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·16 de octubre de 2025
¿Qué le ocurre a la Real Sociedad?

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·16 de octubre de 2025
Es lo que se pregunta cada aficionado de la Real en este instante, preocupado por la situación tanto deportiva como social en la que se encuentra el escudo de sus amores: ¿qué le pasa a la Real? Una pregunta con difícil respuesta; o mejor dicho, con muchas posibles respuestas.
¿Es culpa de los jugadores? ¿Del entrenador? ¿Staff técnico? ¿Director deportivo? ¿Presidente? Vamos a analizar todo lo ocurrido desde que el equipo dirigido en aquel entonces por Imanol Alguacil murió simbólicamente el 28 de febrero de 2024, a partir de las 00:00 el día en que la Real perdió la tanda de penaltis que daba el pase a la final de la Copa del Rey, una vez más contra el eterno rival.
Todo empezó a quebrarse aquella noche del 28 de febrero de 2024, cuando la Real cayó en Anoeta frente al Mallorca en las semifinales de Copa del Rey. Fue una eliminatoria que dejó cicatriz: la ida acabó 0-0, con la Real dominando pero sin gol; en la vuelta, un penalti fallado, un gol fantasma no concedido y una tanda de penaltis fatídica acabaron con las esperanzas.
Oyarzabal erró un lanzamiento extraño y Sergi Darder convirtió el definitivo, dejando el estadio en un silencio sepulcral. Aquella noche murió algo más que un sueño. Murió parte del alma competitiva de un grupo que había tocado el cielo.
Hasta ese punto, la temporada 2023-24 era histórica: vuelta a la Champions después de una década, brillante fase de grupos (líder por delante del Inter y el Benfica) y un fútbol que maravilló a Europa. Pero tras la derrota copera, nada volvió a ser igual. La Real terminó el curso clasificándose a Europa, sí, pero ya con la sensación de fin de ciclo.
El verano siguiente lo confirmó. Dos de los pilares del proyecto, Robin Le Normand y Mikel Merino, abandonaron el club. El francés puso rumbo al Atlético de Madrid, y el pamplonés, tras años de compromiso y liderazgo, se marchó al Arsenal, donde un año más tarde se reencontraría con Martín Zubimendi.
En el caso de Le Normand, su salida dejó también un mensaje desde la presidencia: Jokin Aperribay no quiso renovar su contrato ni mejorarle las condiciones económicas porque, según fuentes cercanas, consideraba que “un central no debe cobrar como un mediocampista o un delantero”. Una decisión interpretada como muestra de falta de ambición, priorizando la contabilidad sobre el valor deportivo. Hoy, la Real sigue sin encontrar un sustituto a la altura del central nacionalizado español, cuya marcha dejó un vacío evidente en la defensa.
En los últimos años, el contraste es evidente: se ha pasado de contar con jugadores de jerarquía y calidad internacional como David Silva, Martín Ødegaard o Nacho Monreal, a una realidad donde Hamari Traoré fue vendido y se pierden referentes de experiencia. La diferencia de nivel y liderazgo es tan clara como preocupante.
La confusión en la dirección del proyecto es otra de las grandes señales del deterioro. El club dio salida a Jon Pacheco, canterano que conocía el sistema y podía haber cumplido perfectamente como central titular. En su lugar, se confió el puesto a Duje Caleta-Car, un fichaje que generó muchas dudas en sus primeros partidos, aunque poco a poco ha ido ganándose cierto respeto entre la afición.
La defensa, otrora sólida y ejemplar, vive un momento de desconcierto. Jon Aramburu, llamado a ser el heredero natural de Traoré en el lateral derecho, atraviesa un importante bache de rendimiento y ha pasado de ser una de las grandes promesas del club a un jugador cuestionado.
Uno de los síntomas más claros del desorden es que, en ciertos tramos de la pasada temporada, el club confió en Aritz Elustondo como central de urgencia ante la falta de recambios, en lugar de dar prioridad a Jon Martín. Algo similar ocurre en este inicio de curso, en el que se está confiando más en Caleta-Car.
Además, se dejó marchar a Urko González de Zárate, un jugador con perfil de pivote defensivo que podía haber reforzado el eje del campo. La decisión resulta aún más incomprensible si se tiene en cuenta que, actualmente, la Real solo cuenta con Jon Gorrotxategi como único pivote puro, mientras acumula una gran cantidad de mediapuntas en el banquillo. Una estructura sin equilibrio que refleja la falta de planificación real.
La confusión se extiende a la gestión de la cantera. Desde la directiva se insiste constantemente en el valor de Zubieta, en la necesidad de mirar hacia dentro y dar oportunidades a los jóvenes. Sin embargo, la realidad demuestra lo contrario: los fichajes, muchas veces sin mérito ni rendimiento, están por delante de los canteranos en la rotación.
Esa contradicción —predicar cantera y practicar dependencia externa— es una muestra preocupante de falta de personalidad y deja en el aire una pregunta inevitable: ¿a dónde quiere ir realmente esta Real?
La marcha de Roberto Olabe, el arquitecto del modelo deportivo de los últimos años, supuso otro golpe. En su lugar asumió Erik Bretos, mano derecha de Olabe, con la tarea de renovar un proyecto desgastado. Su llegada coincidió con un mercado confuso: fichajes tardíos, operaciones inconclusas y una plantilla desequilibrada.
La temporada 2025-26 ha expuesto todas esas grietas. La Real es penúltima con solo 5 puntos tras ocho jornadas. Los fichajes de Carlos Soler y Yangel Herrera llegaron tarde y lesionados. Sucic y Zakharyan, incorporados el año pasado con altas expectativas, apenas cuentan para el entrenador. Gonzalo Guedes aún está lejos de alcanzar un buen tono físico, mientras que Caleta-Car no está cumpliendo con las expectativas.
A eso se suman las salidas: Javi López, Urko, Pacheco o Becker abandonaron el club, dejando la plantilla aún más corta. Y tampoco hay que olvidar la pérdida más dolorosa de todas: Martín Zubimendi, que finalmente puso rumbo al Arsenal.
Por primera vez desde que asumió el cargo, Sergio Francisco podrá disponer de toda la plantilla para visitar Balaídos. Solo Rupérez, con ficha del filial, se quedará fuera. Yangel Herrera apunta al once titular, mientras que Take Kubo podría volver a empezar desde el banquillo.
El técnico txuriurdin, que llegó desde el filial para aportar estabilidad, afronta una semana clave para su futuro. Aunque en las últimas horas se ha hablado de una posible destitución si la Real cae ante el Celta de Vigo, desde dentro del club no se da aún por hecho.
Todo indica que Sergio podría disponer de dos partidos más en casa, frente al Sevilla y al Athletic Club, además del encuentro copero de primera ronda ante el Negreira, equipo gallego de Tercera Federación. Aun así, el margen es mínimo. Los resultados marcarán su destino, y la sensación general es que el tiempo se agota.
En el plano institucional, la Real también ha cambiado. Jokin Aperribay, presidente desde hace más de quince años, se ha convertido en el rostro de esta nueva etapa. En una entrevista concedida a ESPN, declaró que “el objetivo no debe ser solo participar en la Champions, sino intentar ganar una Liga”. Sus palabras transmiten ambición, pero sus decisiones muestran lo contrario.
Aperribay ha priorizado la estabilidad económica sobre el riesgo deportivo. Espera hasta el final de los mercados para abaratar fichajes y apuesta por jugadores con pasado brillante pero presente incierto. El resultado es un equipo sin alma, sin hambre y sin rumbo. Mientras tanto, el presidente impulsa academias en Suecia, Ghana, Charlotte y Japón, defendiendo un modelo de club global y sostenible. Pero entre tanta planificación, parece haberse olvidado del fuego competitivo que llevó a la Real a su mejor etapa moderna.
A todo esto se suma una reflexión inevitable: la oportunidad perdida con Xabi Alonso. En aquel momento, la Real tenía a un técnico como Imanol que había ganado una Copa del Rey y logrado la estabilidad europea, por lo que nadie cuestionaba su continuidad. Pero el club pudo haber apostado por Xabi Alonso como primer entrenador, un hombre de la casa que, poco después, acabaría ganando la Bundesliga con el Bayer Leverkusen y revolucionando Europa. Imanol hizo historia, sí, pero la pregunta persiste: ¿qué habría pasado si el relevo se hubiera dado en su mejor momento?
Hoy, la Real Sociedad es un club en una contradicción constante: un presidente que sueña con ganar la Liga, pero actúa como si bastara con mantenerse en ella; una dirección deportiva que predica paciencia, pero que llega tarde; una plantilla que tiene calidad, pero no confianza.
El equipo que maravilló a Europa hace apenas dos años es ahora una sombra de sí mismo. Falta energía, falta claridad, falta ambición. La Real no está muerta, pero ha olvidado cómo latir. En lo que va de 2025, suma números propios de un equipo en zona de descenso, una tendencia alarmante que obliga a reaccionar cuanto antes si no quiere que la temporada se le escape definitivamente.
Y ahora, después de todo lo que ha pasado —las marchas, los errores, las decisiones, las promesas incumplidas—, te toca a ti pensar: ¿De quién es la culpa? ¿En quién recae la mayor responsabilidad de la caída de la Real Sociedad?
Imagen principal vía: Getty Images
Por: Unai Peral Aranzabal; podéis seguirme en X @unayperal e Instagram @unayperal
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