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·22 de noviembre de 2024

Sofia Loren y un Napoli en horas bajas

Imagen del artículo:Sofia Loren y un Napoli en horas bajas

Para interpretar a la Malena de Giuseppe Tornatore, Monica Bellucci se inspiró en Sofia Loren y advirtió en ella a la bandera de las actrices “realmente sexuales pero también protegidas”, con “una feminidad cercana a la tierra”. En una historia ambientada durante la Segunda Guerra Mundial, Bellucci encarnó a una bella joven de 27 años que aguarda por su marido, un militar en campaña. Entretanto se convierte en víctima de la envidia de las mujeres, el acoso de los hombres y el conservadurismo de un pequeño pueblo soleado de la costa siciliana. De modo que podemos decir que Carmela, la pícara molinera casada con Marcello Mastroianni y pretendida por Vittorio De Sica en La bella mugnaia, la enésima película de Loren rodada en Nápoles, es el gran preámbulo a Malena.

El idilio entre Loren y la ciudad mediterránea tuvo varios picos altos. Romana de nacimiento, alcanzó el status de hija legítima de Pozzuoli, puerto de pescadores vigilado por el volcán activo Solfatara en los suburbios napolitanos. Eso le permitió tener licencia para asumirse como napolitana antes que italiana en sus primeros escarceos con el cine industrial. Aunque probablemente se le recuerde más por El oro de Nápoles, dirigida por Vittorio de Sica, o por aquella inolvidable secuencia inicial junto a Clark Gable en La bahía de los ensueños, de Melville Shavelson, Sofía verdaderamente selló su pasaporte a la inmortalidad en un película ostensiblemente menor: Fantasmas estilo italiano, de Renato Castellani, cuando interpretó a capela la mítica melodía napolitana O Sole Mio’desde un balcón: Che bella cosa na jurnata ‘e Sole / N’aria serena doppo na tempesta. Curiosamente, esa misma canción serviría de banda sonora para dar pie a la memorable serenata que le llevó el actor Roberto Beningni y, también, durante su entronización como “un auténtico y absoluto patrimonio de Nápoles y de todo nuestro país”, a cargo del entonces alcalde Luigi de Magistris y el ayuntamiento de la ciudad sureña.


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En Italia’90, Maradona acusó a la actriz de haber manipulado el sorteo con un anillo sospechosamente excesivo, cuyo magnetismo supuestamente sirvió para atraer determinadas bolas dentro de los bombos

Para dimensionar lo que significa Sofia Loren en la cultura popular italiana hay dos capítulos fundamentales. Ambos relacionados con el fútbol, la liturgia por antonomasia del país transalpino. El primero tuvo lugar durante la legendaria semifinal entre Italia y Alemania en el Mundial de México’70, mitificada como ‘El partido del siglo’, del que Roberto Boninsegna, uno de los grandes protagonistas del duelo, dijo: “No fue un gran partido. Durante 90 minutos defendimos mi gol a la italiana. Fue la prórroga la que convirtió ese duelo en leyenda: cinco goles en media hora”. Aquel fue el día en que Sandro Mazzola derribó a Franz Beckenbauer para dejarnos una de las imágenes más entrañables de los mundiales, con el capitán alemán inmovilizado de un brazo. “Yo, que nunca hacía faltas porque bastante tenía con evitar que me las hicieran a mí, le di en un tobillo, cayó mal y se lesionó un brazo. Fíjese si era bueno que le dejaron en el campo con un cabestrillo…”, recordó la leyenda del Inter de Milán. Pero también fue el día que Gianni Rivera marcó sobre el final de la prórroga para sentenciar el 4-3 definitivo con el que Italia se instalaba en el juego por el título. Al respecto, Rivera rememoró que “los besos que me dieron (Luigi) Riva y Boninsegna después del gol sabían a los de Gina Lollobrigida y Sofía Loren”.

El otro tiene como telón de fondo el Mundial de Italia’90. Ahí Sofia instauró la tradición que obligaba a las actrices más veneradas del país organizador a fungir como invitadas especiales en el sorteo de grupos. El suizo Josep Blatter, entonces secretario general de la FIFA, quedó tan prendado de su encanto que en su cumpleaños ochenta recordó su participación en la ceremonia, refiriéndose a ella como “la incomparable Sophia Loren”. Menos encandilado quedó Diego Armando Maradona, puesto que acusó a la actriz de haber manipulado el sorteo con un anillo sospechosamente excesivo, cuyo magnetismo supuestamente sirvió para atraer determinadas bolas dentro de los bombos. El astro argentino le dijo a una serie de periodistas en Cagliari que los rivales de Italia durante aquel mundial (Austria, Checoslovaquia y Estados Unidos) fueron predeterminados para favorecer al anfitrión.

Pero volvamos a su estrecho vínculo con Nápoles. Por allá en 2007, sin nada más que demostrar tras haber irrumpido en Hollywood con un éxito apabullante, que le valió el primer Oscar para una actriz de una película de habla no inglesa y otro honorario por una carrera con más de un centenar de películas, hizo todo lo que un napolitano haría en una situación de emergencia: interceder por un Napoli en horas bajas. En plena carrera del equipo por certificar su regreso a la Serie A, Loren prometió desnudarse en público en caso de que el cuadro partenopeo ascendiera: “Si el Napoli asciende, hago un striptease”. Lo dijo en tono de broma, pero aquellas declaraciones recogidas por La Gazetta dello Sport causaron gran furor.

En plena carrera del Napoli por regresar a la Serie A, Loren prometió desnudarse en público si se conseguía el objetivo: “Si el Napoli asciende, hago un striptease”. Lo dijo en tono de broma, pero las declaraciones causaron gran furor

Días después de la sentencia de Loren, el Napoli apenas pudo sacar un empate en San Paolo frente al Modena. Quizá había demasiada tensión en el ambiente. Una semana más tarde fueron al norte para ganarle con autoridad al Hellas Verona y encaminar su vuelta a la máxima categoría junto a la Juventus, que había sido relegada tras el escándalo del Calciopoli, y el Genoa de Gian Piero Gasperini. Era de esperar que una vez consumado el ascenso, que incluyó una dolorosa estadía en Serie C tras la quiebra económica que propició la refundación del club, la ciudad se desbordara. Al final, las múltiples ofrendas a San Genaro, el santo patrón de la ciudad, en las barriadas napolitanas más concurridas palidecieron frente a la insospechada promesa de Loren. Tras el empate final ante el Genoa en la última jornada, unas 15.000 personas se dieron cita en San Paolo para atestiguar el regreso a la máxima categoría de su equipo en una pantalla gigante. Los días subsecuentes fueron de fiesta absoluta, con fuegos artificiales, carruseles y caravanas de vehículos alrededor del paseo marítimo, que en otro tiempo inmortalizó Alain Delon en A pleno sol, y la Piazza del Plebiscito, en el centro de la ciudad. Los artífices del ascenso fueron encumbrados como héroes. Entre ellos el entonces centrocampista Roberto de Zerbi, hoy reconocido como uno de los entrenadores más vanguardistas del fútbol mundial.

Sobra decir que pocas personas han encarnado mejor lo que representa ser napolitano en el mundo que Loren, porque como conjeturó el genial bluesman Pino Daniele: “Nápoles es, al mismo tiempo, mil culturas y mil miedos. Es decir, es noble y plebeya, aristocrática y desfalleciente en sus miserias, genialidad y temeridad, poesía conmovedora y prosa rotunda”.

En alguna ocasión, la propia Sofia Loren dijo que Nápoles era el tipo de ciudad que merecía ser admirada en silencio, sin clamores ni anuncios grandilocuentes. Pensándolo bien, es muy probable que en realidad hablara de ella misma.

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