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·7 de noviembre de 2025
La Máquina Perfecta de Pellegrini: El Betis consolida su racha con un triunfo de oficio y jerarquía ante el Lyon

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Más que una simple victoria, el último triunfo del Real Betis Balompié representa la consolidación de una mecánica de juego implacable y un estado de gracia colectivo. Con Isco como espectador de lujo, la figura de Antony emerge no solo como un goleador en racha, sino como el faro ofensivo de un equipo que transpira confianza. Sin embargo, atribuir este éxito únicamente al talento individual del brasileño sería subestimar la obra de ingeniería táctica que dirige Manuel Pellegrini. El mérito radica en haber construido una plantilla en la que cada pieza, desde la rotación más discreta hasta el líder indiscutible, comprende su rol a la perfección, funcionando como un todo coordinado y letal.
La solvencia mostrada ante un rival invicto como el Lyon no fue fruto de la casualidad, sino de una superioridad táctica manifiesta. El equipo no solo ganó; lo hizo con una contundencia que desarma, resolviendo el partido de manera pragmática en el primer tiempo con un contundente 2-0. Que los artífices volvieran a ser los extremos Abde y Antony, intercambiando incluso su orden de anotación, subraya la sistematicidad del plan de Pellegrini y la repetible eficacia de sus mecanismos de ataque. Esta vez, el chileno priorizó claramente el compromiso europeo, como lo demuestra una rotación mínima—solo cinco cambios—en comparación con las alteraciones más profundas de jornadas anteriores, una decisión estratégica que el equipo ejecutó con precisión absoluta.
Este rendimiento espectacular, donde los resultados parecen decidirse con antelación, es el síntoma de un equipo que ha alcanzado un nivel de madurez y «suficiencia» en el mejor sentido de la palabra. Mientras Antony acapara los elogios—y con razón—, la verdadera clave reside en la solidez del colectivo. Con Isco esperando como un «león enjaulado» para reforzar aún más el mediocampo, y una defensa que blinda al guardameta, el Betis de Pellegrini se perfila no como un equipo de momentos, sino como una máquina bien engrasada cuyo rendimiento, lejos de ser efímero, parece sostenido por la sapiencia de su técnico y la convicción inquebrantable de toda la plantilla.









































