José Callejón, cerrar el círculo | OneFootball

Regresar a casa es desatar un baile de sensaciones capaces de desencadenar recuerdos que te transportan a épocas pasadas. Caminar por las calles y sentir que flotas entre las nubes con la ligereza de una pluma. Percibir olores que destapan miles de recuerdos que tanto añoras, pero que sabes que nunca volverán. Mirar a los ojos profundos y cansados de ese amigo de la infancia, que un día conociste correteando por la plaza con la viveza de aquel que tiene todo un mundo por delante. Regresar a casa es añorar; es sentir un pellizco de inquietud, aunque también de confortabilidad. Porque sentirás que los kilómetros se convierten en milímetros y los años se tornan segundos. Sentirás que nunca te fuiste de aquel lugar en el que comenzaron a pintarse los primeros trazos del círculo de tu vida.

Regreso a la esencia

La apertura del mercado de fichajes supone el inicio de un reto lleno de embrollos para cualquier director deportivo, a la vez que una montaña rusa de emociones para cualquier aficionado. El ánimo de unos depende de la labor de otros. Decisiones que no siempre desembocan en un acuerdo. Pero existen ciertos puntos que, si se cumplen satisfactoriamente, contentan a ambas partes. El Granada CF prometía ser una auténtica caldera durante los meses estivales después de una desilusionante campaña en Primera División. La marcha de piezas importantes como Luis Maximiano, Domingos Duarte o Luis Millas transmitió claras señas de debilitación del bloque, mientras que las salidas de Darwin Machís, Carlos Bacca o Luis Suárez con destino al Olympique de Marsella francés, dejaron huérfano el frente de ataque, aunque estas fluctuaciones en el plantel no parecieron pillar a nadie por sorpresa.

Es lo que, irremediablemente, conlleva un descenso de categoría: reducciones considerables de fichas que languidecen frente a ofertas apetitosas que llaman a la puerta con fuerza. No obstante, este tipo de situaciones tan dramáticas permiten vislumbrar la esencia de este deporte: la lealtad, la pasión y el amor por unos colores pasan a convertirse en las únicas consignas de un club frente al interés económico tan presente en las categorías más desahogadas. El Granada CF habrá perdido a las piezas angulares de su proyecto, pero ha conseguido desencadenar una operación en la que, a buen seguro, las pretensiones de director deportivo y aficionados se verán cumplidas. José Callejón llega al Nuevo Los Cármenes. José Callejón llega a La Liga Smartbank.

Una travesía con destino al corazón

Más de 1.900 kilómetros separan a Granada de la bella ciudad de Florencia. Aunque José Callejón siempre se sintió cerca de la pequeña localidad de Motril. Desde que un niño inocente de 15 años decidiera probar suerte en la cantera del Real Madrid, las botas de Callejón han recorrido largas distancias pasando por distintos puntos del panorama continental como Barcelona, Nápoles o la citada Florencia. Aunque su corazón siempre se mostró reacio a salir del lugar donde comenzaron a asentarse las raíces de una brillante carrera en el siempre complicado mundo del fútbol. Una Liga, una Copa del Rey, dos Coppa Italia y una Supercopa italiana componen el palmarés de un extremo rápido, habilidoso y certero de cara a puerta. Quizás las excelentes condiciones que le llevaron a triunfar en el Real Madrid para después convertirse en ídolo absoluto en Nápoles han perdido brío con el paso de los años, aunque parece incuestionable que José Callejón continúa siendo un futbolista determinante que destila talento allá por donde va.

Ahora, después de dos decenios desde que decidiera partir de casa, regresa a la ciudad donde todo empezó. La provincia de Granada aguarda la llegada de un futbolista que rechazó dos ofertas de la máxima categoría para ayudar al equipo de su tierra en la ardua misión de regresar a Primera División. En tierras nazaríes se reencontrará con Aitor Karanka, segundo de José Mourinho durante su etapa en el Real Madrid, aunque el reencuentro más especial no será con el técnico vitoriano. Callejón regresa para pintar los trazos finales de una línea inmensa que comenzó a imaginar cuando correteaba detrás de un balón por las calles de Motril. Regresa para cerrar el círculo o, ¿quién sabe?, quizás para continuar caminando por mucho tiempo de la mano junto al lugar que lo vio crecer.