La Galerna
·23 de diciembre de 2025
Perro ladrador, poco mordedor

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·23 de diciembre de 2025

Aprovechando que del fútbol actual del Real Madrid no hay mucho más que añadir, lo evito y aprovecho para marcharme a otros derroteros distintos. Dicen que no hay éxito sin envidia ajena y, mire usted, al Real Madrid debemos suponer que todavía le quedarán cosas por conocer, pero de éxito sabe un rato. Quizá sea este el motivo de tener tantos perros ladradores a su alrededor. Perros que, curiosamente, llevando el símil a las calles de vuestro barrio, si os fijáis, siempre son los más pequeños, y sólo cerquita del dueño, los encargados de hacer ruido para molestar a los grandes, cuya reacción no es otra que quedarse mirando con una mezcla de lástima y superioridad, si es que los perros pudiesen sentir tales términos.
Yo creo que, si a todos los madridistas les preguntasen por nombres propios a relacionar con el titular del artículo, coincidiríamos la gran mayoría: Joan Laporta, presidente del club que pagó durante dos décadas 8,5 millones de euros al vicepresidente de los árbitros, José María Enríquez Negreira; Javier Tebas, el supuesto presidente de LaLiga, y digo supuesto porque solo preside para los que le dicen que sí a todo; y, en menor medida, porque no sale mucho de su burbuja, el señor Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA, que por más intentos que ha hecho de amenazar al Real Madrid con dejarle fuera de la Champions League, no para de perder sentencia tras sentencia frente al club blanco en los juzgados.

Empecemos con el que sigue buscando “informes” debajo de la cama por si los encuentra. Vamos, quiero decir, haciendo que busca, porque difícilmente puede aparecer algo que nunca ha existido. Lógicamente, me estoy refiriendo al presidente del Fútbol Club Barcelona, Joan Laporta. Desde el momento en el que me senté con la idea de escribir este artículo, el ejercicio más difícil al que sabía que me iba a enfrentar era el de hacerlo sin ninguna palabra malsonante, al menos barriobajera, pese a lo que se merecería el político Joan. Sí tengo que reconocerle algo, y creo que todos deberíamos hacerlo: ha conseguido, entre sus fieles, erigirse como lo hace quien maneja una secta, y este poder de manipulación no es sencillo de alcanzar para cualquier mente.
Le han pillado en todos los estados posibles en su vida personal que, como la propia palabra indica, es eso, personal, por lo que no hablaremos de ella, pero que sí dice mucho del personaje. Fue la persona que duplicó los pagos a Negreira. Lo voy a repetir, por si acaso no ha quedado claro: fue la persona que duplicó los pagos a Negreira. Insisto, fue quien duplicó los pagos a Negreira, e insisto tanto porque, en su declaración frente a un juez, sentenció con firmeza que ni tan siquiera le conocía. Dejando de lado tal afirmación, que evidentemente con algún sentido le recomendaría su abogado decir, cabe destacar que, lejos de sentir un mínimo de decencia y vergüenza por todo este caso, no pierde la oportunidad de gritar ante el primer micrófono que se encuentra por la calle que el Real Madrid lleva toda su historia robando y siendo favorecido por los árbitros en España y, ojo, en Europa. Toma ya, con dos… narices.
Pero claro, como en toda trama delictiva (presunta, que me empapelan), aquí no se libra nadie. Tiene a un buen grupo de voceros en todos los medios y programas importantes de este país, que solo dan eco y tiempo a sus palabras, donde pintan al señor Laporta como si fuera Papá Noel: un grandullón simpático que les regala exclusivas falsas, pero que entre sonrisa y sonrisa esconde un nuevo presunto delito.
Para los anales de la historia quedará aquella comparecencia delante de sus socios en la que manifestaba que el Real Madrid fue el club del régimen franquista, con aquella impecable respuesta del club blanco en un vídeo que desmontó todo en apenas minutos y que nunca recibió más respuesta que el silencio.









































