MUNDO MILLOS
·5 de febrero de 2025
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El fútbol es pasión, pero también es negocio. Y en Millonarios, parece que hoy la balanza se inclina más hacia la segunda parte. La reciente subida en los precios de los abonos ha generado malestar entre los hinchas, no solo por el incremento en sí, sino porque no parece haber una retribución clara en la conformación de la plantilla.
La hinchada, fiel como siempre, sigue llenando El Campín, apoyando incondicionalmente a su equipo. Pero aquí surge la pregunta clave: ¿hasta qué punto la lealtad se convierte en resignación? Millonarios es un club con historia, grande por naturaleza, pero en el fútbol actual la grandeza también se mide entítulos, en competitividad, en proyectos deportivos sólidos. Y en los últimos años, esa ambición parece haberse diluido.
Por otro lado, desde la dirigencia se podría argumentar que la sostenibilidad financiera es fundamental y que mantener un equipo con estabilidad económica es prioritario. Sin embargo, cualquier modelo de negocio en el fútbol debe tener un equilibrio: si se le exige más al hincha en términos económicos, también se le debe ofrecer un producto acorde a ese sacrificio. Y aquí es donde la ecuación no cuadra.
La afición de Millonarios no reclama fichajes rimbombantes ni gastos descontrolados. Reclama planificación, coherencia y, sobre todo, respeto por su compromiso. Es momento de que los directivos entiendan que los hinchas no solo son clientes, sino el alma del club. Y que sin ellos, cualquier estrategia comercial está condenada al fracaso.
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La pelota está en la cancha de la dirigencia. ¿Responderán a la altura de la historia del equipo o seguirán apostando a que la pasión todo lo perdona? Cambiando de tema, bien que Millonarios inicie ganando, así tengamos la desventaja de no jugar la primera fecha, no fue un partido increíble pero tenemos que adaptarnos a un cambio entre lo que hacía Gamero y lo que quiere González, falta saber si llegan refuerzo o si nos vamos a la guerra con lo que hay.
Por César Rodríguez@donsumerce