Rincón del Turco: Arde la ciudad | OneFootball

«Arde la ciudad, llueve en tu mirada gris, la gente festeja y vuelve a reír. Pero este carnaval, hoy no te deja dormir, mires donde mires ella está ahí.» Arde la ciudad – La mancha de Rolando.

Hace unos días escuché que «lo mejor para la ciudad» era que el clásico lo ganará el Deportivo Cali. El argumento, flojito por demás, expresaba que la probabilidad de que la ciudad se quedara sin fútbol de fin de año, se reducía si la victoria se la llevaban los de enfrente, y era, tácitamente, una solicitud para que América entregaste en bandeja el partido, y se preocupase por la semifinal de Copa.

Tal vez al colega se le olvidó que este es, tal vez, el derbi regional que más divide, porque entre ellos y nosotros no solo hay una brecha futbolística, una rivalidad deportiva, sino una historia gestada a partir de tantos discursos establecidos por la narrativa que ellos han querido implantar, y que nosotros, a los que siempre miraron con desdén, nos hemos encargado de poner en su lugar.

Y el América que saltó anoche a la cancha del escenario ubicado en el corregimiento salió decidido a desmentir otra más de esas narrativas. Otra vez, con sus sonajeros en los micrófonos, quisieron hacer ver que su crisis ya era cosa del pasado, que tenían más equipo que América, que nos iban a pasar por arriba. Así ha sido, así será. En sus momentos más oscuros, el espejo siempre será el nuestro, y hablarán de nosotros para ocultar su paupérrimo devenir.

Por otro lado, futbolísticamente, fue lo más prolijo que se había visto el América en todo el semestre. Los dirigidos por González supieron aguantar el aluvión de los primeros 7 u 8 minutos, después tomaron la pelota, ganaron todo el mediocampo, y desde ahí se gestó el fútbol con el que el ya resistido Cristian Barrios consiguió un gol por de más bien orquestado, con toque, con movilidad, con liberación de espacios, y con una definición sutil y certera que tantas veces se le pidió al que viste la camiseta número 7.

En el segundo tiempo, se dio casi que un calco. El rojo aguantó los embates de un rival poseído por el desespero, y en la primera que tuvo, Josen un remate que se cuela en el arco de Rodríguez. Luego, América apuesta por el contragolpe, y el contrario se dedica a tirarle centros a la misma nada. Solo basta con ver que en los últimos 30 minutos ellos tuvieron por lo menos 10 acercamientos al arco de Soto, pero la única opción clara de gol en ese fragmento de partido, la tuvo el cuadro americano con un que el peruano Ramos no buena manera.

La hinchada americana pedía un triunfo de este calibre; fue justo, fue convincente, con fútbol bien jugado, y sobre todo, con ese saborcito especial que da ganar un clásico. Fue un pequeño bálsamo al corazón, y un amanecer de esos amables y sonrientes, de esos que hace rato no se veía en las huestes escarlata.

Arde la ciudad, y arde, porque mientras el lado rojo despierta contenta, mientras la mayoría de la ciudad sale a caminar con un esbozo de sonrisa en el rostro, la minoría verde se sigue destruyendo por dentro. Arde la ciudad, porque mientras nosotros pensamos en salir de esta realidad oscura, que aún con lo de anoche ni se aleja, ni se disipa, pero se ansia encontrar una salida, ellos hasta ahora empezarán el camino del padecimiento, aunque con sus cócteles, sus amigos en los micrófonos, y esa manía de tratar de instaurar el relato frente a las realidades de cada institución, esa misma realidad les está por estallar en la cara.

Arde la ciudad. El diablo, de nuevo, los empuja a su averno, y la de abandonar, sí que se la saben. Ayer lo hicieron… Otra vez.

Cualquier sugerencia, queja, o lo que quieran manifestarme, pueden hacerla a través de mi cuenta de Twitter @UnMequetrefeMas; nos leemos en una próxima oportunidad en este “Rincón del Turco”. Un abrazo para todos.