Pierpaolo Mariani, el Doctor Milagro que ‘curaba’ las lesiones de cruzados | OneFootball

“Me he roto”, le dijo Francesco Totti al médico de la Roma cuando le atendía tras sufrir una entrada de Richard Vanigli, del Empoli. Fractura de peroné asociada con una lesión capsuloligamentosa del cuello del pie izquierdo. Peligraba el Mundial para el romano, y los malos augurios se esparcían por toda Italia. Pero el doctor Pierpaolo Mariani, encargado de operarle, le tranquilizó: “Jugarás el Mundial”. Ocho tornillos le permitieron una recuperación milagrosa y ser campeón en Alemania’06. Piezas de metal que llevaría durante toda su carrera.

No ha sido el único hit médico que ha llevado a cabo el Professor Mariani en su centro, Villa Stuart. Con 2.000 deportistas intervenidos en su currículum, es conocido por algunos casos de éxito, como el del futbolista de la Roma Kevin Strootman. El holandés estaba pasando por un calvario tras romperse el ligamento cruzado anterior. Un año y medio sin poder jugar y dos operaciones de rodilla que no le ofrecían una solución lo acercaron incluso a pensar en una prematura retirada. En ese punto, apareció Mariani -hincha romanista, como él mismo reconoce-, y consiguió que el neerlandés volviera a los terrenos de juego.

Aunque, más que su pericia contrastada en la sala de operaciones, lo que más llama la atención del método Mariani es cómo ha acortado los procesos de recuperación de la rotura de ligamento cruzado anterior hasta los cuatro o cinco meses, cuando el tiempo de recuperación habitual gira en torno a los siete u ocho. Arkadiusz Milik (Nápoles), Mattia Perin (Genoa) o Alessandro Florenzi (Roma) han pasado por Villa Stuart, con resultados satisfactorios en lo que a la intervención se refiere, pero con algunas dudas insinuadas por compañeros de profesión en lo que a la idoneidad de sus plazos se refiere.

Florenzi, por ejemplo, se volvió a romper el ligamento cruzado. Todos estamos expuestos a los riesgos de la vida cotidiana. También los futbolistas, que pese a tomar todas las precauciones necesarias para la prevención de las lesiones en el terreno de juego, a veces acaban en la enfermería debido a desdichas extradeportivas. Cómo olvidar el autoatropello de Ever Banega, el bote de colonia que dejó sin Eurocopa a Santi Cañizares o la Playstation que lesionó la muñeca de Alessandro Nesta. Todos ellos, casos que remiten al clásico entre los clásicos de esta categoría: la plancha de Carlos Busquets, exportero del Barcelona y del Lleida.

Aunque era conocido principalmente por su juego con los pies, fue una lesión en las manos, sufrida en noviembre de 1995, la que le hizo copar las portadas de la prensa deportiva, cuando trascendió que se había quemado al coger una plancha caliente que caía en dirección a su hijo. Por lo menos, esa fue su de la pierna izquierda un mes después de haber sido tratado por el famoso doctor italiano. ¿Tenía algo que ver su pronta incorporación a los entrenamientos? El mismo Mariani, tras la segunda operación, quiso dejar claro que la recaída había sido “mala suerte”, y añadía: “No pretendo convertir en Robocop a la gente que opero. Opero a personas normales. Hay jugadores que apenas regresar al campo se rompen el otro cruzado [el caso de Milik y de Perin, por ejemplo]. El tiempo de recuperación no ha afectado. Estaba en perfectas condiciones. Arreglar el coche no da la garantía de no sufrir más accidentes”.

Cuando el croata de la Juventus Marko Pjaca se lesionó el ligamento cruzado anterior y el menisco externo de la rodilla derecha, un mes después de recaer Florenzi, en marzo de 2017, y fue intervenido por Mariani, el responsable médico de la selección de Croacia, Boris Nemec, expuso sus dudas sobre el método de Villa Stuart. “Si un jugador me pidiera volver al campo antes de seis meses, le recomendaría que cambiara de médico”, dijo el croata, tajante.

*Este texto está extraído del #Panenka73, nuestro número Especial sobre las lesiones, que sigue disponible aquí

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Fotografía de Getty Images.