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La Galerna

·29 de septiembre de 2025

Redefiniendo el Balón de Oro

Imagen del artículo:Redefiniendo el Balón de Oro

A menudo, me gusta imaginar un mundo paralelo, un mundo imposible y utópico. Soy una soñadora nata. Es un mundo en el que la justicia existe realmente, en el que los gobiernos son honestos y se preocupan por los problemas del país y sus ciudadanos, en el que no existe ningún club de fútbol que compre el sistema arbitral ni corrompa una competición durante décadas, y en el que el Real Madrid es un equipo respetado y admirado en España.

Es un mundo en el que el Balón de Oro se otorga sólo por pura meritocracia.


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Una quimera, ya os decía.

Para mí, este premio ya empezó a emitir un extraño olor cuando Michael Owen, jugador entonces del Liverpool, lo recibió en 2001 por delante de Raúl González Blanco. Vale, yo tenía 19 años y mi corazón madridista y enamorado del 7 del Real Madrid no respondía a criterios objetivos. Lo cierto es que ahora que ya peino algunas canas y tengo más conocimiento y temple, sigo sin entenderlo. ¿Había ganado el bueno de Michael una Champions o algún trofeo importante? Ese año el Liverpool había ganado la UEFA. También ganó dos competiciones domésticas, como la FA Cup y la Carling Cup. Pero ya está.

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En cambio, Raúl venía de ganar dos Copas de Europa con el Real Madrid en 1998 y 2000, y ese mismo año había conquistado la liga de su país.

Raro, raro, raro…

En los siguientes años, el Balón de Oro se entregó en ocasiones a jugadores que lo merecían, y sin embargo otros que también deberían haberlo recibido por ganarlo todo con sus clubes y sus selecciones nunca lo ganaron. Como el caso de Andrés Iniesta. Durante un tiempo, la hegemonía Cristiano-Messi lo dominaba todo. Algunas veces lo ganaron justamente porque eran dos bestias, pero otras no fue así y debieron ganarlo otros compañeros. Lo curioso es que el astro argentino aún sigue haciéndolo, cuando ya prácticamente es un exfutbolista. Algo esperado, porque sabemos cómo funciona, pero no deja de ser un escándalo que este “prestigioso premio” fuera entregado en 2023 a Lionel Messi por ganar un mundial en Qatar que prácticamente estaba apalabrado.

A menudo, me gusta imaginar un mundo paralelo, un mundo imposible y utópico en el que el Balón de Oro se otorga sólo por pura meritocracia

Con unos designios cada vez más politizados y amañados, el Balón de Oro fue perdiendo credibilidad poco a poco, pero aún le dábamos cierto crédito.

El colmo fue el año pasado, bochorno mayúsculo al que asistimos viendo cómo, en lugar de entregar el Balón de Oro a Vinícius, quien habría sido justo vencedor por haber realizado una temporada excelsa con un juego magistral y haber anotado 31 goles y 14 asistencias que le llevaron a ganar la liga española y la 15ª Champions para el Real Madrid, decidieron concedérselo a Rodrigo Hernández, jugador del Manchester City.

Por… porque sí. Porque no querían dárselo a Vinícius, porque es del Real Madrid y ellos son el enemigo. Alguien podrá decirme: “¡pero ganó la Premier League y la Eurocopa con España!”. No fue su mejor año ni de lejos.

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Si había poca confianza en el premio, eso terminó de dinamitarlo todo. Por eso me cuesta entender que aún haya gente que le dé algún tipo de importancia y credibilidad. Y no, no es por pataleta porque no ganen los míos. Es que, si te paras a reflexionar, no tiene sentido.

Esto es sólo la opinión de una humilde servidora, pero en mi mundo paralelo el Balón de Oro tendría sentido si y sólo si cumpliera estos requisitos:

- Lo organizase una entidad seria. Un organismo europeo o mundial del fútbol que, con sus cosas porque nadie es perfecto y todos cometemos errores y pequeñas irregularidades, fuera una entidad honesta y transparente. Lamentablemente, eso no existe porque la UEFA y la FIFA son corruptas hasta el tuétano.

- Se otorgara un galardón por posición. El fútbol es un deporte de equipo. Por tanto, dar este premio a un jugador único no tiene lógica. Un futbolista es un jugador de dicho deporte. Tan futbolista es un portero como un delantero y no se pueden comparar entre ellos porque no tienen nada que ver. Todas las posiciones son importantes. Si el delantero mete muchos goles pero el portero se las come todas o la defensa es un drama, el equipo es un desastre.  Por eso, se debería otorgar un Balón de Oro por posición: mejor portero, mejor defensa, mejor centrocampista y mejor atacante.

- Lo votaran SOLAMENTE jugadores y entrenadores en activo de las principales ligas europeas. Ni afición, ni medios de comunicación, ni nada. Sólo ellos. Y que no pudieran votar ni a sus compañeros de equipo ni tampoco a ningún jugador de su mismo país.

- Puntuación bien definida y por méritos. La calificación debería estar formada por diferentes parámetros tales como títulos internacionales conseguidos (teniendo más peso siempre una Champions que una EL y un Mundial que una Eurocopa, pero podrían tener la misma puntuación ganar la máxima competición europea a nivel de clubes y a nivel de selección). En segundo plano estaría la liga doméstica. Y, evidentemente, se puntuaría según parámetros individuales como paradas realizadas, pases, goles, recuperaciones, etc, según su especialidad. Las tarjetas amarillas y rojas restarían puntos.

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Pensad que hablo de UN MUNDO JUSTO en el que no existen Negreira ni su legado, por lo que el arbitraje también lo sería. De otro modo, con un Real Madrid con más amarillas que nadie recibiendo el doble de faltas que cualquier otro equipo, sería imposible que ningún jugador pudiera optar a recibir el premio.

Imposible, ¿verdad? Ya os decía que era una utopía. El sueño de una madridista romántica e ingenua que piensa que un mundo mejor aún es posible.

¿Qué opináis vosotros?

PD: No quiero despedir mi estreno en este prestigioso medio sin antes dar las gracias. Desde luego, el primero debe ir para @lagalerna_ por aceptar publicarlo. El segundo, a Javier Vázquez (@RmadridDatos), porque en una conversación en un grupo fue quien propuso que escribiera estas líneas, por tanto, gracias a él estoy aquí. A @ClaudiaReznik, reciente supermamá, que alentó a que me atreviera a redactarlo. Y a todos los que día a día me apoyáis en muchas facetas de mi vida y compartís grandes momentos, madridistas o no. Un enorme gracias a todos. Sé que no estoy a la altura de tan ilustres autores, a los que leo cada día, como Antonio Valderrama (@fantantonio), Tomás Guasch (@Guaschcope), Alberto Cosín (@albertocosin_) o Jesús Bengoechea (@JesusBengoechea), pero sé que me vais a perdonar.

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