
La Galerna
·13 de junio de 2025
Todo por ganar

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·13 de junio de 2025
Hoy toca dejar la lírica de lado y realizar algunos apuntes terrenales porque el Mundial de Clubes está a punto de comenzar en los Estados Unidos y es menester alguna cautelosa reflexión sobre el futuro. El equipo se encuentra en disposición de mirar con esperanza los días que vienen, y no hablo de los resultados de esta competencia en concreto, sino de la temporada 2025-2026, que iniciará una vez concluido este novísimo torneo y de la cual, como no puede ser de otra manera, espero lo mejor. Es lo que tiene seguir a un club como el Real Madrid: la alegría suele ser un asunto garantizado.
En el Real Madrid, los gigantes se elevan sobre los hombros de los gigantes
Frente a los profetas de infelicidades se impone en mí la certeza serenísima de que lo mejor está siempre por llegar, aunque sea necesario pagar el peaje de la angustia que suponen los deportes de alto rendimiento. Queremos ganar, pero conocemos como nadie las rigurosas probaturas que supone el ascenso hacia la gloria, incluyendo dolorosos fiascos que tienen el poder de convertirse en muy valiosas lecciones para las mentes más atentas. En mi casi medio siglo de vida no he conocido pedagogía más efectiva que la derrota.
Estamos, pues, de nuevo en la línea de salida y las pulsaciones comienzan a subir otra vez. Estas cosas que voy diciendo suceden cada año —como lo sabemos todos— pero en esta ocasión las expectativas son máximas debido a lo que se ha dado en llamar “fin de ciclo” y que honestamente yo no creo sea tal. Jamás lo ha sido. En el Real Madrid nunca se vuelve a comenzar porque es mucho lo que se ha conseguido ya; el movimiento circular es ascendente, de tal manera que la figura que describe su movimiento institucional y deportivo no es la circunferencia sino la espiral, una blanquísima espiral que busca llegar a lo más alto, a donde nadie jamás haya llegado.
El nuevo entrenador no viene a descubrir los arcanos del agua tibia; se engaña quien quiera ver en el tolosarra a un líder revolucionario con la intención de darle vuelta al equipo como si de un calcetín se tratara: sería tonto ignorar los activos potenciales y actualizados de la presente plantilla. En el Madrid, como lo he dicho antes ya, los gigantes se elevan sobre los hombros de los gigantes y Alonso, que conoce las entretelas de la institución como cualquiera, lo sabe mejor que nadie. Por todo esto tengo que reconocer que su decisión de venir demuestra un enorme coraje: tiene mucho que perder porque su antecesor en el cargo es quien ha ganado más que nadie. Pero como suele decirse, hay modos y modos, así que lo más prudente por ahora me parece es esperar a que los hechos se vayan desenvolviendo jornada tras jornada.
En el Real Madrid el movimiento circular es ascendente, de tal manera que la figura que describe su movimiento institucional y deportivo no es la circunferencia sino la espiral, una blanquísima espiral que busca llegar a lo más alto, a donde nadie jamás haya llegado
Personalmente tengo una enorme curiosidad por saber cómo va a gestionar Xabi al equipo en el mediano y largo plazo. Una de las críticas más recurrentes a Ancelotti tenía que ver con su empecinamiento con ciertos jugadores, así como su incapacidad para realizar rotaciones; se le acusaba también de ser un gestor o alineador sin un mínimo conocimiento futbolístico (lo que hay que oír, Dios mío). ¿Será este año distinto? ¿Será el nuevo entrenador ese deseado tecnócrata del banquillo? ¿Sabrá por fin el Madrid a lo que juega o irá por ahí dando tumbos, ganando título tras título sin enterarse de nada, según el decir de muchos “críticos”? No lo sé, nadie lo sabe. Sobre la marcha lo veremos cuando el año vaya envejeciendo y los imponderables de toda la vida vayan sucediendo y con ellos la reacción y los ajustes por parte del staff deportivo.
Volvamos a lo inminente. Este Mundial de Clubes organizado por la FIFA es una excelente oportunidad para que el nuevo cuerpo técnico se “ruede” en un torneo oficial. Los partidos de la fase de grupos son asequibles y la recompensa monetaria que supone ir avanzando en la competición es un estímulo más que suficiente. Quiero tener en mente esto en todo momento, sobre todo porque cabe la posibilidad de un revés, un imprevisto, un mal paso; no podemos olvidar que la enfermería sigue llena de soldados caídos tras nuestro “año del desastre”. Sin embargo, ha habido incorporaciones que seguramente tendrán minutos y podrán aclimatarse a la cultura del equipo, lo cual es capital en un año en el que no hay pretemporada.
Si suelo ser paciente con el Real Madrid todo el tiempo, esta temporada estoy preparado para serlo aún más a pesar de la neurosis permanente que tensa las cuerdas emocionales de la afición vikinga. No hay soluciones mágicas y los grupos humanos que son gestionados de manera exitosa pasan por un muy normal período de adaptación. Solo un miserable o un zonzo podría “exigir resultados” desde el primer día. Las cosas no son así, no lo son para el Real Madrid ni para nadie. La paciencia es la llave que abre las puertas del infierno desde dentro.
Solo un miserable o un zonzo podría “exigir resultados” desde el primer día. Las cosas no son así, no lo son para el Real Madrid ni para nadie. La paciencia es la llave que abre las puertas del infierno desde dentro
Sería un comienzo soñado ganar el Mundial de Clubes, principalmente por motivos económicos, insisto. Sin embargo, esto no sería garantía de nada porque, tal como hemos visto en temporadas pasadas, comienzos prometedores terminaron como el parto de los montes o en abierto naufragio. La posibilidad de que se consiga este título es según las casas de apuestas de un 20 %, es decir, una en cinco. El super ordenador de Opta es mucho menos optimista, apenas un 9,8 %, o sea, la mitad. Parafraseando a Pascal diré: “el corazón tiene razones que la IA desconoce”.
Sea como fuere, no puedo ocultar mi felicidad porque el balón rodará nuevamente y detrás de él esos hombres de camiseta blanca y un redondo y coronado escudo sobre el pecho. El Real Madrid es pionero en todo, es un equipo de frontera que se hace más grande por esfuerzo, coraje y resistencia. Esta certeza me entusiasma y me confirma en la prudencia de creer incluso cuando hacia el frente todo es bruma. A diferencia de la vida, que se desbarranca en las cerrazones de la muerte, el Madrid sigue su viaje eterno y allá adelante otros, cuando tú y yo ya no estemos aquí, seguirán creyendo que aún queda todo por ganar y, ¿sabes qué?, tendrán toda la razón del mundo.
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