Punto Cruzado
·26 de octubre de 2025
Moneteca: De la dominancia a la coexistencia. El nuevo rol de los pagos con tarjeta en Chile

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·26 de octubre de 2025

Durante décadas, las tarjetas de débito y crédito definieron la forma en que los chilenos pagan. Fueron el primer puente entre el efectivo y los pagos digitales, moldeando la confianza de los consumidores y los hábitos de los comercios. Ese rol central se mantiene, especialmente en los pagos presenciales, pero el contexto cambió. Hoy, las ventas se distribuyen entre múltiples canales, y las tarjetas comparten cada vez más el protagonismo con las transferencias, las billeteras digitales y los códigos QR.Las cifras más recientes confirman este cambio. Alrededor del 69% de las transacciones en Chile todavía ocurren de manera presencial, mientras que el 31% se realiza online. De esas compras digitales, la mayoría se efectúa a través de canales propios de los comercios (alrededor del 25%), y una proporción menor mediante plataformas de terceros.En los puntos de venta físicos, las tarjetas de débito y prepago lideran, seguidas de cerca por las transferencias bancarias y luego el efectivo. En el entorno online, el patrón se invierte: las transferencias bancarias representan más de la mitad de los pagos, mientras que las tarjetas explican aproximadamente uno de cada cinco.En Moneteca, interpretamos estos números como una señal de evolución estructural. El mercado chileno no está dejando atrás a las tarjetas, sino integrándolas dentro de un ecosistema de pagos más amplio y flexible, donde la coexistencia impulsa la innovación.
Las tarjetas siguen siendo parte esencial de la vida diaria. Su amplia aceptación y la familiaridad de los consumidores las convierten en una pieza clave del comercio formal. Las tarjetas de débito dominan las transacciones cotidianas, mientras que las tarjetas de crédito permiten realizar compras de mayor valor mediante cuotas, una herramienta utilizada por millones de hogares para planificar sus finanzas.La percepción de seguridad también ha mejorado notablemente. Más del 80% de los comercios chilenos considera que los pagos digitales son más seguros que el efectivo, reflejando el impacto de la adopción del contactless y la tokenización. Estas tecnologías han hecho que el uso de tarjetas sea más rápido, intuitivo y compatible con el comercio móvil.Para Moneteca, esto demuestra cómo el avance tecnológico y la confianza continúan sosteniendo a las tarjetas como uno de los instrumentos de pago más confiables de Chile, incluso frente a la expansión de alternativas digitales.
A pesar de su alcance, los pagos con tarjeta enfrentan desafíos persistentes. Siete de cada diez comercios todavía perciben los pagos electrónicos como costosos, principalmente debido a las comisiones de intercambio. Además, un tercio de las pequeñas empresas asocia el uso de tarjetas con una mayor carga impositiva, lo que desalienta su adopción en segmentos de menores ingresos.La brecha es aún más amplia en las zonas rurales y sectores informales, donde el efectivo sigue siendo predominante. La conectividad limitada, los costos de infraestructura y la falta de incentivos para la digitalización contribuyen a esta exclusión. Mientras tanto, las billeteras digitales, los códigos QR y las transferencias instantáneas ganan terreno entre los consumidores más jóvenes, que valoran la transparencia, el acceso móvil y el control.En nuestra experiencia diaria trabajando con empresas locales, en Moneteca observamos que el verdadero desafío no está en reemplazar a las tarjetas, sino en crear sistemas interoperables que permitan a todo tipo de comercios —desde grandes minoristas hasta microemprendedores— participar plenamente de la economía digital chilena.
El comportamiento de pago está cambiando rápidamente. Las tarjetas virtuales crecen con fuerza en el comercio electrónico, especialmente entre usuarios que buscan mayor seguridad para compras puntuales. El uso de pagos sin contacto también se ha expandido a nivel nacional, con la mayoría de los terminales POS ya habilitados para tecnología tap-to-pay.Las generaciones más jóvenes combinan distintos métodos de pago de manera fluida: utilizan tarjetas para pagos recurrentes, billeteras digitales para gastos cotidianos y transferencias bancarias para transacciones entre personas. Este cambio demuestra que hoy la conveniencia, más que la lealtad, es lo que impulsa las decisiones de los consumidores.Para Moneteca, esta tendencia refuerza una conclusión clara: el ecosistema de pagos chileno evoluciona hacia la integración y el diseño de experiencias, donde el valor radica en conectar distintos rieles de pago, no en promover uno por encima de otro.
A nivel global, las tarjetas siguen dominando en Europa y Estados Unidos, aunque su uso se combina cada vez más con billeteras digitales y plataformas de pago en cuotas. En Asia, en cambio, el centro de gravedad se desplazó hacia ecosistemas móviles basados en QR, donde los pagos son instantáneos, sociales y de bajo costo.Chile se encuentra estratégicamente entre ambos modelos. Su infraestructura bancaria sólida y su alta penetración de smartphones crean condiciones favorables para un crecimiento híbrido. La oportunidad está en mantener la estabilidad del sistema de tarjetas, mientras se abre espacio a alternativas interoperables y en tiempo real que mejoren la experiencia del usuario.En Moneteca, creemos que este equilibrio será el que defina la próxima fase de los pagos en Chile, un modelo donde la innovación impulse tanto la inclusión como la eficiencia.
Los pagos con tarjeta siguen siendo un pilar del comercio chileno, pero su rol está evolucionando. A medida que las transferencias, billeteras digitales y nuevas tecnologías se consolidan, el mercado avanza hacia una estructura híbrida, donde cada método cumple una función específica.La pregunta clave para los próximos años no es si las tarjetas seguirán siendo relevantes, sino cómo se adaptarán a una generación que espera pagos instantáneos, invisibles e interoperables.En Moneteca, vemos esta transformación como una oportunidad para construir puentes entre los métodos de pago tradicionales y los digitales, asegurando que el próximo capítulo del comercio en Chile sea tan conectado como inclusivo.









































