Nacional Es Pasión
·18 de diciembre de 2025
TRICAMPEONES AUNQUE LES DUELA

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·18 de diciembre de 2025

Por: Juan Felipe Velásquez Echavarría.
Atlético Nacional vuelve a hacerlo. Tricampeón de la Copa BetPlay. 2023, 2024 y 2025. Tres años consecutivos levantando un trofeo que muchos solo valoran cuando no lo gana el mismo de siempre. Millonarios, América y Medellín quedaron en el camino. Rivales históricos. Contextos distintos. Mismo desenlace. No es casualidad. Es costumbre.
Este título llega en una temporada irregular, sí. Nadie está maquillando la realidad. Hubo partidos grises, decisiones discutibles y un funcionamiento que nunca terminó de enamorar. Pero el fútbol no se juega en columnas de opinión ni en estudios de televisión. Se juega para ganar. Y ganar tres Copas Colombia seguidas no es un accidente ni una anécdota. Es un logro estructural.

Lo verdaderamente llamativo no es el trofeo, sino la reacción que provoca. Porque apenas Nacional levanta la Copa, aparecen las voces de siempre a relativizarla. Que es un torneo menor. Que no alcanza. Que no basta para un club “tan grande”. Curioso, porque cuando ese mismo club queda eliminado, el discurso cambia: entonces sí es un fracaso histórico, una vergüenza nacional, una catástrofe deportiva.
Ese doble rasero no es nuevo. Nacional vive en una paradoja permanente: gana y molesta, pierde y escandaliza. No hay punto medio. Y no lo hay porque este club dejó de competir solo contra once rivales. Compite contra expectativas infladas, narrativas interesadas y una industria mediática que necesita a Nacional en el centro del debate para sobrevivir.

Pero si algo dejó una mancha imposible de ignorar fue lo ocurrido tras el pitazo final. Lo que se vivió en Medellín no fue pasión ni rivalidad. Fue vergüenza. La invasión de tribunas ajenas y del campo de juego por parte de la hinchada local, con el objetivo explícito de impedir la celebración y premiación del campeón, es un acto condenable desde cualquier ángulo. No hay excusa, no hay contexto emocional que lo justifique.
Y lo más grave es que ya no es un hecho aislado. El año pasado, en el Pascual Guerrero, ocurrió exactamente lo mismo. La hinchada del América de Cali decidió forzar la suspensión del partido en los minutos finales para evitar que Nacional levantara el título en su estadio. Ayer se repitió la escena. Mismo guion, distinta ciudad. La violencia simbólica convertida en estrategia: “si no puedo ganar, al menos que no celebren”.
Esto se está normalizando en el fútbol profesional colombiano, y eso debería preocupar a todos. Porque no se trata solo de Nacional. Se trata de aceptar que impedir un acto deportivo legítimo es válido si el campeón incomoda. Y sí, incomoda. Porque Nacional no solo gana. Gana en patios ajenos. Gana frente a rivales históricos. Gana donde duele. Y esa incomodidad se transforma en rabia mal canalizada, en envidia sin disimulo y en decisiones colectivas que rozan lo antideportivo.

Ahora bien, si este título va a significar algo más que una foto, la dirigencia tiene una responsabilidad inmediata y concreta: Alfredo Morelos. No hay eufemismos ni excusas financieras que valgan. El jugador está a préstamo. Santos espera. Y Atlético Nacional tiene que actuar como lo que es: un club grande.
Morelos no es un refuerzo más. Fue el jugador más importante e influyente del equipo durante todo el 2025. Goles, asistencias, generación constante de peligro y, sobre todo, liderazgo. Liderazgo futbolístico y liderazgo emocional. Cuando el equipo dudó, apareció. Cuando el partido se cerró, empujó. Cuando hubo que poner el pecho, lo hizo sin esconderse.
Si Nacional quiere construir un ciclo ganador de verdad, no puede darse el lujo de improvisar con su figura. Hay que meterse la mano al bolsillo, desembolsar lo que corresponde y convertir a Alfredo Morelos en propiedad total y exclusiva del club. No es un gasto. Es una inversión en jerarquía, identidad y continuidad. Los proyectos serios se sostienen con decisiones valientes, no con préstamos eternos.

Ahora bien, aunque la contratación definitiva de Alfredo Morelos y el fortalecimiento de la plantilla para el 2026 son tareas urgentes y no negociables para la dirigencia, también hay que decir algo con claridad: lo de hoy es celebración. Hoy corresponde felicitar. Felicitar a todos los actores que rodean a Atlético Nacional. A la hinchada que acompaña en las buenas y en las malas, a los jugadores que sostuvieron la competencia, al cuerpo técnico y a los dirigentes que, con aciertos y errores, cumplieron con una obligación histórica.
Porque en el club más grande de Colombia ganar al menos un título por año no es un lujo, es una exigencia. Y aunque queríamos la liga, la Copa también cuenta, también vale y también se celebra. Se agradece con el alma porque reafirma algo que Nacional hace desde hace décadas: competir siempre, ganar lo que se juega y acumular historia. Hoy Nacional no solo es el club más ganador de ligas en Colombia. También suma ya ocho títulos de Copa Colombia, sacándole una ventaja amplia y contundente a cualquiera que intente seguirle el paso en el conteo general de títulos del fútbol profesional colombiano.

Eso es Nacional. Eso es grandeza. No elegir torneos, no despreciar trofeos, no esconder victorias. Ganar todo lo que se juega y representarlo con dignidad. Mi felicitación sincera para todos los futbolistas, entrenadores, administrativos y dirigentes que día a día sostienen este escudo con trabajo, con carácter y con identidad verdolaga.
Y sí, esta también es una despedida. Gracias a todos los que me leyeron durante estos cuatro años. A quienes compartieron mis columnas, a quienes polemizaron mis opiniones y a quienes discreparon con respeto, que son los que realmente engrandecen cualquier conversación alrededor del fútbol. Nada de esto tendría sentido sin lectores críticos, atentos y apasionados, incluso cuando no estaban de acuerdo conmigo.

Un agradecimiento especial a Nacional es Pasión, el medio que me abrió las puertas y me dio la libertad de comunicar mi punto de vista, acertado o no, pero siempre genuino. Aquí pude escribir sin disfraces, sin consignas impuestas y con la tranquilidad de saber que mi criterio era respetado. Eso, en tiempos de opiniones condicionadas, no es poco.
Hoy es momento de partir. Empieza una etapa distinta de mi vida y del camino profesional que he decidido recorrer. Ojalá volvamos a encontrarnos más adelante, en otro espacio, con otras responsabilidades, pero con la misma pasión por el fútbol y por Atlético Nacional. Gracias por leerme, por opinar, por cuestionar y, sobre todo, por confiar en mi criterio para informarse y reflexionar sobre Nacional y todo lo que lo rodea.
Que siga la fiesta. Porque Nacional gana, incomoda y trasciende. Y eso no va a cambiar.









































