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·6 de noviembre de 2024
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El francés sale en la foto de los dos primeros goles del Milan y hasta Ancelotti empieza a perder la fe en él. Sus números, muy lejos de los de un especialista de la recuperación.
Aurelién Tchouameni llegó al Madrid en 2022, el verano que debía hacerlo Mbappé pero al final no fue así. La decepción con el entonces delantero del PSG fue temprano, en mayo y antes de la final de la Champions ante el Liverpool en París, lo que dio margen al club para hacer una inversión importante en una posición que, entonces, no era prioritaria: 80 millones (y otros 20 por objetivos) para el Mónaco a cambio de un suplente para Casemiro. Pero el destino es caprichoso y semanas después, el brasileño sellaba su marcha al United. Y Tchouameni, que venía para aprender del maestro, se vio titular y acreedor de una confianza por parte de Ancelotti que ayer pareció quebrarse del todo.
Porque con la grada nunca ha vivido un idilio. Llegó rodeado de cierto hype, como todos los que aterrizan desde una liga no demasiado seguida y que son escrutados a base de highlights. Por lo pronto, con el sobrenombre de mejor recuperador de un campeonato exigente como el francés. Pero su camino en el Madrid ha tenido poco que ver con eso. Donde el Bernabéu esperaba intensidad y omnipresencia, se ha encontrado indolencia y fallos que cuestan goles.
Ayer fueron dos: en el 0-1 de Thiaw, saltó encogido y apenas hizo oposición al centro de Pulisic; y en el 1-2 primero perdió el balón con un pase terrible, luego hizo una presión muy leve sobre Pulisic y Leão, al que dejó disparar sin demasiado problema, y de propina se quedó mirando y perdió la marca de Morata, que remató a la red el balón tras el paradón de Lunin. El primer tanto milanista repartió algo más las culpas (Rüdiger fue al suelo con poco, Militao tampoco estuvo intenso y hasta Lunin pudo dominar mejor el espacio aéreo), pero lo del segundo admitió pocas dudas y los minutos que tuvo Tchouameni después vinieron acompañados de runrún. Al menos fueron pocos: Ancelotti le retiró tras el descanso. Cuando la megafonía dio su nombre, la silbatina fue evidente.
Apenas hizo tres recuperaciones en los 45 minutos que disputó, una cifra baja para un supuesto especialista del puesto. Pero el problema es más profundo: en los cuatro partidos disputados hasta el momento en Champions apenas lleva 10 y tras la derrota frente al Milan había 227 futbolistas con más posesiones ganadas para su equipo, nueve de ellos compañeros en su vestuario. Y eso, con la mitad de los equipo aún por disputar sus duelos de la cuarta jornada. Con esta finalizada, es de prever que Tchouameni se vaya del puesto 300 para abajo.
No es un fenómeno exclusivo de la Champions, en Liga tampoco brilla en aquello en lo que debería destacar. Lleva 44 recuperaciones en el campeonato doméstico, superado por 19 centrocampistas en esa estadística, como Koke, Pepelu, Pedri, Torró, Milla… Y tampoco es el mejor recuperador del Madrid en Liga: Valverde le mejora, con mucho (63). De hecho el uruguayo es el verdadero recuperador del Madrid, pues lidera ese apartado de los datos junto a Pedri, también con 63.
Lo novedoso en todo esto es que Ancelotti también baje el pulgar para el francés sin problema físico de por medio. Sorprendentemente no salió el nombre del medio en la comparecencia del técnico tras el encuentro, aunque este ya anticipó que tocará reglajes en el equipo: “Sin volverme loco, pero tenemos que buscar soluciones para ser más equilibrados y sólidos”. Este sábado, ante Osasuna en el Bernabéu, toca ver si esas soluciones pasan por darle a Tchouameni una dosis de banquillo que se viene mereciendo.
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