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·20 de enero de 2025

Transilvania: un conflicto de noventa minutos

Imagen del artículo:Transilvania: un conflicto de noventa minutos

Nos tomamos unas cervezas y nos preparamos para ir al estadio. Hoy es día de derbi, una fecha señalada aquí en Cluj. Hace tiempo que esperábamos este momento, y es que nos han dicho que durante noventa minutos la ciudad se paraliza. Más tiempo incluso, porque las previas son calientes, y especialmente en un año donde ambos equipos se encuentran en la zona noble de la tabla peleando por el título. De hecho, quien gane podría ponerse líder en seguramente una de las ligas rumanas más igualadas en los últimos tiempos. Será la segunda vez que vamos al estadio, y eso que lo tenemos muy cerca y las entradas están tiradas. Sin embargo, los fines de semana no suelen estar muy disponibles. Pero este, sin duda, había que reservarlo. Dicho y hecho, aunque, finalmente, el derbi se disputará un lunes por la noche, así que tocará saltarse clase.

La última vez que fui al campo del Universitatea Cluj, conocido aquí como el “U” Cluj, el equipo lideraba la liga. Era un partido interesante ante el vigente campeón, el FCSB, el “nuevo” Steaua Bucarest. Los visitantes se llevaron los tres puntos, y el equipo universitario iniciaba una racha de tres derrotas consecutivas. Aquel día iba acompañado, pero a mi lado se sentó un hombre mayor. Bueno, sentarse… En la zona de los ultras es mejor ver el partido de pie. Aquel hombre me contó la historia del equipo, de la rivalidad con el CFR y el odio hacia el Steaua, entidad propiedad de Gigi Becali, un político corrupto. Todo en un inglés poco ortodoxo, pero cuando se habla de fútbol, uno siempre se entiende. El marcador mantenía el empate a cero, y lo que pasaba en el campo no era, que digamos, más interesante que lo que me contaba ese anónimo espectador. Que si Rumania un día llegó a ser muy grande, que el territorio llegó a alcanzar Budapest, y que si la verdadera historia del país nunca ha sido contada. Yo quería saber más, pero delante, un aficionado nos hizo callar. Había que estar por el partido y dejarse de historias, decía. Una pena, porque mi nuevo compañero decidió marcharse a otra localidad antes del descanso, y me quedé con ganas de más. Por lo menos, en la segunda parte marcaron los locales, aunque no fue suficiente para remontar los dos goles del equipo capitalino.


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Tres semanas después, me vuelvo a encontrar en el fondo de los ultras del Universitatea Cluj. Un equipo que no ha ganado nunca la liga, y que desea romper su mala racha de resultados. Todavía más si por delante está su eterno rival, el CFR Cluj. No faltan bengalas, tampoco un impresionante tifo. La pista de atletismo que separa el sector ultra del césped sirve para frenar el fuego de la pirotecnia. Los bomberos tienen faena. Pero hagamos un alto. El partido no ha comenzado, y apenas conocemos de esta rivalidad y de su componente étnico en un territorio más conocido por el conde Drácula y su castillo atrapa turistas. Sí, hablamos de Transilvania, la perla de los Cárpatos y un reclamo tanto para rumanos como para húngaros. Por eso, habrá que dar varios saltos temporales.

No faltan bengalas, tampoco un impresionante tifo. La pista de atletismo que separa el sector ultra del césped sirve para frenar el fuego de la pirotecnia. Los bomberos tienen faena

Viajamos a la extinta Dacia, nombre que hoy día nos suena a una marca automovilística nacida en Rumania. A aquel territorio llegó en el siglo II el extenso Imperio Romano luego de vencer a los nativos dacios, que poco a poco fueron desapareciendo, dando lugar a un proceso de romanización. Proceso del cual podemos entender por qué la actual Rumania y la lengua rumana tienen tantos vínculos con los países surgidos del latín. Pues bien, de esa síntesis cultural aparecerán los primeros ancestros de los actuales rumanos, en aquel entonces conocidos como los valacos. Serán múltiples pueblos los que invadan el territorio después de la caída de Roma, hasta que en el 895 después de Cristo, y procedentes del noroeste europeo, los primeros húngaros invadirán la región de Transilvania y fundarán el gran principado de Hungría. A partir de entonces, empiezan constantes derramamientos de sangre entre magiares y valacos para ver quién se hace con el dominio de Transilvania.

Son muchos años donde Valaquia (como se le llamaba a Rumania) y Transilvania recibirán la influencia tanto de húngaros, búlgaros y otomanos. Precisamente en el siglo XV la figura de Vlad III de Valaquia, hoy conocido como Vlad el Empalador o el hombre que inspiró al Conde Drácula, adquirirá enorme relevancia por su papel como gobernante, manteniendo a salvo Valaquia ante el asfixio de todos esos imperios que aspiraban a controlar el territorio. Pero esa ya es otra historia. Mientras tanto, Transilvania adquiere distintos estatus y autonomías a lo largo de los siglos, aunque siempre bajo el yugo húngaro, donde la etnia rumana será mayoría. Sin embargo, en 1866 ocurre un hecho en el que detenerse. Austria queda excluida de la unificación alemana, por lo que firma con Hungría el Compromiso dual, dando paso a la creación del Imperio Austrohúngaro, una monarquía compuesta por dos reinos. En este momento se acabará el estatus de autonomía de Transilvania, y el territorio quedará completamente integrado a la parte húngara del nuevo imperio naciente.

Sin embargo, en aquella Europa de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, las cosas avanzan a una velocidad incontenible. La carrera colonial, las tensiones imperialistas y el auge del nacionalismo harán del continente un polvorín y precisamente en territorio austrohúngaro se prenderá la mecha de la Primera Guerra Mundial con el asesinato en 1914 del heredero al trono, Francisco Fernando de Austria, a manos de un joven ultranacionalista llamado Gavrilo Princip. Pero sin alejarnos de la cuestión, la Gran Guerra supuso un punto decisivo en la historia de Transilvania.

En 1881, Rumania había ascendido a la categoría de reino tras independizarse del Imperio Otomano, y recelaba del trato que se daba a los rumanos fuera de sus fronteras. Por tal motivo, y con ansias de expansión, firmó un tratado de apoyo militar con las potencias de la Triple Entente (Francia, Reino Unido y Rusia). Y aunque durante la guerra Rumania se vio obligada a retirarse luego de constantes derrotas, justamente a manos de sus vecinos húngaros, regresó justo un día antes del final del conflicto, considerándose del bando ganador y aprovechándose de las sanciones impuestas en la Conferencia de Paz de París en 1919.

Entre tanta guerra y conflicto, el fútbol lleva años llegando a la región. El sector de los trabajadores ferroviarios, que forman parte de la minoría húngara, contra unos estudiantes caracterizados por llevar gorras rojas

Una de estas sanciones recayó directamente sobre la recién independizada Hungría tras la desfragmentación del Imperio Austrohúngaro. Hablamos del Tratado de Trianon, que estipulaba la pérdida de parte de su territorio, incluida Transilvania, y la adjudicaba a Rumania. Será la primera vez en que los rumanos de la región vivirán bajo un estado que los represente, y también la primera vez en que los húngaros de Transilvania serán considerados una minoría en su “nuevo” país.

Pero entre tanta guerra y conflicto, el fútbol lleva años llegando a la región. De hecho, en 1907 se funda el CFR Cluj bajo la denominación húngara Kolozsvári Vasutas Sport Club, que significa “Club Deportivo Ferroviario de Cluj”. Desde el primer momento, el CFR será el equipo vinculado al ferrocarril de la ciudad, y como vemos en su nombre húngaro, representará a la minoría magiar que habita en la capital de Transilvania. En el otro lado de la ciudad, en 1919, unos estudiantes nacionalistas fundaron el Universitatea Cluj en un momento en que Rumania había recuperado no solo el territorio de Transilvania, sino también Besarabia y Bucovina, conformando la Gran Rumania, que, tal y como me contó aquel anónimo seguidor en las gradas del Cluj Arena, llegaría hasta Budapest. Será en un breve conflicto con una Hungría que, tras la Primera Guerra Mundial, sucumbirá al control soviético. Y es que la llegada de los soviéticos prometía recuperar Transilvania, iniciando así un conflicto que llevará a Rumania a ocupar gran parte del territorio húngaro hasta retirarse en 1920.

Será desde ese momento en el que se iniciará una rivalidad que aún persiste. El sector de los trabajadores ferroviarios, que forman parte de la minoría húngara, contra unos estudiantes caracterizados por llevar gorras rojas, los “Sepcile Rossi”, y que, además, atraen en masa a la población de Cluj, siendo el principal equipo de la región en cuanto a afición. Sin embargo, lo que podría parecer el final de la historia aún nos depara otro capítulo. Y es que, avanzando en nuestro viaje por el tiempo, llegamos hasta la Segunda Guerra Mundial.

El fútbol en Cluj no fue muy exitoso durante los años de entreguerras, pero la rivalidad nunca se desvanece. Durante el conflicto, ocurre un hecho que refuerza los lazos de ambos equipos con sus respectivas comunidades. Transilvania volverá a ser cedida a una Hungría aliada de la Alemania nazi, y mientras el CFR se mantiene en la ciudad, el U Cluj se trasladará a Sibiu, una localidad en el centro de Rumania alejada de la región de Transilvania, para, primero, poder seguir formando parte de territorio rumano, y, segundo, jugar en la liga rumana. No obstante, tras la derrota del Eje, las fronteras volverán a ser restablecidas, así que, de nuevo, el U Cluj regresará a su ciudad y el CFR volverá a ser etiquetado como “el equipo de los húngaros”.

Superada otra guerra, pero que convertirá a Rumania en un estado satélite de la Unión Soviética. Casi 35 años de dictadura comunista con un Nicolae Ceaușescu que aún despierta ánimos entre los nostálgicos de aquellos tiempos en los que tan solo se podía conducir un Dacia. Por algo dicen que, tras tantos años de penurias y opresión, muchos rumanos prefieren tener un buen coche a una buena casa. Y no es raro ver coches de alta gama tanto en Cluj como en el resto del país. Durante la etapa comunista, el fútbol se concentraba en la capital. Todavía se recuerda aquella Copa de Europa que ganó el Steaua ante el Barcelona en 1986. Fueron años en los que Transilvania era rumana, y nadie se planteaba ninguna discusión. Algo que, tras la muerte del dictador Ceaușescu y la llegada de Viktor Orbán al gobierno húngaro, ha generado discrepancias entre ambos países.

Aunque rumanos y húngaros comparten espacio con armonía, el derbi de la ciudad de Cluj reabre esas heridas y conflictos del pasado en forma de fútbol

Pero volviendo al fútbol de Cluj, durante el siglo XXI el CFR Cluj se ha convertido en uno de los mejores equipos del país. Todo gracias a la llegada de un empresario rumano, Arpad Paskany, que, tras intentar sin éxito adquirir al U Cluj, se hizo con el control del CFR, llevándolo de tercera división a la máxima categoría en muy pocos años y ganando su primera liga en 2006. Llegarían siete más, junto a múltiples participaciones en competiciones europeas, jugando una final de la Intertoto e incluso participando en la fase de grupos de la Champions League. Pero mientras el CFR cosechaba éxitos, el equipo de las gorras rojas pasaba por momentos de penurias, llegando a ser relegado a la cuarta división por problemas económicos y viendo cómo sus vecinos conseguían tocar metal y llevar el maravilloso himno de la Champions a su querida ciudad. Fueron años perdidos en las categorías inferiores del fútbol rumano, y no fue hasta 2022 que ambos se reencontraron en la Superliga rumana.

Siguen las bengalas. El himno del U Cluj versiona el Himno de la Alegría. Se respira emoción por repetir la victoria del partido de ida y redimirse de las tres derrotas consecutivas que han frenado el buen estado de forma del equipo. Cómo no, hace frío, y eso que nos encontramos en la zona caliente del estadio. Al otro lado del campo, los ultras del CFR también aprietan. Y es que la tensión entre ambas aficiones lo convierte en un partido de alto riesgo. Así mismo se vive en el campo: los dos equipos se atreven a poco, saben de la importancia de ganar, y cualquier error se paga caro, muy caro. Precisamente de un error defensivo se aprovecharán los visitantes para adelantarse al filo del descanso. Así que la segunda parte se pondrá más que interesante. De hecho, supera expectativas, porque el partido replica lo que ya sucedió a principios de temporada: un 3-2 que deja a la U Cluj como líder en solitario en, seguramente, uno de los mejores momentos, si no el mejor, de su historia.

Corren buenos tiempos para Cluj. Una ciudad cosmopolita, alejada del estereotipo de Rumania, y según los propios rumanos, la ciudad más cara del país. Sus equipos, siempre peleándose, pero hoy lo hacen en el más alto nivel desafiando a sus rivales del sur. Donde aún quedan resquicios de lo que un día fue Hungría, y aunque ambas etnias comparten espacio con armonía, el derbi de la ciudad reabre esas heridas y conflictos en forma de fútbol. Curiosamente, Rumania y Hungría se han dado las manos con la entrada del país al espacio Schengen, suprimiendo las fronteras y los controles que todavía separaban a quienes un día eran vecinos.

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