historia del fútbol español parece un título suficientemente atractivo ante los ojos de cualquiera. Las portadas de los medios de comunicación imprimieron su nombre a una velocidad de vértigo y las conversaciones pronunciaron incesantemente un nombre que, hasta entonces, había permanecido oculto en los escondrijos del anonimato. Desde las discusiones acaloradas que envuelven el típico ambiente de los bares de pueblo, hasta las reuniones más reposadas entre los más eruditos que insistieron en buscar una explicación a una hazaña de trascendencia aún desconocida.


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El récord que batió Caro

Pero todo cambió cuando Elady escribió un punto y final a la impresionante racha de Caro, desde el punto de penalti en El Plantío.  Fue entonces cuando el ruido ensordecedor menguó para dar lugar a un silencio más reconocible. El nombre del portero onubense quedó desplazado de las conversaciones de bar y, quizás, también de las lupas de los más estudiosos. El héroe volvió a ser un portero del montón. El sueño volvió a ser la realidad. Ahora, una vez fuera del foco mediático, José Antonio Caro continúa demostrando cada semana que no solo quiere ser recordado como el portero que una vez batió un récord. Quiere mostrar a su equipo el camino que él mismo recorrió para disfrutar de una experiencia efímera en la élite. Quiere llevar al sorprendente Burgos de Calero a Primera División.

Un premio mucho mayor

Buscar las razones capaces de encontrar una explicación a la temporada sensacional que está completando el Burgos CF conduce a la apertura de distintos caminos. La labor realizada por Julián Calero parte, de manera incuestionable, como la fuerza motriz que propulsa a un equipo imparable hacia la cúspide. No es para menos. El técnico madrileño ha recurrido a la efectividad, pero sobre todo a la osadía, para confeccionar un estilo de juego que propone un desafío directo cada semana al espectáculo del fútbol moderno. Como todo aquel que se enfrenta a un planteamiento establecido y ampliamente reconocido por muchos, Julián Calero ha tenido que hacer frente a una tromba de agua en forma de críticas hacia su estilo de juego caracterizado por un trabajo impoluto en defensa. Y es en ese sistema donde brilla cada semana la figura de José Antonio Caro. No por la calidad estética de sus paradas; ni siquiera por acumular un buen número de intervenciones salvadoras.

José Antonio Caro es, simplemente, un portero práctico y resolutivo. Sin alardes. Sin florituras. Un portero que aparece en el momento preciso para salvar los muebles y, así, continuar atrapando puntos para mantener vivo el sueño de la ciudad de Burgos. José Antonio Caro es ese amigo que antepone el beneficio común al propio. Ese amigo que se presta para conducir un sábado por la noche cuando todos los demás se muestran indispuestos y se asegura de que todos atraviesen la puerta de casa sabiendo que, después, tendrá que recorrer otro largo camino hasta llegar a su propio hogar, asumiendo el papel más parecido a una figura paternal. Esa es la función del portero. Poner su físico al servicio del equipo, exponiéndose a sufrir un pelotazo en la cara que le retumbe hasta en el alma, para después tener que cargar con la siempre pesada carga de la culpa sobre sus hombros cuando el resultado del equipo no sea el esperado.

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Es el primer retratado en las imágenes de los goles. Y, aun así, sigue luchando tenazmente cada semana por unos colores a los que defiende a capa y espada. La semana pasada José Antonio Caro detuvo un penalti ante el Racing de Santander para añadir tres puntos de vital importancia al casillero de un Burgos que parece no encontrar techo. El foco volvió a alumbrar en ese momento al portero onubense, aunque él prefirió rehuir de las portadas.

“Mientras ganemos, no me importa recibir goles. Lo importante es seguir sumando puntos y mejor de tres en tres”, afirmó en una entrevista concedida para los compañeros del Diario As.

No es el reconocimiento lo que hace al héroe, sino la sucesión de caídas en el camino y el trabajo bien hecho. El portero del Burgos CF lo tiene muy claro. Sabe que el mayor orgullo no pasa por el premio rápido del récord, sino por liderar al equipo blanquinegro hacia la que sería su primera temporada en Primera División. Aunque, pase lo que pase, José Antonio Caro ya es un ídolo en El Plantío.

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