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·7 de diciembre de 2025

Naufragio en el Bernabéu

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El Bernabéu había amanecido con esa sensación de domingo grande. Vuelta a casa, el equipo en racha y la visita de un Celta que, en teoría, debía medir el ritmo, no romperlo. Pero el fútbol, cuando quiere, se vuelve un espejo incómodo. Lo que debía ser un trámite acabó convertido en un terremoto emocional, deportivo y arbitral que desmontó al Real Madrid justo antes de su cita más importante del mes.

El arranque fue lo esperado: posesión larga, ritmo bajo y una primera fase donde el Madrid movió la pelota sin profundidad, mientras el Celta presionaba con descaro. Las primeras ocasiones, sin embargo, fueron blancas: Arda Güler tuvo la más clara en el 16’, Radu le negó el gol a Militao en un córner y Vinícius rozó el primero antes del descanso.


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Pero el partido empezó a torcerse pronto. Militao cayó lesionado en una acción que debió ser invalidada por fuera de juego, y su salida dejó al equipo descolocado emocionalmente. Rüdiger entró al campo, pero el Madrid perdió orden y tensión. El Celta detectó la grieta y la explotó, especialmente con un Bryan Zaragoza que fue un dolor de cabeza constante.

Courtois sostuvo al equipo con una parada monumental ante Pablo Durán, pero la sensación era clara: el Madrid dominaba sin herir, el Celta golpeaba sin avisar.

El segundo tiempo duró siete minutos en equilibrio. En el 52’, Bryan Zaragoza armó una jugada eléctrica por la derecha y Swedberg apareció en el área para marcar de tacón, un golazo tan estético como doloroso.

El Bernabéu, donde hasta entonces había inquietud, explotó. Los pitos bajaron en cascada. Rodrygo entró por Asencio y el equipo trató de acelerar, pero las revoluciones fueron más de nervio que de fútbol.

A partir del 63’, el encuentro se convirtió en un incendio. Fran García vio la segunda amarilla en dos acciones consecutivas —la segunda muy protestada— y dejó al Madrid con diez. La grada entró definitivamente en modo furia. Cada decisión arbitral desataba una ola de sonido.

Aun así, el Madrid lo intentó: Mbappé disparó a Radu en una falta directa, Gonzalo rozó el empate en un balón alto y el equipo empujó con más corazón que ideas. Pero el caos terminó de estallar en el 88’: Carreras vio la roja directa y, en la acción inmediatamente posterior, el Celta armó una transición que terminó en el 0-2 que celebró toda la plantilla en pleno césped, en una imagen que encendió los banquillos y dejó al Bernabéu helado.

El final fue casi un murmullo. El Madrid, desbordado, sin plan y sin calma, cerró uno de sus partidos más pobres de la temporada. El arbitraje fue parte del descontrol, sí; pero el equipo de Xabi Alonso mostró una versión irreconocible: sin fluidez, sin respuestas y sin liderazgo en el caos.

La afición dedicó una pitada severa al equipo. No por perder, sino por el cómo. Porque en dos días espera el Manchester City y hoy el Madrid pareció lejos —muy lejos— del nivel que exige una noche así.

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