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·27 de noviembre de 2024
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El Atleti quiso hacer honor a la histórica ciudad que visitaba, y que no suele ser parada frecuente en estas rutas europeas, y endosó al Spartak de Praga una goleada nunca antes vista a domicilio por la parroquia colchonera en Champions. Fueron seis goles sanadores que sirvieron para equilibrar los desastres de Lisboa y Lille y que vuelven a poner en positivo el gol-average y a allanar el camino europeo, que se había llenado de maleza después de la derrota con los franceses en el Metropolitano.
El partido fue un monólogo rojiblanco (ayer de gris) de principio a fin. Desde el primer minuto los de Simeone tomaron el mando, encerraron a los checos atrás y comenzaron a madurar lo que terminaría deviniendo en una goleada sin precedentes. Lo hizo con Koke y Griezmann en el banquillo, volviendo a un cuatro cuatro dos con Barrios, De Paul, Gallagher y Giuliano en el medio y los dos delanteros, Julián y Sorloth, en punta. Los laterales fueron para Llorente y Javi Galán y Giménez y Lenglet formaron como pareja de centrales.
Abrió el marcador Julián con un tiro libre ejecutado magistralmente desde la derecha y todos se preguntaron cuánto tiempo llevaban si ver un gol de falta directa del Atleti. El Atleti no se conformó, sabedor de que son muchos los partidos en los que ha transitado en el alambre y siguió atacando, empequeñeciendo cada vez más a su rival. Así hasta que Llorente marcase sin querer: metió un centro que Sorloth no alcanzó a rematar y el portero rival, Vindahl, que ciertamente no tuvo su mejor noche, se vio sorprendido y con la pelota en la red. Así llegó el descanso y en la segunda mitad, muy prontito, Sorloth dejó su sitio a Griezmann. Poco después Julián, en una jugada que arrancó él mismo en el centro del campo y que contó con la asistencia de Giuliano, hizo el tres a cero que ya resultaba totalmente definitivo para el partido.
Ahí se abrió otro escenario en el que, por una vez, todo también salió fenomenal. Simeone empezó a gestionar minutos, refrescó al equipo con un cambio en el que metió a cuatro jugadores de una tacada: Riquelme, Koke, Correa y Lino. Los que entraron lo hicieron con ganas y con hambre y ya en todos estaba el problema de la diferencia de goles. Marcó Griezmann el cero a cuatro y después Correa hizo otros dos tantos, a su estilo, engrosando unos números que sólo serán valorados cuando ya no esté, para cerrar un resultado abultado pero justo.
El Atleti tuvo una noche romántica en Praga, tres puntos que eran vitales, seis goles que enderezan el agujero iniciado ante el Benfica, reparto de minutos, sin lesionados, y con buenas sensaciones de todos, en el plano individual, en el que destacaron sobre todos un imponente Barrios, dueño y señor del centro del campo y Julián, un delantero que apunta a que vale tanto como se ha pagado por él, o puede que más. Pero también en lo colectivo hubo un paso adelante, salvando el nivel del rival, el Atleti supo entender la importancia del partido, de los goles, de la competición, y todo encajó como un guante en una noche a la que no se le puede poner ningún pero.
Foto: atleticodemadrid.com