La Galerna
·27 de octubre de 2025
Orgullo, compromiso y rabia

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·27 de octubre de 2025

“Espera, espera. Nada de 290, yo he metido 352 goles. Esto es una cosa que no acabo de entender. Para mí, todos los goles con el Real Madrid cuentan igual, sea en la Copa de Europa o en el Teresa Herrera. Siempre que uno luce ese escudo vale lo mismo, no hay oficiales y amistosos. En el trofeo Bernabéu jugabas delante de tu afición contra el Milán, el Ajax o el Bayern. Ese partido era tan serio como cualquiera. Mi resumen es que he jugado 778 partidos y he metido 352 goles. Punto. Ponerse la camiseta del Madrid es sagrado, ¡qué coño va a haber amistosos!”. El que corta al periodista nada más iniciar la entrevista —publicada en El Mundo hace tres años— es Carlos Alonso Santillana, mito, ejemplo y cabeza de Chamartín durante 17 temporadas.

Una actitud que ¡por fin! se le vio al equipo de Xabi Alonso en la temporada. Tuvieron que pasar muchas cosas para que el compromiso, el orgullo y, si quieren, la rabia inyectaran a los jugadores ese plus que hace superar disputas, ganar partidos, pero, sobre todo, ser fiel al ADN madridista. El desbarre en el Metropolitano, ver el peligro de igualar la mala racha de cinco partidos contra el Barça en la lona, las bravatas de Lamine. Cojan lo que quieran, seguramente todo, agítenlo y ahí tienen a un Madrid que de sostener el espíritu del partido contra los azulgranas será muy, pero que muy difícil de batir.
“Solíamos hacer la pretemporada en Orense” continúa el socio inmortal de Juanito “y, para el primer partido, bajábamos del monte a jugar en León con la Cultural. Ese era el partido más difícil y más importante del año, porque eres el Madrid y no puedes permitirte el desprestigio de perder con la Leonesa. Para ellos era el día de su vida y nosotros estábamos aún lentos, así que las pasábamos canutas todas las veces. Pero ganábamos. Eso es para mí el Real Madrid”.

Y es que la primera enseñanza de la victoria del sábado no es la genialidad táctica de colocar a Camavinga en la derecha para dar pista a Bellingham y Güler, sino el evitar el déficit de los que ganan: no bajar la guardia. Es innegable que el Madrid necesita ajustarse y cumplir con la presión prometida, pero mientras debe saber que el escudo se honra con sudor y no con perfume de vedette, como alguno ha confundido y necesita que el club, los capitanes y el entrenador le recuerden. Y ya saben por dónde voy.
Leo que Valverde, de nuevo inmenso en el lateral, jugó con fiebre el partido hasta que, agotado, su cuerpo dijo basta. Cuando Santillana descubrió que sólo tenía un riñón (cosa que por cierto descubrió por el diario Pueblo) decidió seguir el consejo del doctor Puigvert —“Tienes sólo una cabeza y si te cae una maceta, te mata. Tienes sólo un hígado, un mal golpe, te lo revientan y al otro barrio. Y no por ello dejas de hacer cosas. Pues con el riñón, lo mismo. Juega sin miedo”—, apretar los dientes y seguir.
Así que ese el camino. Olvidar los egos y las posiciones preferidas y recordar, como apunta el cántabro en la charla que “esta camiseta la han vestido Di Stéfano, Gento y Puskas”, lo que obliga a luchar por lo imposible. Sólo así gana el Madrid.
Getty Images









































