Todofutbol.cl
·5 de noviembre de 2025
Solo Courtois camina al lado de un Madrid que fracasa en Anfield

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Contaba Guillem Balagué, un prócer del fútbol inglés, durante la enésima visita del Madrid a Anfield, que Courtois se motivaba especialmente contra los equipos de la Premier. Todo tiene su origen en la final en 2022, cuando en el país que inventó este deporte, aseguraba que Alisson era superior. No hay que contar lo que pasó después: una exhibición que dio una Champions al Madrid y le dejó con una coletilla revanchista de las que a él le gustan: «¿Qué dirán ahora en Inglaterra?». Pues que fueron, al fin, capaces de tumbarle.
En concreto, el Mac Allister, después de probarle de mil maneras y dejar a su equipo con vida hasta el final de un mal partido del conjunto blanco. Donde los planes de Xabi Alonso no funcionaron y el equipo, como en tantas noches europeas, se encomendó a las individualidades. Pero la única que apareció fue la de Courtois para conseguir que, por lo menos en el resultado, el impacto fuese menor para un Madrid que salió caricaturizado de Anfield. Da igual las horas bajas del Liverpool, cuando necesitó ser puntual, apareció.
Arrancó la película de Anfield con Vinicius canalizando la sangre de un Madrid con buena presentación. Hasta ahí, después Bradley le borró del mapa. Cuántas lecturas tácticas modernas se pueden hacer de un partido así y, al final, lo que importan son jugadores como Courtois.
Un portero que lleva siendo el mejor en lo suyo desde hace años. Solo el belga se puso donde nadie es capaz para evitar que el Madrid se fuese hecho añicos al descanso y al final del partido. Los avances de Bellingham y Güler entre líneas no encontraron a un Mbappé desaparecido, donde Courtois sacó tres manos prodigiosas. La primera, y más meritoria, por la mortalidad del remate, a Szoboszlai.
Uno de los mejores pies de Europa volvió a estrellarse con una estirada a bocajarro del belga, que terminaría el recital con otro bloqueo a Mac Allister. Antes, Istvan Kovacs había visto cómo se le escapaba el partido en el VAR. Una mano de Tchouaméni en el área en el 33 de juego que forma parte del catálogo de jugadas grises, donde se ha metido todo lo que antes era de uno u otro color. El disparo le dio claramente en el brazo, pero estaba pegado. A partir de ahí, interpretación televisiva que acabó amnistiando al Madrid y a Tchouaméni, que se fue a sus dominios con una sonrisa en la boca, sabiendo que se había librado.
El segundo asalto empezó como el primero. Cuanto más le tiran, menos le duele. Parece un villano de dibujos animados que aparece recurrentemente en cada capítulo para demostrar lo nocivo que puede ser para los demás. Porque provoca el efecto contrario de lo que debería ser un dominio avasallador, minando la moral del contrario, que llevaba claramente el torpedo húngaro Szoboszlai. Tal fue la exhibición de belga que añadió a su repertorio un ejercicio antiaéreo.
Dio igual que enfrente estuviera Ekitike, el hombre de los 100 millones en un equipo donde el gasto no es un problema. O Van Dijk, al que dijo ‘no’ de cabeza con un movimiento que tantas veces ha sido acertado. Al Madrid le costaba cada vez más volver y solo Valverde demostraba el oficio necesario para un partido de ida y vuelta. Su compañero en el otro flanco, Carreras, vivió otra de esas experiencias religiosas que te hacen madurar a la fuerza, como es medirse a Salah.
El Madrid jugó con fuego, dejando opciones desde todos los extremos del área, como si estuviese dando pista en falso en el ahorcado. En un escenario donde Xabi Alonso perdió la batalla táctica, moviendo a Güler a la derecha para perder el escaso juego que tenía, el equipo que más méritos hacía para ser fusilado terminó emparedado en una jugada a balón parado. Tienen sumas dificultades los madridistas para anotar desde la pizarra, pero aun más para defender, como quedó demostrado en el 1-0 del Liverpool.
¿Quién podía ser el protagonista? Pues un testarudo Szoboszlai que puso un centro tenso para que Mac Allister tradujese la autoridad en dominio en el marcador. Mac Allister planeó como un halcón para batir a Courtois, que, con todo, rozó el balón. Llegó entonces la llamada a los grandes hombres como Mbappé que estaban con el cartel de ‘desaparecidos’. ¿Quién respondió? Pues el único que realmente compareció en Anfield. Un magnánimo portero que ha cambiado la historia moderna de un Madrid que volvió a ser vulnerable en una cita de altura.
/Sport









































