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La Galerna

·31 de octubre de 2025

Qué bueno que volviste, Éder

Imagen del artículo:Qué bueno que volviste, Éder

El último clásico nos recordó a los de antaño. Pero, por encima de todo, fue un clásico que podría haber sido el principio del fin para la vida útil del proyecto actual del Real Madrid encabezado por Xabi Alonso. Además, nos deparó una gran noticia: el fabuloso encuentro de Éder Militao.

El triunfo en el Bernabéu fue como una victoria de proyecto, sinceramente. El Real Madrid venía acumulando resultados sonrojantes en partidos de alta exigencia durante los últimos 16 meses. El propio Xabi había salido muy mal parado en los dos encuentros ante rivales del primer escalón con aquel 4-0 ante el PSG en el mundial de clubes, y con aquella dura y merecida derrota en el Metropolitano por 5-2 ante el Atlético de Madrid. Los jugadores parecían tener un bloqueo mental tremendo que les impedía siquiera ser competitivos ante esta clase de rivales, especialmente en los enfrentamientos contra el Barcelona.


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Pero la semana pasada se vio algo completamente diferente. Tanto los jugadores como el entrenador eran conscientes de lo que había en juego a nivel ambiental y de proyecto. Y dieron el paso al frente que todos esperábamos.

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Bien es cierto que al comienzo se vio a un Real Madrid algo coartado y nervioso, con un Huijsen impreciso a la hora de desplazar el balón, y errático a la hora de anticipar a campo abierto.

Pero gracias a un ajuste de Xabi Alonso intercambiando las posiciones de Camavinga y Bellingham, el Real Madrid comenzó a arrasar al Barcelona al son del futbolista inglés. La presión comenzó a surtir efecto provocando varios errores en salida del equipo de Flick. El Real Madrid plantó la defensa en la línea divisoria y el Barcelona apenas pudo salir, sin encontrar a Lamine Yamal para generar desequilibrio, y con un Pedri totalmente desdibujado y perdido por el campo. Su única vía de escape fue encontrar a Fermín, y que el jugador andaluz arrancara en conducción zafándose de su marcador para poder armar el contragolpe.

El plan de Xabi durante los primeros 70 minutos fue prácticamente perfecto. La posición de Camavinga como extremo derecho aportaba el equilibrio necesario en banda a la hora de defender, y estiraba el ataque por esa zona cuando el Real Madrid recuperaba el balón. Durante 50 minutos se vio un bloque alto muy bien trabajado y visible en la presión. Quiero mencionar, porque así lo merecen, la actitud de los jugadores. Me pareció sencillamente impecable durante gran parte del partido: comprometidos en la presión, sin regalar un esfuerzo, y marcando territorio frente a los jugadores que cubrían.

No es normal que un jugador que ha sufrido hasta en dos ocasiones una de las peores lesiones que puede sufrir un futbolista regrese al mismo nivel o incluso mejor del mostrado antes de lesionarse

El único lunar durante el primer tiempo de aquel encuentro fue el gol del empate, producto de un error no forzado de Arda Güler en salida de balón, relajándose en exceso y perdiendo el esférico ante Pedri. Es un fallo de principiante, pero no por ello hay que pasarlo por alto. Xabi habla siempre del proceso que hay que llevar a cabo con Arda para convertirlo en un centrocampista total y que cuenta con estos errores durante esta conversión, pero es algo que tiene que empezar a corregir.

Su partido, más allá del error, me convenció. No tuvo demasiado peso con balón, dado que Bellingham fue el jugador en torno al que giraba todo el caudal ofensivo madridista, pero supo cuándo aparecer, volvió a dejar constancia del veneno que tiene cerca del área con un pase que dejó a Mbappé mano a mano contra Szczęsny, y supo acompañar la presión.

El Madrid reaccionó bien. Lejos de amilanarse y dejarse llevar, siguió con el mismo plan que había diseñado su entrenador, apoyándose en un Vinícius muy incisivo. De hecho, gracias a una acción suya llegó el gol de Bellingham.

Me resultó muy difícil de entender el cambio de Vini. En un partido que podía estar cerca de abrirse y romperse, se quitó al jugador más amenazante y autosuficiente que tenía el Real Madrid, sabiendo además las dificultades del Barcelona en defensa y su apuesta arriesgada por la línea adelantada.

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Me gustaría cerrar esta pieza resaltando la mejor noticia del partido: Éder Militão, que para mí fue el futbolista más destacado. Bellingham por fin volvió a recordarnos el jugador generacional que lleva dentro, y me gustaría también ponderar la gran segunda parte de Tchouameni. Creo que, a diferencia de su partido en el Metropolitano, estuvo imperial a la hora de defender la frontal del área, y muy inteligente a la hora de realizar las coberturas necesarias.

Pero la actuación de Militão fue otra cosa. A campo abierto se comió a Ferrán y nos recordó, como viene haciendo desde su regreso, a su versión más exuberante y dominante. En la defensa del área también estuvo inexpugnable. Recuerdo varias jugadas en las que un desvío suyo fue providencial para desbaratar las ocasiones del Barcelona. Desde aquí hago una petición al cuerpo técnico y a la directiva para cuidar lo máximo posible al central brasileño. No es normal que un jugador que ha sufrido hasta en dos ocasiones una de las peores lesiones que puede sufrir un futbolista regrese al mismo nivel o incluso mejor del mostrado antes de lesionarse.

Qué bueno que volviste, Éder.

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