La vieja traición entre Austria y Argelia que vuelve a escena en el grupo de Argentina | OneFootball

La Selección Argentina ya conoce sus rivales de grupo y aunque no se registran antecedentes pesados frente a ninguno de ellos, entre los europeos y los africanos hay una herida histórica que vuelve a tomar relevancia.

La rivalidad nace en España 1982, en un Mundial que marcó el debut mundialista de Maradona y que también dejó una de las polémicas más grandes de todos los tiempos. En ese Mundial Austria y Alemania Federal protagonizaron un pacto silencioso que dejó fuera a Argelia, que hasta ese momento estaba haciendo historia: le había ganado por primera vez un africano a un europeo y había llegado a la última fecha con chances de clasificar.

El Grupo 2 de aquella copa también incluía a Chile. Los argelinos le habían ganado 3–2 a los chilenos y tenían vida. Austria, con puntaje ideal, había superado a ambos. La definición quedó servida para el partido entre los vecinos europeos. Y el escenario se volvió propicio para la sospecha: los alemanes sabían que, si ganaban 1–0, clasificaban; y los austríacos, perdiendo por ese mismo resultado, también avanzaban.

Eso fue exactamente lo que pasó. A los 10 minutos, Hrubesch marcó el único gol del partido en El Molinón. Desde ahí, el encuentro se transformó en una postal vergonzosa: dos equipos pasándose la pelota sin intención de atacarse, sin riesgo, sin competir. El mundo entero explotó. Argelia quedó afuera con impotencia. Y esa tarde quedó bautizada como “El pacto de Gijón”.

La secuela fue tan fuerte que la FIFA cambió para siempre el formato: desde entonces, las últimas fechas de cada grupo deben jugarse en simultáneo. Sin ese escándalo, el fútbol no se ordenaba como lo conocemos hoy.

Y aunque pasaron más de cuarenta años, aquella tarde vergonzosa en El Molinón todavía ensucia el recuerdo entre Austria y Argelia. Ahora el Mundial 2026 los vuelve a juntar, como si el destino quisiera recordarles que algunas cuentas, sobre todo las que nacen de un pacto tan lamentable, nunca terminan de saldarse.