Dosis Futbolera
·28 de septiembre de 2025
Los pecados de Xabi Alonso

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·28 de septiembre de 2025
Al Madrid se le atragantó el primer gran examen del curso. Un rival de entidad lo puso frente al espejo y el resultado fue un suspenso rotundo. Decisiones discutibles en la pizarra, falta de energía en el campo y una gestión de cambios tardía dejaron al equipo en evidencia en el Metropolitano.
El plan del técnico no convenció desde el inicio. La titularidad de Bellingham, tras apenas unos minutos acumulados, fue la primera incógnita. El inglés nunca encontró su lugar, perdió peso en ataque y se limitó a acciones aisladas en defensa. En contraste, el sacrificio fue claro: Mastantuono, uno de los más en forma, arrancó en el banquillo pese a su gran partido previo. Cuando entró en la segunda mitad, agitó al equipo, generó ocasiones y hasta acabó con más centros que nadie en apenas media hora. Su suplencia sigue siendo un misterio.
Tampoco ayudó la temprana sustitución de Güler. Con amarilla, sí, pero siendo el único que había aportado dinamismo y asistiendo en los dos goles. Xabi optó por protegerlo y perdió así a uno de los pocos futbolistas que parecía conectado con el ritmo del derbi.
La intensidad, una de las señas de identidad de este nuevo Madrid, desapareció. El equipo, que venía promediando más de seis recuperaciones altas por encuentro, apenas robó un balón en campo rival. En total, 32 recuperaciones, muy lejos de las 54 que firmó solo cuatro días antes. Lo reconoció el propio técnico: “Lo más preocupante es por qué nos ha faltado esa intensidad”.
Los cambios, además, llegaron tarde. El 3-2 obligaba a reaccionar antes, pero el entrenador no movió piezas de ataque hasta el minuto 70 y guardó un cambio para el 89, cuando el partido estaba prácticamente sentenciado. De los 38 movimientos que ha hecho en Liga, 33 han llegado después del 70’. Un patrón que empieza a pesar.
El derbi dejó al descubierto a un Madrid que había vivido hasta ahora en un escenario amable: pleno de victorias, pero sin grandes rivales delante. Igual que en el Mundial de Clubes ante el PSG, el primer gigante de la temporada acabó descarrilando a un equipo aún en fase de construcción. Esta vez, sin excusas.