Luz verde al Barcelona para el Gamper 2025: 1º Objetivo cumplido | OneFootball

El Ayuntamiento de Barcelona ha concedido al FC Barcelona la licencia de obras necesaria para disputar el Trofeo Joan Gamper 2025 en el Spotify Camp Nou, aunque el partido sigue condicionado a la obtención final de la licencia de primera ocupación, prevista para agosto.

El regreso del Gamper al Camp Nou: luces verdes, pero semáforo en ámbar

El Camp Nou se prepara para una reapertura que es tan simbólica como burocráticamente compleja. El Ayuntamiento de Barcelona ha concedido al FC Barcelona la esperada licencia de Actividades y Obras que permitirá disputar el Trofeo Joan Gamper 2025 el próximo 10 de agosto en el Spotify Camp Nou. Pero antes de que vuelva a sonar el himno blaugrana en el templo remodelado, queda un obstáculo legal por superar: la licencia de primera ocupación.

Sí, el permiso que realmente permite abrir las puertas al público aún no está en manos del club. Y como suele ocurrir en las grandes gestas administrativas, todo se decidirá en los últimos minutos del partido.

Una cuenta atrás ajustada: la licencia definitiva, pendiente

El club catalán ha entregado toda la documentación exigida y espera que el Ayuntamiento le conceda la licencia de primera ocupación en la primera semana de agosto. Sin embargo, esta decisión depende de la finalización de una serie de obras imprescindibles, cuya conclusión está prevista, con suerte, para finales de julio. Como si de un VAR urbanístico se tratara, la inspección final será la que determine si se puede o no abrir el estadio parcialmente.

El Ayuntamiento ha sido claro: no habrá licencia sin que se cumplan todos los requisitos de seguridad y accesibilidad. Actualmente, la tribuna es la zona más avanzada y podría ser la única habilitada para recibir público, con un aforo drásticamente reducido respecto a los 60.000 espectadores inicialmente previstos.

¿Aforo para 60.000? Mejor entre 20.000 y 35.000

La ilusión de un Camp Nou a medio llenar ha quedado en eso: ilusión. El Ayuntamiento ha fijado un máximo provisional de entre 25.000 y 35.000 asistentes, limitando el uso del estadio a sectores que cumplan estrictamente con los requisitos técnicos. En el peor de los casos, solo unos 20.000 afortunados podrían asistir, todos ellos apiñados en la tribuna como si fuera la última función de una ópera inacabada.

Sin ascensores, sin restauración y con vestuarios provisionales, el Gamper de este año promete ser más una ceremonia de transición que una fiesta en toda regla.

El papel del Ayuntamiento: árbitro, juez y notario

¿Y los retrasos? El Ayuntamiento no los niega, pero tampoco los asume como propios. Su rol es claro: garantizar que cada ladrillo esté en su sitio, cada escalera cumpla el código y cada salida de emergencia merezca ese nombre. Entre planos, firmas y técnicos, la administración barcelonesa no cederá al romanticismo futbolero. Aquí manda la legalidad urbanística, no la nostalgia.

El Gamper depende de un calendario milimetrado. A partir del 2 de agosto, tras el último martillazo, los inspectores municipales evaluarán el estadio. Solo si todo está en regla, la licencia será concedida. Todo lo demás —cánticos, banderas, incluso los goles— puede esperar.

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Rival confirmado (extraoficialmente): el Como de Fàbregas

Como en una novela de fútbol con tintes mediterráneos, el rival del Barça en este Gamper 2025 será el Como 1907, recién ascendido a la Serie A y dirigido por un viejo conocido: Cesc Fàbregas. A falta del anuncio oficial, las fuentes son unánimes: el club italiano será el invitado especial en este ritual de retorno al hogar.

La elección no es casual. Las buenas relaciones entre ambos clubes, selladas recientemente con el traspaso de Álex Valle, y la figura de Fàbregas, añaden una carga emocional a un evento que ya estaba saturado de simbolismo.

Entre la épica y el expediente

El Trofeo Joan Gamper 2025 será mucho más que un partido de pretemporada. Será una prueba técnica, una victoria administrativa (si llega), y un ensayo general para el retorno definitivo al renovado Camp Nou. Pero sobre todo, será una metáfora viva del fútbol moderno: una danza entre la emoción y la burocracia, donde los goles deben esperar su licencia.

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