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La Galerna
·21 de febrero de 2025
Raúl Asencio: el nuevo chico de la vieja escuela
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·21 de febrero de 2025
En un fútbol cada vez más pulido, donde se prioriza la salida limpia y el toque corto, de vez en cuando aparece un jugador que nos recuerda que la defensa es, ante todo, contundencia. Raúl Asencio no es solo el último producto de Valdebebas, es la prueba viviente de que la cantera del Real Madrid sigue fabricando defensas con el ADN de siempre: expeditivos, rápidos, fuertes en el corte y con una mentalidad de hierro. Todo eso cristaliza en un detalle: lleva las botas negras. Eso nos recuerda al fútbol de los 80, lo clásico, sin florituras ni adornos. Los futbolistas, a veces, parecen modelos, pero Raúl Asencio es futbolista y lo demuestra en todo momento.
Su irrupción en el primer equipo ha sido silenciosa, sin grandes anuncios ni titulares exagerados, pero con hechos. En un partido donde se pedía carácter y seguridad atrás, Asencio ofreció una lección de defensa clásica contra el Manchester City. Sin florituras, sin gestos innecesarios, solo con inteligencia y fiereza en cada acción. Cortó balones, ganó duelos, se impuso en el cuerpo a cuerpo y demostró que el respeto no se exige, sino que se gana.
El fútbol moderno ha dado paso a centrales que parecen centrocampistas. Se les exige conducción, visión de juego y capacidad para jugar con ambos pies. Todo eso está bien, pero hay noches en las que lo único que importa es cerrar la portería y ganar cada balón dividido. Y ahí es donde Asencio destaca. Su velocidad al cruce y su capacidad de lectura del juego le permitieron anticiparse una y otra vez a los atacantes del City, desesperándolos hasta el punto de que parecían correr contra un muro invisible.
Sin embargo, Asencio no solo es un defensa contundente. Tiene algo que distingue a los centrales de élite: una salida de balón limpia y una precisión en los pases en largo que rompen líneas. No se limita a despejar, sino que siempre busca iniciar la jugada con criterio. Sus cambios de juego y pases a los extremos permiten al equipo salir con velocidad, convirtiendo la defensa en el primer eslabón del ataque. Contra el City, su pase de 40 metros a la espalda de la defensa rival permitió a Kylian Mbappé abrir el marcador en el minuto 3 de partido.
Para quienes aún dudan de la cantera madridista, Asencio es la prueba de que el club sigue formando jugadores listos para el más alto nivel. Su caso no es un milagro ni un golpe de suerte, sino el resultado de años de trabajo en Valdebebas. Porque la cantera blanca no solo produce talento, sino también jugadores con hambre, preparados para el peso de esta camiseta.
Con la lesión de algunos veteranos, Ancelotti le ha dado minutos y él ha respondido con creces. Se ha ganado el respeto del vestuario y la confianza del cuerpo técnico, pero, sobre todo, se ha ganado algo mucho más difícil: el respeto de la afición.
Nadie sabe qué le deparará el futuro a Asencio, pero, si sigue en esta línea, el Madrid tendrá central para años. Su presencia en el equipo es un soplo de aire fresco, una vuelta a esos defensas que no especulan, que van con todo, que entienden que la primera misión de un zaguero es defender. Pero también es la confirmación de que, en el fútbol actual, para ser un gran central no basta con destruir, también hay que construir. Y Raúl Asencio sabe hacer ambas cosas.
En tiempos donde el fútbol cambia constantemente, es reconfortante ver que todavía hay jugadores que entienden la defensa como lo que siempre ha sido: una batalla donde solo sobreviven los más fuertes. Y Raúl Asencio, sin duda, está preparado para librarlas todas.
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