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·8 de diciembre de 2023
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El checo relata sus experiencias luego de convertirse en el primer futbolista internacional masculino activo que se declaró abiertamente homosexual.
CAGLIARI, Italia – Jakub Jankto solo quiere jugar al fútbol, como siempre lo ha hecho.
El mediocampista de origen checo se sienta frente a su vestidor en el camerino del Unipol Domus, cancha temporal del Cagliari Calcio, mientras el Stadio Sant’Ellia tranquilamente espera por su reconstrucción justo al lado. Una pequeña camiseta de cartón roja y azul marca su sitio, con el número 21 impreso sobre ella. A la derecha, está Paulo Azzi; a su izquierda, Nicolas Viola, el líder siempre impecablemente vestido. Jankto llegó este verano a Cerdeña. Su vida ha cambiado para siempre en los dos años transcurridos desde la última vez que estuvo en Italia, por lo que no pudo elegir (de eso se encarga el utilero), pero le ha funcionado bien: buenos jugadores, buenos amigos, según afirma.
Es un sitio tranquilo y está vacío. Una tarde de jueves después de una sesión de gimnasio a solas a primeras horas de la mañana y el entrenamiento del equipo en el Crai Sport Centre, a 21 km al norte. Dos figuras religiosas vigilan el salón: la Virgen María a un lado, Sant’Efisio al otro. Un mensaje corre por las paredes: Una tierra, un pueblo, un equipo. A la salida, después de la oficina del técnico Claudio Ranieri, se lee otra cita de Sugar Ray Leonard: Debes saber que puedes ganar, debes pensar que puedes ganar, debes sentir que puedes ganar. Es un lugar sagrado. A veces, también divertido. También puede ser implacable. Y es donde él siempre quiso estar.
«Soñaba estar en un vestuario como éste», expresa Jankto.
Nacido en Praga en 1996, hijo de mecánico automotriz y asistente de tiendas, Jakub Jankto (apodado Kuba) fichó por el Slavia de Praga cuando tenía seis años, aunque jugó el año pasado con su rival Sparta, del otro lado del río Vltlava y una profunda división deportiva. Creció viendo y admirando al Balón de Oro 2003 Pavel Nedvěd. Y a Jan Koller. Y a Tomas Rosicky.
Sobre todo, Janko jugaba.
«Era un futbolista innato; podía pasar el interruptor», afirma David Broukal, defensa del Dynamo Ceske Budjeovice que se crio con él y le vio partir de casa a los 18 años, con rumbo a la cantera del Udinese.
«Y ahí fue cuando la cosa se puso seria», recuerda Jankto. «De niño, juegas por diversión, pero sueñas. Cuando llegué a Italia, todo cambia. Era joven, pero siempre tenía en mi mente que, si digo algo, lo hago: simplemente le dije a mi papá: ‘Me llevo mis maletas y me voy’. Me contestó: ‘Muy bien te apoyaremos’. El viaje de Udine a Praga solo toma seis horas, así que no era como si me fuera a Estados Unidos».
«Me exigí, bastante», prosigue Jankto. «Tenía la mentalidad más increíble: quería forjar una nueva historia por mí mismo. Dejé atrás a mis amigos, mi familia. Es duro, pero tienes que dejar algo atrás por el fútbol. Y creo que me fue bastante bien».
Jankto, campeón de liga con el Sparta, inició su carrera en el balompié de mayores cedidos al Ascoli (club de fútbol italiano con sede en la región de Marcas, con apenas 19 años. Ha disputado 234 partidos con seis clubes en tres países, sobre todo en Italia: vistiendo las camisetas de Udinese, la Sampdoria y ahora, Cagliari. Ha vivido sendas victorias sobre Real Madrid y Juventus. Es jugador internacional con la selección de la República Checa, que clasificó a los cuartos de final de la Eurocopa 2020. Tiene 45 convocatorias con su seleccionado nacional.
«No soy uno de los más grandes de todos los tiempos», afirma. «No soy Messi, pero soy un futbolista bastante bueno».
EN FEBRERO DE ESTE AÑO, Jankto se convirtió en el primer futbolista internacional masculino activo que se declaró abiertamente homosexual. Acababa de cumplir 27 años.
«No sentía miedo en aquel entonces. Tenía miedo a los 18, 19 años», indica. «La gente me pregunta: ‘¿Cambiaste? ¿Pasó algo?’ No funciona así. Yo nací con [mi sexualidad]. A los 13, 14 años, sentía algo… distinto. Pero no piensas demasiado en ello».
El autodescubrimiento, la comprensión, incluso la aceptación, puede tomar tiempo; con el trayecto personal lleno de ansiedad. El fútbol, que no siempre es el entorno más positivo para emprender semejante rumbo, acaparó la atención. A los 22 años, Jankto tuvo a su hijo David con su entonces novia Markéta Ottomanská. Tenía 25 años, acababa de pasar de la Sampdoria al Getafe de España cuando su vida empezó a abrirse. «Cuando me lo reveló me dio una gran libertad», expresó Ottomanska posteriormente.
«Obviamente, la relación no fue la mejor: fue un momento difícil para ella, pero lo conversamos todo. Ahora, todo quedó explicado», recuerda Jankto. «No es fácil, pero sigues hablando. Lo que importa es nuestro hijo, su crecimiento. Todo lo que hacemos, lo hacemos por él. Tiene cuatro años y medio y no ha visto lo que ocurrió».
«Realmente no sé cuándo decidí [salir del armario públicamente]», prosigue. Cuando lo hizo público, su familia y mejores amigos ya lo sabían desde hace 18 meses. Les informó a sus compañeros del Sparta seis semanas antes.
«Mis compañeros de equipo fueron fantásticos; fue totalmente normal, nada cambió».
A su regreso a Chequia proveniente de España, sus padres, hijo y amigos cercanos le prestaron su ayuda. «Mi familia me ayudó en todo sentido. No hubo absolutamente ningún problema», expresa. «Cuando estás en casa, es mucho más fácil. Quizás, si no hubiera ido a Praga, no hubiera ocurrido. No lo sé».
Jankto pensó al respecto, se preguntó qué hacer, cómo reaccionaría la gente, si ayudaría revelar su secreto. No solo a él, sino también a otras personas. Tuvo la conclusión de que realmente no había una decisión por tomar: ésta era la única forma de asumir el control y seguir con su vida, su carrera. Simplemente siendo él. No iba a ser obligado a abandonar la trayectoria que había forjado, el deporte que ama. Ottomanská se refirió a chismes de los que fue objeto. «Estoy muy orgullosa de que haya reunido la fortaleza para hacerlo público. Estoy segura de que se sintió aliviada», indicó.
«Hay una situación en la que quizás quiera empezar a salir con chicos, en la que el sexo se convierte en un tema. La gente habla [sobre] mí», indica Jankto. «No me quería esconder. Quizás vea un video en YouTube o un TikTok, o envío un mensaje a alguien, o salgo con chicos, y sientes temor de que alguien lo vea. Escondes tu teléfono. No quería hacer eso, era una sensación mala. Quizás si salgo con un chico, también debía esconderme. No estabas seguro de que no publicaría algo [sobre ti]. No podía hacer lo que quería con mi vida y decidí que tenía que hablar».
«Pensaba: ‘Muy bien, basta ya. Se lo diré a todos'», prosigue Jankto. «Quizás será difícil, pero se lo contaré una vez a todo el mundo y me sentiré bien. Ahora no tengo que hacer esas cosas; esa es la diferencia. Me siento bien. Si estoy libre, puedo salir, relajarme, escuchar música, divertirme. Lo necesitas».
En un video publicado en internet en febrero de este año, Jankto se convirtió en el primer futbolista internacional activo en salir del armario.
«Hice el video [de salida del clóset] con un amigo, Frantisek Dumek, que trabaja en diseño gráfico y video para mi empresa Sampi eSports y lo hicimos bien. Tiene un aspecto profesional, pero fue tomado con una cámara normal».
«Solo dije: ‘vamos, hagamos el video’. Y lo hicimos».
¿En sólo una toma?
«Solo una».
El video dura 39 segundos.
«Hola, soy Jakub Jankto», comenzó su relato.
«Como todo el mundo, tengo mis fortalezas, tengo mis debilidades. Tengo una familia, tengo mis amigos. Tengo un empleo, en el que me he desempeñado lo mejor posible durante varios años, con seriedad, profesionalismo y pasión. Como todo el mundo, también quiero vivir mi vida en libertad sin temores, sin prejuicios, sin violencia, pero con amor. Soy homosexual y no quiero seguir escondiéndome».
LA REPERCUSIÓN FUE COLOSAL. Jankto recuerda la receptividad a su video. «Mi amigo dijo: ‘oye, ese fue el segundo video más visto en la historia’ de la República Checa. Y solo dije: ‘¿por qué?'»
«Por supuesto que es algo tremendo; Jakub ha demostrado que se puede ser gay y jugar en una de las Cinco Grandes Ligas de Europa», afirma Thomas Hitzlsperger, el ex internacional alemán que salió del armario tras su retiro en 2013. «No es fácil. Me habría encantado salir del clóset cuando estaba jugando. Lo intenté, pero me dijeron que no, lo que probablemente era un buen consejo en aquel momento, porque yo no era suficientemente fuerte. También me lesionaba mucho y no quería fortalecer el estereotipo de que los gais son débiles y vulnerables».
«Estas historias importan porque son tan raras, especialmente en el deporte masculino… seguimos viviendo en un mundo de primeras ocasiones», indica Jon Holmes, periodista fundador de Sports Media LGBT+ y que labora para la campaña Football v Homophobia.
«Un jugador de la importancia de Jankto pone su cabeza por encima del parapeto y, porque todos hemos pasado por ello, luchando con una parte de quien eres, automáticamente sientes una conexión… que puede ser tremendamente edificante para muchas personas. Alzar ese peso une a la comunidad y hay un efecto galvanizador cuando un personaje público habla al respecto, llevándolo más allá de una historia únicamente personal».
Era un modelo para seguir, a pesar de su reticencia. Jankto se siente orgulloso de lo que hizo; sin embargo, si existe un tema recurrente en su historia, es el de la normalización. No hay campañas, ni aspiraciones de crear un nuevo perfil público o convertirse en activista. El orgullo gay no es lo suyo, según indica, y no se siente cómodo con la idea de aconsejar a alguien si debe salir del armario o no: «Haz lo que tengas que hacer, lo que sientas que es bueno para ti a nivel personal. Que los demás no te importen demasiado», indica.
A pesar de ello, lo que ha hecho por los demás es algo importante, que forma parte de su motivación. Y el hecho de que sigue siendo el único es indicio de la magnitud del paso que ha tomado recientemente. «Piden que te conviertas en vocero, porque eres el único», añade Holmes.
«Le dije a Frantisek: ‘Solo es un video, un video normal'», indica Jankto. «Pero, cuando se trata de la sexualidad, de algo nuevo, la gente habla más. Es sorprendente que yo fuera el primero en anunciarlo».
Entonces, ¿por qué lo eres? ¿Por qué tuviste tú que ser el primer futbolista internacional? ¿Por qué los demás no quieren hacerlo?
«Es una buena pregunta», responde Jankto. «El fútbol fue, y creo que sigue siendo, un poco homofóbico. Es como es; no puedo cambiarlo. Hay mentalidades distintas en todas partes; en algunos sitios es más normal. Me sorprende que sea el primero en decirlo, como si fuera algo nuevo; quizás ahora no tenga que serlo. Es 2023, no quiero que los futbolistas tengan que dar explicaciones. Me siento bien si, [siendo] gay, hetero, no tengan que anunciar [su sexualidad] como si fuera una novedad, como tuve que hacerlo yo».
«El video tuvo 20, 25, 30 millones de visualizaciones. Fue una bomba», prosigue Jankto. «Recibí millones de mensajes, fue increíble. Recibí apoyo del Real Madrid, Arsenal, Barcelona, todos los clubes grandes. No me lo esperaba. Fue grandioso, y ayudó. Pero también conlleva presión. Esperaba que algo ocurriera, pero creía: ‘Bueno, será después de las primeras dos, tres semanas…»
Pero no fue así. Si bien Jankto siente gratitud por los mensajes de apoyo y agradecimiento, el anuncio trajo escrutinio, presión y una presencia que no había buscado y a la que sigue mirando con reticencia. Una responsabilidad, un mérito, que no busca.
«Pero el mensaje es importante y él es un modelo para seguir, independientemente de si busca serlo o no», indica Hitzlsperger.
«La primera razón para salir del armario fui yo mismo; después, quizás ayudar a alguien que pasa por lo mismo», expresa Jankto. «Quizás es una novedad en el fútbol, pero no es algo malo. Creo que es algo normal, y creo que di un ejemplo muy bueno, un gran ejemplo. Y ahora, quizás la gente perciba que no hay razón para esconderse. Creo que beneficia a mucha gente».
«Lo volvería a hacer», prosigue el volante. Ahora puede decirlo. Pero en las semanas inmediatamente posteriores a su salida del armario, pudo haber tenido una sensación distinta. Si se quitó un peso de encima, le pusieron un fardo mucho más difícil de cargar. «Siendo sincero, fue difícil», indica. «[Ahora] acabo de pasar por esa situación. Ahora, hablo de cosas normales, pero quizás en febrero, fue…»
Toma una pausa. «Necesitaba algo de tiempo para mí, para respirar. Siempre me había exigido, desde que tenía 18 años, buscando la mejor forma de rendir al máximo. Siempre pensaba en el fútbol, en el aspecto profesional; pero nunca pensaba en mí, en lo que quiero hacer. Quizás en marzo, abril, dije ‘al ca—- todo’ (disculpa la mala palabra), pero necesitaba un poco de tiempo para mí, ¿sabes?»
Con el apoyo del director deportivo Tomáš Rosický, el entrenador Brian Priske y los capitanes David Pavelka y Ladislav Krejci, el Sparta le dio a Jankto el espacio que necesitaba. Jugó 20 minutos contra Jablonec seis días después del anuncio ingresando a la cancha en medio de una ovación; cuatro partidos más en marzo y uno en abril. Luego se apartó, viajó, se tomó su tiempo, lo asumió todo. Solo jugó un encuentro más en Copa, contra su amigo Broukal.
«He allí la belleza del fútbol: fui a Italia para verle jugar contra Ronaldo y ahora nos enfrentamos. Ahí no hay amistades. No le patee, pero no habría dudado en hacerlo», dice Broukal entre risas. «Por supuesto, no es justo tener toda esa presión añadida y todos solo desean ser futbolistas, pero Jakub es un chico inteligente: entendió las responsabilidades. También es fuerte: quizás eso le viene de haber dejado su casa siendo joven».
«Si puedo superar esto», indica Jankto, «puedo enfrentar cualquier situación».
Muchos consideraron que el video fue un comienzo. La intención de Jankto era que se convirtiera en un final.
«Quería que fuera así: Una vez que diste el mensaje, dejas de hablar al respecto. Que se hubiera terminado para febrero. No quiero seguir conversando con el entrenador, los directivos, los aficionados, jugadores, con quien sea, sobre sexualidad, sobre temas personales. Quiero trabajar, quiero hablar de fútbol, dar el 100%. Que [la sexualidad] acabase allí».
«Podemos conversar sobre lo que sea, pero no necesitamos seguir hablando sobre esa situación», prosigue. «¿Por qué? ¿Es algo extraño? Esas preguntas eran preguntas estúpidas. La gente preguntaba cuáles eran mis expectativas cuando salía a jugar, si esperaba oír silbatinas, comentarios. Y yo pensaba: ‘¿por qué eso es una pregunta?’ No hay motivo. No es nada. Y no ha sido nada y estoy contento por ello, porque todos pueden hacer lo que queremos hacer [en la vida]. Nadie, nadie pitó [en son de burla] y todo salió muy bien. Me alegro por ello. Estoy muy, muy contento».
«La gente quiere que me convierta en capitán de cierta comunidad. Siempre digo: miren, los respeto a todos, a toda la comunidad, a toda la gente. Pero solo me quiero centrar en mí mismo, en mi equipo, en el Cagliari, quizás también en la selección. No puedo decidir por los demás. Si quieren hablar, muy bien, que hablen. Solo quería darles a todos un mensaje. Creo que salió muy, muy bien. Y allí se terminó. Solo quería dar un mensaje y, sí, ahora seguimos adelante».
LA MAÑANA SIGUE OSCURA CUANDO JANKTO se prepara para ir al gimnasio. Sólo él y el guardia de seguridad están presentes. «Voy, escucho música (Jay-Z, Rihanna, Madonna, también temas viejos) y trabajo en mí mismo. Quiero y necesito ese tiempo».
Descansa, desayuna, entrena con su equipo y horas después, llega al estadio. Entra con mate (la bebida herbal sudamericana) en mano, las iniciales de su hijo estampadas en la taza, y una botella llena de pegatinas: The Sex Pistols, Foo Fighters, los Rolling Stones, Rage Against the Machine. Un hábito aprendido de los compañeros uruguayos de mayor edad (Gastón Ramírez, Mathias Oliveira, Mauro Arambarri, Damián Suárez, Gastón Pereiro) y transmitido a los más jóvenes.
Hay algo casi simbólico en su regreso a Italia, para volver a comenzar. De vuelta al deporte, a ser él mismo. Él mismo, de verdad. Jakub Jankto, futbolista.
«¿De qué conversamos aquí?», afirma mientras mira al vestuario. «De fútbol. Existe una diferencia entre este vestuario y la cancha de entrenamientos. También depende: con chicos de 18, 19, 20 años, quizás no se puede hablar de política. Cuando eres joven quizás sientes un poco de miedo, demasiado respeto. Ahora soy más relajado, tengo más experiencia. Tengo una responsabilidad mayor. Pero no me siento como si fuera un capitán. Leonardo Pavoletti, Viola, Gianluca Lapadula… esos son los líderes. Una hora antes del partido, estamos aquí, pensando en lo que puede ocurrir».
A la salida, hacia la izquierda, está la zona donde se forman los equipos. El lugar donde incluso ahora, nueve años después de iniciada su carrera profesional, siente nervios. Este es un negocio serio. Si puede, Jankto gusta de ser el último en salir, pero eso no siempre depende de él. Tras las puertas de cristal, cuidando no pisar el escudo del Cagliari, está la cancha, dentro del estadio cuadrado que lo rodea.
«Los hinchas están cerca: intensos, bulliciosos, son el jugador número 12», afirma Jankto. «Cuando pasamos por un mal momento no nos pitan, no dicen cosas. [Por el contrario] nos alientan. Hace pocas semanas estábamos abajo 3-0 y sentimos la energía. Ganamos 4-3».
Jankto habla con afecto de todos los clubes con los que ha jugado y los sitios en los que ha estado, desde Udine y Genoa hasta Madrid. A 15 minutos de la cancha del Getafe, Boadilla del Monte puede ser el lugar donde más disfrutó vivir.
La isla se mantiene en mayor medida sin explorar (hoy es su primera oportunidad) pero también aparenta ser un buen sitio para haber llegado. También un buen club.
Sentado en la tribuna está Stefano Melis, director general del Cagliari. «Este club es único», afirma. «Representamos realmente a un pueblo: es el club de la isla, de los sardos en todo el mundo; hay algo especial en ello, algo unificador. Tenemos un proyecto llamado Be As One , que defiende la igualdad y la inclusión. Es una especie de manifiesto, un conjunto de valores, una especie de estrella polar que nos guía todos los días».
¿Tiene algo que ver Jankto? «Creo sinceramente que Jakub, al igual que el resto del equipo, es especial. El Cagliari elige a sus jugadores dentro y fuera de la cancha. Jakub es uno de ellos», indica Melis.
El hombre que lo eligió fue el entrenador Claudio Ranieri. «Jankto es un gran jugador, un artista. Es fuerte, corre como el demonio, tiene buenos pies, buenas diagonales, asistencias, goles… Es un chico dorado», comentó a los periodistas durante los preparativos de temporada. «Vi su perfil y en el vestuario, que es una familia; estoy convencido de que no habrá ningún problema».
No ha habido ninguno, según afirma Jankto.
Ranieri también indicó que no habría necesidad de darle a Jankto protección especial y eso también se ha confirmado con el pasar del tiempo. «Entiendo cómo debe haberle costado expresar algo que es natural. Fue duro para él y para quién sabe cuántos chicos más, no solo en el deporte. Estaría bien que hubiera más mensajes como el suyo. La madre del ignorante siempre está encinta: quizás algún idiota dirá algo. Pero creo que un chico que ha hecho lo que él ha hecho ya es fuerte por dentro».
El sentimiento es mutuo: Ranieri, técnico de Jankto en la Sampdoria, fue una de las razones tras su regreso, para volver a comenzar de la mano del hombre con quien se sentía cómodo para reanudar la andadura. «¿Quieres que te cuente una historia de Ranieri? Hay muchas», dice Jankto entre risas.
«Llevó al Cagliari de la Serie B a la Serie A, de verdad es como un rey en la ciudad y me quería fichar. Me satisface mucho trabajar con él. Bromea después de los partidos. Pude haber marcado o asistido y él dice: ‘Kuba, ¿jugaste hoy? No te vi’. No digo nada porque lo respeto demasiado. Pero en el partido, cuando eres emotivo, me grita y quizás soy la persona demasiado sensible y le devuelvo el grito».
«Conoce muy bien a los jugadores, la mentalidad. Él conecta. Tiene amplia experiencia, sabe exactamente cómo funciona el fútbol. A veces, crees que hace algo extraño, pero termina demostrando que tenía razón», añade Jankto.
EL AUTO SUBE LA EMPINADA CUESTA desde la playa hasta la Terrazza Umberto I en lo alto del Bastión de San Remy, mientras el sol termina de ponerse sobre el Mediterráneo. La oscuridad vuelve a caer en un largo día, y es difícil pensar en alguien tan atento, tan generoso, tan comprensivo como el futbolista que mira al mar, reflexionando sobre todo lo ocurrido, un año que ha cambiado su vida y, de hecho, la de muchas personas.
Entonces, ¿ahora qué? ¿Qué viene después?
«Me acerco a los 28 años, a la edad mediana. Soy el hombre que piensa en otras cosas, más que otros jugadores. Tengo una empresa de esports y estamos creando algo bueno. La gente dice que soy un futbolista inusual, pero así soy yo, estoy contento conmigo mismo y no necesito cambiar. Además, siempre he tenido la idea de que me gustaría entrenar, pero solo a niños. Creo que tengo una buena cabeza, buena mentalidad. Mis padres me dieron una buena educación. Debo mejorar el inglés. Quizás, quién sabe, me vaya a vivir a los Estados Unidos cuando sea mayor».
«Pero, por ahora, sólo quiero jugar al fútbol», prosigue. «No quiero pensar mucho, demasiado. Estoy cien por ciento centrado en el Cagliari. Hay buena gente y veo un futuro brillante. Sabíamos que sería difícil porque venimos de la Serie B, hay equipos mejores, pero somos una plantilla fuerte y con la ayuda de nuestros aficionados, esperamos seguir en la Serie A. Haré todo lo que pueda y si las actuaciones son muy buenas, también iré a la selección».
El último partido de Jankto defendiendo la causa checa fue en agosto de 2022 contra España. La federación está inmersa en el caos, con tres jugadores vetados por haberse ido de fiesta con un ejecutivo de la federación en plena fecha FIFA y la renuncia del técnico. Jankto también dio un paso atrás.
«Estoy contento de que hayamos clasificado a [la Eurocopa 2024 en] Alemania. Lamentablemente, el seleccionador [Jaroshav Šilhavý] ha dicho que no quiere seguir, por lo que ahora cambiarán las cosas y veremos qué ocurre», afirma. «En estos últimos meses me he centrado más en mi familia. Durante los parones internacionales, me voy a Praga para estar con mi hijo y mis padres. Es difícil estar lejos de él, lo extraño, pero hay que trabajar y tengo un empleo que me permite hacer cosa que los demás no pueden, como ir a Disneyland, disfrutarlo juntos. Si quieres recibir en la vida, tienes que dar».
«Solo tiene cuatro años, sabe que soy futbolista, pero es demasiado pequeño como para entender», añade Jankto. «Solo quiere ver a su papá. Cuando te centras más en tu familia, quizás no te centras demasiado en la selección. Pero, obviamente, si el nuevo entrenador quiere que juegue y me convoca, estoy disponible para todo. Por otra parte, estoy contento con mi familia».
«En el fútbol, lo que pasó, pasó. Marcas y al día siguiente ya no piensas en ello. Hay otro partido por jugar. Esa mentalidad es positiva y quizás me está ayudando, me exige. Cuando era más joven, quería jugar con el balón, pero ahora me centro más en el equipo, con mejor táctica. Y el fútbol sigue siendo divertido. Nadie dice: ‘Oye, tienes que jugar’. Esto es lo que siempre soñé».
«¿Lo peor del fútbol? No hay nada realmente malo. Claro, no elegimos [asumir] esta responsabilidad; pero, una vez que te haces profesional, debes dar un buen ejemplo, intentar dar un mensaje positivo. Hacemos nuestro mejor esfuerzo. Al menos, intento dar lo mejor de mí. Claro que cometeré errores (los he cometido y volveré a errar), pero hago el intento. Estoy feliz».