La Noria se enciende: Cruz Azul vive un banderazo inolvidable antes del Clásico Joven | OneFootball

La afición cementera desbordó pasión y orgullo en La Noria, donde el equipo fue arropado con cánticos, humo azul y una energía que promete acompañarlos ante América.

La Noria volvió a vibrar. A un día del Clásico Joven del Apertura 2025, las instalaciones de Cruz Azul se transformaron en un auténtico hervidero de pasión. Desde temprano, decenas de aficionados comenzaron a llegar a la entrada principal con banderas, tambores, trompetas y una sola consigna: alentar al equipo antes de uno de los duelos más esperados del semestre.

La Sangre Azul, junto a otros grupos de animación, organizó un nuevo banderazo celeste, evocando aquellas jornadas de Liguilla o finales en las que la afición se funde con el equipo para impulsarlo rumbo a la victoria. El ambiente fue una auténtica fiesta, llena de cánticos, humo azul y blanco, bengalas y emoción desbordada. Familias enteras, niños con camisetas, y aficionados de todas las edades se unieron bajo un mismo grito: “¡Vamos cementeros!”

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En la cancha principal, mientras el plantel realizaba su última práctica, el entorno se convirtió en una postal inolvidable. Las gradas de La Noria, adornadas con mantas y banderas, parecían un pequeño estadio. El humo y los tirantes que formaban la palabra Cruz Azul completaron una escena cargada de simbolismo. No era un simple entrenamiento: fue un pacto entre la afición y el equipo, una promesa de entrega total ante su eterno rival.

UNA AFICIÓN UNIDA CON SU INSTITUCIÓN

El ambiente festivo se reflejó también en los jugadores, que respondieron con sonrisas y energía al cariño recibido. Durante el tradicional torito, las risas y bromas fueron la constante. Mateusz Bogusz y Ángel Sepúlveda recibieron la clásica “pamba” de sus compañeros, mientras Carlos Rotondi, entre risas, mordió a Erik Lira en un gesto de camaradería que arrancó carcajadas de todos.

Nicolás Larcamón y su cuerpo técnico salieron a saludar a la tribuna, conscientes del peso emocional que tiene este respaldo. Al finalizar el entrenamiento, el plantel completo se acercó para agradecer los cánticos y aplausos. Fue un momento de comunión total, una muestra de que Cruz Azul y su gente están más unidos que nunca.

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El cuadro cementero llega al Clásico Joven con la mira puesta en los primeros puestos de la tabla, pero con algo aún más importante: el orgullo. En el recuerdo todavía pesan las tres eliminaciones recientes ante el América, heridas deportivas que hoy sirven como motivación. Por eso, este banderazo no fue solo una fiesta, sino una declaración de guerra futbolística, una forma de decir que el equipo está encendido, la afición lista y el corazón celeste más fuerte que nunca.