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La Galerna

·17 de diciembre de 2025

The winner takes it all

Imagen del artículo:The winner takes it all

CARTAS DE UN MADRIDISTA MILLENNIAL: THE WINNER TAKES IT ALL

Hola de nuevo:

La Navidad tiene esa costumbre traicionera de ponernos sentimentales sin pedir permiso. Las luces de adorno en las calles, los villancicos que suenan demasiado pronto, los reencuentros semiforzados y una melancolía suave —pero persistente— que se cuela entre los mantecados y los balances vitales de fin de año. Diciembre es un mes para recordar lo que fuimos, lo que creímos que íbamos a ser y lo que, al final, se nos quedó a medio camino. También en el fútbol, ya te oigo anticiparte.  En efecto. Especialmente en el fútbol.


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Tampoco hace falta ninguna coartada para que la rutina del Real Madrid se envuelva en el dramatismo. Sobre todo en una temporada como la actual, en la que la expresión “comerse el turrón” ha adquirido el cariz siniestro que suele conllevar cuando se utiliza en el mundo del fútbol. En este instante, la banda sonora de nuestro equipo se halla bastante lejos de la alegre dulzura que caracteriza a los coros infantiles de estas fechas. Ni siquiera podemos recurrir a la hondura del folclore de unos Campanilleros. Si queremos embellecer la insoportable carga de tensión que el bueno de Xabi Alonso tiene sobre sus hombros, quizá haya un verso de tu época que defina con precisión la circunstancia actual. The winner takes it all, cantaban tus suecos predilectos (https://www.youtube.com/watch?v=81WhM9dOcYI ). Acaso no exista una frase que resuma mejor el voraz ánimo de este club; desde luego, mucho más que ciertas bienintencionadas indulgencias acerca del espíritu navideño.  

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Nadie está a salvo. Ni Xabi Alonso, quien llegó al Madrid con las mejores credenciales. El tolosarra poseía un discurso, una maleta llena de ideas, una supuesta metodología moderna, un elegante porte que, efecto halo mediante, parecía constituir el mejor escudo. Y, por encima de todo, la promesa implícita de que el fútbol del conjunto blanco iba a volver a ser algo reconocible. Venía a convertir el talento en sistema y, no podemos negarlo, su inicio fue ilusionante. En el Mundial de Estados Unidos se atisbaron ejemplos de que, después de mucho tiempo, la idea podía estar por encima del contexto. Sin embargo, su propuesta no terminó de caer en terreno fértil. Sin ánimo de establecer una cronología absolutamente precisa, estarás conmigo en que hubo jugadores que no la entendieron, y otros que directamente nunca la compraron. De modo que la falta de convicción agravó las debilidades que ya existían y no se había logrado corregir. De manera inconcebible, el Madrid pasó de liderar con solvencia el campeonato a luchar por no descolgarse de la cabeza, como inmerso en uno de esos accidentes que se observan a cámara lenta.

lo bueno del futuro es que no está escrito. Mucho menos en el Real Madrid

En las últimas semanas, la situación parece haber dado un giro. Da la sensación de que Xabi ha tratado de aparcar su idea, echándose más en brazos de los jugadores, quienes al menos parecen haber entendido que, sin actitud, no hay redención posible. Se corre más, se protesta menos y se intuye una suerte de pacto tácito: primero salvarnos, luego ya veremos. Pero que los muchachos respalden a Alonso no elimina las dificultades puramente futbolísticas: una defensa en cuadro que adolece de falta de contundencia en los balones aéreos, un medio del campo sin brújula y una delantera que, con excepción de Mbappé, necesita demasiados intentos para convertir. Por desgracia, el fútbol no se conforma con acuerdos puramente emocionales.

Ignoro cómo acabará esta historia. Se ha llegado a especular con que basta una derrota más para que en el vestuario se apague la música y Xabi quede solo, standing small, recogiendo sus ideas del césped mientras el calendario continúa avanzando. Por mi parte, quisiera creer que un puñado de victorias lo puede cambiar todo. The gods may throw a dice, continuaba la letra de ABBA, y lo bueno del futuro es que no está escrito. Mucho menos en el Real Madrid. En cualquier caso, ninguno de todos los consejos con los que pretenden sepultar a nuestro entrenador atesora más verdad que la frase del estribillo: el ganador se lo lleva todo, y el perdedor tiene que caer. It’s simple and it’s plain. Why should I complain?

Deseo más que nada en el mundo que Xabi alcance a escuchar villancicos tranquilo esta Navidad.

Cuídate. Volveré a escribirte pronto.

Pablo

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