Diario La Escuadra
·19 de marzo de 2025
Ser del Atleti es un legado

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·19 de marzo de 2025
Hay cosas que simplemente se heredan. Un apellido, unos ojos marrones, la calvicie prematura… y ser del Atlético de Madrid; no hay escapatoria. Puedes intentar resistirte, buscar refugio en la neutralidad, pero tarde o temprano te darás cuenta: el Atleti no se elige, te elige a ti. Y aunque a veces duela, es una de esas cosas que, como el amor de un padre, nunca te fallará. Bueno… salvo cuando pierde en el último minuto, pero eso es parte del paquete.
Y en el Día del Padre, no hay mejor forma de celebrarlo que reconociendo que de todas las cosas que podrían haberte dejado en herencia, esta es, sin duda, la más emocionante (y la que más sube la presión arterial).
Ser del Atleti con tu padre es aprender desde pequeño que la vida no siempre es justa. Es entender que el fútbol no es solo ganar, sino sentir. Y nadie siente como un colchonero. El pack padre-hijo atlético incluye experiencias inolvidables: domingos en los que la tele pasa de ser un objeto decorativo a receptor de gritos, bufandas convertidas en rosarios de la desesperación y el clásico «¡Nos roban, siempre nos roban!» entonado con una convicción digna de Shakespeare.
Las generaciones colchoneras han perfeccionado el arte de la tragedia griega: se puede dominar 89 minutos y perder en el último. Se puede soñar con la Champions y despertarse en octavos. Pero también se puede marcar un gol en el 90+6’ y descubrir que la felicidad existe, aunque dure poco. La vida atlética es una montaña rusa emocional donde la frase «tranquilo, que esto está controlado» es una de las mentiras más descaradas jamás pronunciadas.
Pero, a pesar de los sustos, el Atleti también es sinónimo de alegría. Porque cuando el equipo gana, las celebraciones son distintas. No es una victoria cualquiera, es una prueba de que, contra todo pronóstico, el universo a veces hace justicia. Y entonces, se abrazan padres e hijos con la intensidad de quien ha sobrevivido una guerra.
Fuente: Riyadh Air Metropolitano
Si un padre hace a su hijo del Atleti, le está dando un curso avanzado de resistencia emocional. Es una filosofía que se extiende más allá del fútbol: no rendirse, pelear hasta el último minuto y, cuando todo falla, buscar una excusa convincente para justificar la derrota y así poder empezar de nuevo.
Desde pequeños, los atléticos aprenden que la vida no es un cuento de hadas, sino una película de acción con demasiadas escenas de riesgo. Cuando un niño pregunta: «¿Por qué no somos de un equipo que gane más?», la respuesta del padre siempre es simple: «Porque ser del Atleti es otra cosa». Y aunque al principio suene a excusa barata, con el tiempo se entiende: no se trata de coleccionar trofeos, sino de celebrar cada gol como si fuera el último.
Y esa filosofía trasciende el fútbol. Un atlético no se rinde cuando le dicen «no» en una entrevista de trabajo, cuando suspende un examen o cuando aquella persona que le gustaba le dejó en visto. «Si el Atleti resurgió de Segunda, tú también puedes», diría cualquier padre colchonero con la sabiduría de quien ha visto cosas peores. Porque la gloria sabe mejor cuando se ha sufrido antes de alcanzarla.
Fuente: Marca
Más allá de los goles y los sustos, ser del Atleti es un vínculo. Es el idioma en el que se entienden las generaciones, el código secreto que permite a un padre y a su hijo sentarse en silencio frente a la tele y saber exactamente lo que el otro está pensando.
El Atleti es ese «te quiero» camuflado en un «nos vamos al Metropolitano». Es ese guiño silencioso cuando suena el himno, esa mano en el hombro tras una derrota dolorosa, esa locura compartida que trasciende los años y los cambios de plantilla.
Así que, en el Día del Padre, hay que brindar por esos padres atléticos que han transmitido su pasión como si fuera un título nobiliario. Que enseñaron que la vida se vive con pasión, con lucha y con la ilusión intacta de que este año, esta vez sí, se logrará tocar metal.
Y si no… pues ya se sabe: «Nunca dejes de creer»
Fuente: Atlético de Madrid