Las Palmas 2-1 Albacete: El Rescate de Pejiño ante la falta de vergüenza | OneFootball

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·25 de noviembre de 2025

Las Palmas 2-1 Albacete: El Rescate de Pejiño ante la falta de vergüenza

Imagen del artículo:Las Palmas 2-1 Albacete: El Rescate de Pejiño ante la falta de vergüenza

El Estadio de Gran Canaria se abrazó al triunfo por inercia y talento individual, no por convicción colectiva. El 2-1 ante el Albacete, que devuelve a Las Palmas a la cima, fue un ejercicio de rescate en una noche marcada por la vergonzosa pasividad del equipo insular en el primer tercio del partido. Los tres puntos valen oro, pero la lección es amarga: sin su sello de identidad, este equipo coquetea constantemente con el desastre.

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La peligrosa dejadez y el espectro del miedo


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El partido arrancó bajo el diluvio, y el ambiente frío se contagió al césped. La UD exhibió una alarmante sensación de ‘dejar hacer’. Con bajas sensibles como las de Marvin o Ale García, la respuesta del resto fue insuficiente: no hubo posesiones largas, no hubo control de la medular y, peor aún, se sentía el miedo constante a empezar por debajo en el marcador.

Era una UD espesa, incapaz de sacudirse el dominio sin balón de un Albacete bien plantado. El líder estaba desdibujado y se encaminaba hacia un bloqueo mental. Y entonces, cuando el ambiente olía a bronca, apareció la luz. No fue un sistema táctico, ni un ajuste de banquillo; fue la genialidad desatascadora de Pejiño.

Pejiño. El sol que rompió la niebla

El extremo, con su desborde puro y su capacidad para encarar, se echó el equipo a la espalda, rompiendo la inercia con sus conducciones verticales. Fue él quien forzó la falta lateral que se convertiría en el primer gol.

Iván Gil la puso al área y Manu Fuster —aplicando la temida ley del ex— sentenció con un cabezazo certero (17´). Fuster fue el ejecutor; Pejiño, el arquitecto de la reacción. Poco después, la verticalidad se mantuvo: Pejiño volvió a ser el origen de la jugada que, tras la asistencia de Fuster, culminó Milos Lukovic con un derechazo para el 2-0 (39´). En apenas veinte minutos, el genio individual había tapado las costuras de la negligencia colectiva.

Un agónico final con bocadillo de tornillos

El segundo tiempo fue la factura del exceso de relajación. La UD, creyéndose con el partido bajo control, cedió metros y la tranquilidad se esfumó de manera violenta. En el minuto 70, Jon Morcillo firmó la espectacularidad y el infarto con un misil teledirigido desde el centro del campo que sorprendió a Horkas. El golazo encendió las alarmas y convirtió los últimos veinte minutos en una agonía insoportable.

El Albacete, espoleado por el milagro, metió al líder en su área. Las Palmas tuvo que recurrir al oficio y a la épica defensiva, renunciando a su estilo. Los últimos instantes fueron un ejercicio de supervivencia donde cada despeje era un suspiro de alivio. El equipo aguantó el 2-1, pero la afición se marchó con el sabor de la victoria y el malestar de haber coqueteado peligrosamente con la catástrofe por dejar de hacer lo que sabe. El liderato es un premio inmenso, pero esta victoria es un aviso grave para el futuro: la inspiración no puede ser el único plan.

Nuestro MVP Soyde2a: Pejiño

(El desatascador moral y ofensivo del equipo. Rompió la inercia negativa con su verticalidad y fue clave en la gestación del 1-0 cuando el equipo estaba bloqueado.)

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