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·14 de agosto de 2025

Los “casi” más dolorosos: ¿por qué el sueño mundialista de Venezuela ahora es diferente?

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La palabra repechaje se ha vuelto parte de la conversación cotidiana de los venezolanos, casi como un mantra que nos acerca a un sueño que históricamente se nos ha escapado de las manos.

La Vinotinto está a un paso de asegurar su participación en la repesca para el Mundial de 2026, una oportunidad de oro para romper la única estadística dolorosa que nos queda en Sudamérica.


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Cuando aprendimos a creer

Hubo un tiempo en que Venezuela era la cenicienta, el punto seguro en el calendario de los rivales, pero todo cambió con la llegada del nuevo milenio; es que la eliminatoria para Corea-Japón 2002, bajo el mando de Richard Páez, fue el big bang de nuestra fe. Fue la primera vez que dejamos el último lugar de la tabla. Aunque matemáticamente no estuvimos cerca, esa selección nos enseñó a competir y a ganar partidos impensados.

En aquellos años, la Vinotinto era una rareza en las apuestas deportivas, una selección por la que nadie daba un centavo, y es que lograr una victoria de visitante era una verdadera hazaña. Hoy, la conversación es completamente distinta, y ese cambio de mentalidad nació con aquel grupo que nos hizo creer que sí se podía.

Luego, para Alemania 2006, la ilusión creció, llegando a estar en puestos de clasificación directa en el arranque de la eliminatoria, aunque el equipo se desinfló sobre el final. Pero estas situaciones nos demuestran que el sueño ya no era una locura, era una posibilidad.

La herida inolvidable de 2014

Si hay un «casi» que todavía duele, es el de la eliminatoria para Brasil 2014. Esa generación, liderada por la zurda mágica de Juan Arango, nos mantuvo con el alma en un hilo hasta la última fecha.

Fue la campaña más brillante y dolorosa de nuestra historia, pues peleamos de igual a igual con potencias continentales y llegamos a la recta final con chances reales.

Sin embargo, una vez más, el sueño se nos escapó por goles. Terminamos en el sexto lugar, empatados en puntos con Uruguay, que se quedó con el puesto de repechaje gracias a una mejor diferencia de goles.

Ver la tabla final fue un golpe durísimo. Estuvimos ahí, a un partido, a un gol de tener la oportunidad. Esa herida nos enseñó lo caro que cuesta un error y lo difícil que era el camino.

Un nuevo formato, una nueva esperanza

Por suerte, esta vez es diferente, ya que el Mundial de 2026 tendrá más equipos, y para Sudamérica eso se tradujo en más cupos. Seis selecciones clasifican directo y una séptima va al repechaje. Este nuevo escenario es una ventana que antes no existía.

En 2014, luchábamos por un quinto puesto casi inalcanzable. Hoy, la Vinotinto tiene en sus manos la posibilidad de asegurar ese séptimo lugar que nos da el derecho a pelear por un cupo en la repesca. El destino, por primera vez, depende casi exclusivamente de nosotros.

Sin dudas, la selección ha afilado sus garras con el pasar de los años, ascendiendo en el ranking de la FIFA, y con cada cicatriz ha quedado una lección que ya no se traduce en miedo. El sueño de ver a Venezuela en un Mundial es el mismo de siempre, pero la ruta para alcanzarlo, por fin, parece un poco más despejada.

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