Da igual la pelota
·26 de octubre de 2025
La Rosaleda recupera la sonrisa ante un Andorra decaido (4-1)

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·26 de octubre de 2025

La Rosaleda volvió a vibrar como en las grandes noches. El Málaga CF firmó una actuación sobresaliente ante el Andorra (4-1) en un partido que tuvo de todo: fútbol de calidad, momentos de tensión, una expulsión que pareció cambiar el guion y, finalmente, una avalancha de goles que devolvió la ilusión a la afición malaguista.
Los de Sergio Pellicer demostraron carácter, temple y pegada para sobreponerse a la inferioridad numérica y firmar una de las victorias más completas del curso. El protagonismo fue repartido, pero los nombres de David Larrubia y Jauregi quedaron grabados en el marcador y en la memoria de los aficionados.
El choque arrancó con mucha intensidad y alternancia en el dominio del balón. El Andorra intentó imponer su estilo de toque, pero el Málaga respondió con agresividad en la presión y transiciones rápidas. Muy pronto, Joaquín Muñoz y Chupe empezaron a generar peligro en el área rival, obligando a Yaakobishvili a intervenir con acierto.
El primer aviso serio llegó en el minuto 11, con un disparo de Larrubia que rozó el palo. Era la antesala del primer estallido de la tarde. En el minuto 20, el ‘10’ malaguista cazó un error del meta visitante en la salida de balón, recortó con clase dentro del área y definió con un disparo ajustado imposible para el portero. Golazo de pura calidad, de esos que cambian el rumbo de un partido.
El tanto espoleó al equipo de Pellicer, que a partir de ahí jugó con una confianza total. Dotor tuvo el segundo tras una asistencia del propio Larrubia, pero su remate se marchó alto. En defensa, Diego Murillo y Javi Montero ofrecieron una actuación muy sólida, secando a los atacantes andorranos y mostrando jerarquía en cada acción.
A pesar de un doble disparo al palo de Marc Domènech y un balón salvado in extremis sobre la línea, el Málaga mantuvo su ventaja hasta el descanso (1-0), con Herrero seguro bajo palos y la grada entregada al equipo.
La reanudación trajo consigo una inesperada dosis de drama. En el minuto 49, Brasanac fue expulsado con roja directa tras una dura entrada sobre Le Normand. El golpe fue claro y el árbitro no dudó. Quedaban más de 40 minutos por jugar y el Málaga debía sobrevivir con uno menos.
Lejos de venirse abajo, el conjunto andaluz sacó pecho. Pellicer reaccionó con rapidez y dio entrada a Juanpe y Lobete, buscando frescura en la medular y profundidad en ataque. La respuesta fue inmediata: en el minuto 58, una brillante combinación entre Larrubia y Lobete terminó con el delantero cruzando la pelota al fondo de la red. El 2-0 desató el júbilo y evidenció el carácter competitivo del equipo.
El Andorra, con superioridad numérica, intentó reaccionar. Olabarrieta estrelló un balón en el larguero y Villahermosa probó fortuna desde fuera del área, pero se toparon con un Herrero atento y una defensa bien ordenada.
Cuando parecía que el partido pedía calma, Pellicer volvió a mover piezas. Entraron Izan Merino, Rafa Rodríguez y Jauregi para refrescar piernas y mantener la intensidad. Y el plan no pudo salir mejor.
El tramo final fue un festival ofensivo del Málaga, que aprovechó los espacios del rival para rematar la faena. En el minuto 86, Lobete condujo una contra perfecta y asistió a Jauregi, que definió con una clase tremenda por encima de Yaakobishvili. Era el 3-0 y el estadio coreaba el nombre del delantero.
El Andorra maquilló el resultado en el 90’ con un cabezazo de Manu Nieto, pero el cuadro blanquiazul tenía aún guardado un último rugido. En el 95’, Jauregi se sacó de la chistera un golazo: control en la frontal, recorte, y disparo raso que se coló bajo el portero. Su segundo tanto personal y el definitivo 4-1 que cerraba una noche redonda.
El Málaga CF necesitaba un golpe de autoridad, y lo consiguió con creces. El equipo fue valiente, compacto y letal en los metros finales. Ni siquiera la expulsión de Brasanac descompuso a un grupo que mostró madurez y convicción.
David Larrubia volvió a ser el faro del ataque, combinando talento, visión y sacrificio; Lobete aportó chispa y determinación; Jauregi, la efectividad de los grandes delanteros; y la zaga, con Murillo y Montero al mando, ofreció seguridad y temple. En el banquillo, Sergio Pellicer manejó los tiempos con maestría, demostrando por qué el equipo cree ciegamente en él.
Con este triunfo, el Málaga suma tres puntos vitales que lo reenganchan a la zona alta de la clasificación y, sobre todo, refuerzan la comunión con su afición. La Rosaleda vuelve a sonreír… y a soñar.
Autor: IzanDHH.
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