Fondo Segunda
·2 de mayo de 2023
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·2 de mayo de 2023
Los caminos del fútbol son inexorables. Infinidad de alternativas para alcanzar el éxito, pero al mismo tiempo para alejarte de él o ponerte el camino lleno de obstáculos. Cuando más cerca pareces tenerlo es cuando se te empieza a escapar. Historia como pocas la de Manu Vallejo, con un talento muy precoz y a la vez inesperado, pero que le ha tocado picar mucha piedra cuando ya parecía tenerlo todo. Y cuando más pesimistas podían ser las predicciones, un reencuentro sorprendente y necesario a partes iguales en el Carlos Tartiere.
De familia gaditana y humilde para cumplir uno de los patrones habituales de los jóvenes que aterrizan en la cantera del club andaluz. El Cádiz fichó a Manu con apenas 14 años y de ahí llegó hasta el filial con una progresión interesante pero sin levantar más revuelo del necesario para un chaval de su edad. En ese momento aparece el primer giro de guión: la conexión con Álvaro Cervera.
Aquel Cádiz necesitó complementar el equipo con algunos nombres de la cantera y Vallejo cumplía con creces los requisitos para ser uno de los habituales. Y vaya que sí se convirtió en un fijo del primer equipo. Un año fue lo que necesitó Manu Vallejo para, primero derribar la puerta de la Segunda División, y después literalmente destrozar cualquier esquema y ser fichado por el Valencia para debutar en la élite.
Manu Vallejo, del Cádiz B a Primera División en un año de ensueño | Foto: La Liga
De sueño a realidad en 365 días. Aquel Cádiz no ascendió a Primera División pero Manu sí lo haría debutando con una camiseta diferente a la amarilla con la que soñó hacerlo. Allí empezaba el viaje que todos los futbolistas quieren emprender, pero que es único y diferente en cada caso, y con Vallejo no iba a haber excepciones.
Pero en el fútbol no todo puede ser felicidad y Manu Vallejo se dio de bruces con la cara más amarga de este deporte cuando acababa de alcanzar la cúspide. El debut en Valencia se hizo esperar y no hubo la continuidad ni los resultados esperados tras su fichaje. Dos temporadas y media en total en las que dio la sensación que la progresión de Vallejo se estancó, y su salida a un Alavés que acabaría descendido tampoco hizo cambiar la inercia.
Había que resetear y la vía de escape fue Girona. El estilo de Michel le venía como anillo al dedo a Manu Vallejo, pero la competencia en Montilivi era feroz y su rendimiento acabó siendo demasiado intermitente. El regreso a la categoría de plata, ahora sí, asomaba en el horizonte y los astros volvieron a alinearse, tras mucho tiempo sin hacerlo, a favor de los intereses de Vallejo.
El Real Oviedo necesitaba ilusión, Álvaro Cervera un fichaje de garantías en el mercado de invierno y Manu Vallejo una inyección de moral e ilusión. Media temporada para que todas las partes salieran ganando, como así está siendo. Por un lado un equipo carbayón que ha pasado de no perder de vista la zona roja a llegar sin apuros a la recta final del curso. En medio de todo Cervera, que ha vuelto a armar un proyecto sólido en la categoría de plata en unos pocos meses. Y por último un Vallejo que, sin ser titular indiscutible, ya es el tercer máximo goleador del equipo.
Manu Vallejo celebrando uno de los goles frente a la Ponferradina | Foto: Real Oviedo
En verano habrá regreso a Girona y veremos si esta vez Manu Vallejo sí consigue al fin asentarse en la cima del fútbol español. Ya ha demostrado, aunque no haya sido regularmente, que argumentos le sobran. Probablemente no lo tendrá fácil en Montilivi, pero lo que es seguro es que la estancia en el Tartiere habrá sido más que positiva para el bueno de Manu.