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·20 de septiembre de 2024
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Sus errores en Mónaco abren un debate que en Barcelona ha sido tabú durante años pese a que su rendimiento ha tenido altibajos.
Marc-André Ter Stegen, 32 años y capitán del Barça, no quiso hacerse totalmente responsable de la jugada que significó la expulsión de Eric Garcia en Mónacoeste jueves. Sorprendió; y más llevando el brazalete de capitán. “No nos entendimos bien en esa situación; me sabe mal por Eric”, acertó a decir sobre el césped del Estadio Luis II. El Barça, con uno menos ochenta minutos por un pase cuando menos extravagante de su portero, perdió. Otra derrota europea más que enfadó al socio y que abre un melón en un asunto que ha resultado casi tabú en los últimos tiempos.
Fichado por el Barça en el verano de 2014, Ter Stegen se ha trabajado un estatus de intocable en la Ciudad Condal. En su primer año ya era ídolo pese a que el portero titular en la Liga era el sobrio Claudio Bravo. Luis Enrique sólo le dio al alemán las competiciones del KO. Y Ter Stegen respondió. Firmó una temporada espectacular. Por su retrato robot como portero, parecía hecho con el Barça. Zubizarreta se había enamorado de él por sus reflejos y su capacidad para jugar con los pies, básica en el famoso juego posicional del Barça. En aquella temporada 2014-15, la UEFA le premió con la mejor parada del año por una acción ante Lewandowski en Múnich. El portero se adaptó rápido a la ciudad y conectó bien con la gente. Entre Bravo y él, Ter Stegen era el preferido del entorno.
Pero lleva diez años en Barcelona y su rendimiento ha tenido picos. Algunos, altos: además de ese curso 2014-15, tuvo un par de temporadas brillantes con Valverde que arruinó con flojos partidos en Roma y Liverpool, donde no hizo ni una parada salvadora. Y está en la alineación del 2-8 de Lisboa contra el Bayern, donde pareció invisible como el resto del equipo. Nunca fue el único responsable de las derrotas, pero tampoco pareció el héroe que se había construido. Con problemas físicos recurrentes,el invierno pasado fue operado de ciática en Burdeos por la doctora Amelie Leglise. Su rendimiento tuvo un repunte, pero al final de temporada dio la sensación de estar algo desconectado. En un partido contra el Valencia, intentó un sombrero a Hugo Duro que terminó en gol che. La acción pasó algo desapercibida porque el Barça no se jugaba nada, pero no gustó nada en las altas esferas del club porque denotó una relajación excesiva, más si se advertía que se trataba de uno de los capitanes.
En julio de 2023, renovó hasta 2028. Era un buen momento. Había ganado el primer trofeo como portero menos goleado de la Liga. La temporada pasada, sin embargo, sus cifras fueron a menos. Del 75% de acierto en las paradas, bajó al 72,18%. Y este curso, pese al buen inicio azulgrana, está en el 68%.
El carácter de Ter Stegen, además, ha sido clave para que cada vez haya tenido menos presión y competencia por detrás. Después del órdago que le planteó al club en 2016, infeliz por estar dos años a la sombra de Bravo, del que salió ganador, Cillessen y Neto también se marcharon del Barça con pocas oportunidades. Ahora está Iñaki Peña, que el año pasado tuvo una irrupción brillante (partidazos contra Oporto y Atlético de Madrid) cuando el alemán decidió operarse, pero que luego se cayó con todo el equipo con actuaciones flojas (especialmente, el 3-5 del Villarreal).
Titular ‘por ley’ por primera vez en su carrera con la selección de Alemania después de la marcha de Neuer, Ter Stegen tiene suficientes motivos para sentirse ante una temporada excitante en la que el entrenador del Barça es su compatriota y tiene el reto de alcanzar prestigio en su país camino del Mundial 2026. Sus errores por tomar riesgos excesivos con los pies empiezan a ser recurrentes. Esta temporada, también se ha equivocado en Valencia en una acción que le salvó Cubarsí y podía haber supuesto el 2-0. Además, ha mostrado otras grietas últimamente. Tiene algún problema con las salidas a campo abierto, claves ahora con los riesgos que toma el equipo con la defensa adelantada que ha ordenado Flick; y también duda en balones aéreos. En Mónaco, falló incluso en la suerte que mejor ha dominado. Extrañamente, se venció en la acción del 2-1 cuando el tiro de Ilenikhena iba al muñeco. Se ha abierto el melón del capitán Ter Stegen.
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