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·3 de diciembre de 2023
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Bangkok, Tailandia | AFP
El teqball, joven disciplina híbrida entre el fútbol y el tenis de mesa, concluyó este domingo sus primeros Mundiales fuera de Europa, con un número récord de participantes y el brasileño Ronaldinho como invitado de honor.
"Yo jugaba a algo parecido cuando era futbolista, sobre una mesa un poco diferente", recuerda para la AFP el campeón del mundo en 2002, convertido en embajador de ese deporte.
Entretenido y espectacular, el teqball gana adeptos, sobre todo entre los más jóvenes, bajo la imagen del antiguo jugador del FC Barcelona de exquisito toque de pelota.
En torno a una mesa con las esquinas curvas, dos jugadores o dos parejas se enfrentan en una especie de tenis-balón sin poder utilizar manos ni brazos.
Con jugadas en las que se lleva el pie por encima de la cabeza para hacer 'smash' o servir, los 'teqers' rivalizan en elasticidad y destreza para imponerse en los partidos a dos sets ganados.
Creado en los años 2010 en Hungría, el teqball cuenta actualmente con más de un millón de practicantes, de los que cerca de un millar de deportistas participan en competiciones internacionales.
"Es la historia de tres húngaros que querían seguir jugando a fútbol sin lesiones", es decir, evitando los contactos, explica Viktor Huszar, uno de sus inventores.
El empresario logró establecer contacto con Ronaldinho a través del entrenador neerlandés Henk ten Cate, que pasó por el MTK Budapest y el FC Barcelona como técnico adjunto.
Los inventores del deporte patentaron el diseño de la mesa de bordes curvados, lo que hace imposible su producción por otras empresas que no sean la suya.
"El deporte es un negocio", revela este hombre que sueña con un Clásico entre el Barça y el Real Madrid en versión teqball.
El teqball ha seducido a varias estrellas del balón redondo, como Neymar o Sadio Mané, vistos en redes sociales en torno a la famosa mesa, que lo consideran un buen ejercicio para trabajar su técnica.
Incluso clubes profesionales se han unido al movimiento.
"En el teqball, hay que variar los toques. A los futbolistas no les gusta demasiado eso, no quieren pegar con el pie izquierdo cuando son diestros, o cambiar la parte del cuerpo, eso lo detestan", sonríe Hugo Rabeux.
Este pionero del teqball en Francia, de 34 años, es uno de los pocos que pueden vivir de ese deporte, gracias a una decena de patrocinadores y a las dotaciones de los torneos.
"El que no logra buenos resultados no puede vivir de ello", explica este antiguo centrocampista defensivo que llegó a jugar en la quinta categoría del fútbol galo.
Organizados en la capital tailandesa, con DJ y juegos de luces, los primeros Mundiales fuera de Europa atrajeron a un número récord de participantes, 211 -80 mujeres-, procedentes de 61 países diferentes, según los organizadores.
Algunos han descubierto hace poco ese deporte, como la camerunesa Marie Letitia Togodne Yaoussou, que comenzó cuatro meses antes de la competición.
Aterrizó en el teqball desde el tenis de mesa: "Nunca antes había jugado a fútbol", confiesa la joven de 23 años, que trabaja en un despacho de auditoría en Duala.
En la ciudad portuaria tiene que entrenarse sola ante la ausencia de más practicantes.
"Cuando el deporte se desarrolle la gente vendrá un poco más", concluye esperanzada.
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