Un 10 Puro
·20 de septiembre de 2025
O abren el techo retráctil o nos van a asfixiar

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·20 de septiembre de 2025
Es, sencillamente, horroroso. Y no hay quien lo entienda. Ir al Santiago Bernabéu hoy en día es como meterse entre los fogones del restaurante Botín. O en una sauna, aunque hablar de saunas hoy, en España, te manda la cabeza a San Bernardo. En la calle hace calor, pero en la cámara presurizada recubierta de lamas metálicas y con un techo retráctil que en día de partido siempre, siempre, está puesto, la temperatura en el interior del estadio es sencillamente insoportable.
El partido ante el Espanyol se celebró a 30º de temperatura en Madrid, pero dentro del Bernabéu habrían por lo menos 42-44. No tengo evidencia científica que lo demuestre pero tampoco ninguna duda. Se veía más gente abanicándose con el primer papelajo o cartón que le cogiera cerca, con la ropa empapada y pegada al cuerpo, en la grada que a personal animando a su equipo. Es inhumano. Eso sí: el Madrid tiene la deferencia de repartir abanicos entre los asistentes al palco de honor, los que van gratis. El resto, que se aguanten. ¿Aire acondicionado? En las zonas VIP. En la reforma no se debió estimar necesario un sistema de refrigeración interior para todos, vaya por Dios.
Los partidos del final de la temporada pasada y los primeros de ésta no han servido de nada, pese a las numerosas quejas. El techo retráctil, de quita y pon, siempre está puesto en día de partido, cociendo a los espectadores como si fueran gambas. Funcionar funciona, porque hay vídeos que demuestran que, cuando no hay fútbol, el Santiago Bernabéu es descapotable, pero esa infeliz insistencia en achicharrar al personal es algo que no entiende nadie y que tiene al socio madridista moscatel, pero muy moscatel. Las redes sociales braman, la gente se cuece (pero no se enriquece, todo lo contrario con el desolador precio de las localidades) y nadie hace nada. Un día pasará una desgracia, un golpe de calor, una deshidratación, y será tarde para tomar medidas.
Al menos, los dos sensacionales golpeos de Militao y Mbappé en los dos goles de los blancos sirvieron para desplazar el aire estancado dentro del estadio y provocar algo de viento. Menudos dos chupinazos, vaya par de golazos. En un día raro, con muchas probaturas y rotaciones de Xabi Alonso, el Madrid anduvo demasiado plano ante el Espanyol, a quien ganó 2-0, salvo porque ha encontrado ya al Kylian que fichó: es el santo y seña de este equipo. Pero es que con ese calor lo que apetece es irse a la piscina, no jugar al fútbol. Mal partido, mucho calor. Pero solo dentro del estadio. Los que llamaban despectivamente 'tostadora' al estadio tras la reforma acertaron: sales achicharrado. Voy a por una cerveza.
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