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La Galerna

·15 de enero de 2025

Vendrán tiempos mejores

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Enero nos da lo que enero nos quita. Desde kilos de más hasta nobles propósitos de año nuevo. En mitad de la temida cuesta de enero con su inflación y el aumento consuetudinario en combustible y energía, los publicistas herederos de Don Draper nos recuerdan cada año que existe un oasis en el desierto en forma de rebajas.  Desde tiempo inmemorial, las distintas generaciones han acudido a las rebajas de enero empujadas por misteriosos intangibles. Una promesa o algo peor nos empuja a creer que encontraremos una ganga cuando la cruel realidad es que todo obedece a una estrategia empresarial.

En nuestro fútbol de cada día, muchos presidentes demagógicos pretenden arreglar en enero lo que fueron incapaces de prever en verano. En honor a la verdad, el tendido del siete de todos los estadios pide la cabeza del viejo conocido y clama al cielo por tener nuevos conocidos con los que ilusionarse. Equipos en crisis ven desfilar entrenadores nuevos que llegan con cara de pocos amigos y lo primero que hacen es poner a todo el equipo a dieta y doble turno de entrenamientos a jornada completa. Y cómo no, religiosamente el aficionado debe aprenderse los exóticos nombres de fichajes a saldo que normalmente proceden de la Europa del Este o Sudamérica. Naturalmente, entre tanta mercancía averiada, cada tanto, como diría Serrat, nace una rosa entre cardos. Entre tantos desaciertos, también llegan excelentes jugadores como Marcelo e Higuaín.


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Los equipos exitosos como el Real Madrid también se ven sojuzgados por buena parte de su afición cuando la trayectoria de los primeros meses no es la esperada. Como era de esperar, y más si sumamos todas las bajas de larga duración por lesión, el aficionado sabe que el Madrid es frágil en defensa porque no cuenta con suficientes efectivos. Lo fácil es pedir fichajes, lo difícil es mantener la cabeza despejada y evaluar la situación. ¿Qué efectivos transferibles o cedibles pueden ser verdaderamente útiles? ¿Hay alguna oportunidad de mercado que pueda suplir con garantías nuestras bajas? La respuesta más lógica sería responder a todo que no. Sin embargo, sé que es desmoralizador aceptar que hasta verano no podemos esperar fichajes importantes como los de Trent Alexander-Arnold o algún central de categoría.

La situación del Real Madrid no es sencilla. Cualquiera de nosotros ha vivido momentos buenos, menos buenos, regulares y realmente malos. ¿Acaso cabe tirar la toalla cuando pintan nubes negras? ¿Qué haces cuando el viento sopla a favor?   El éxito te cambia. Tú no te das cuenta. Piensas que sigues siendo el mismo pero ni eres el mismo ni los demás te perciben igual. Y tú, en tu fuero interno, sabes que ya no eres el mismo. Lo intentas porque sabes, como cualquier persona que haya superado la curva de los dieciocho y tenga cierta honestidad intelectual, que todo es efímero. Pues como dijo Rudyard Kipling en su célebre poema, el éxito y el fracaso son dos impostores. Jorge Luis Borges iba aún más allá y añadía que ambos son ilusiones temporales que no definen la verdadera esencia de una persona. Cabe recordar que tampoco una entidad como el Real Madrid merece ser reducida al absurdo del éxito inmediato y pasajero o calificar como fracaso por momentos determinados que se suelen dar casi todas las temporadas. Basta con tener memoria futbolística para no caer en diagnósticos banales.

Cabe recordar que tampoco una entidad como el Real Madrid merece ser reducida al absurdo del éxito inmediato y pasajero o calificar como fracaso por momentos determinados que se suelen dar casi todas las temporadas. Basta con tener memoria futbolística para no caer en diagnósticos banales

La bochornosa derrota ante el Fútbol Club Barcelona en la final de la Supercopa de España ha disparado el pesimismo entre nuestras filas. En estos días es natural sobrepensar lo sucedido e incluso hacerse daño queriendo saber la última hora de supuestos gabinetes de crisis o atender los cánticos de sirenas de futuribles al banquillo blanco tipo Xabi Alonso. Sinceramente, recomiendo alejarse del ruido mediático. Ponerse a dieta de tertulias, vídeos o periódicos puede ser sanísimo. Salvo de La Galerna, recomiendo abstenerse de consumir nada relacionado con el fútbol. Y por supuesto, incluyo a las redes sociales como cenagales tóxicos a evitar. Eliminar de nuestro consumo diario esas visitas constantes a ciertas ciénagas que excretan opiniones dañinas. Entiendo que todos nos hacemos cargo de lo nocivo que pueden llegar a ser algunos pseudomadridistas.

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Abogo pues por un total apagón informativo si es necesario. No pasa absolutamente nada por tomar distancia de la rabiosa actualidad. Es hasta recomendable en estos tiempos de pena y olvido. Cada cierto tiempo es sanísimo obviar todo esto y centrarse en las cosas buenas que tiene la vida. Paladear un buen vino mientras escuchas un buen disco, o frecuentar una tertulia con amigos que tengan inquietudes fuera de lo estrictamente futbolístico, pueden ser sustitutivos estimulantes. E incluso, como recomendarían los modernos a sus amigos que están superando una ruptura, contacto cero y mucho gimnasio. O en su defecto, como haría ese gran madridista llamado Pepe Herrero, penúltimo oficialista vivo, pasar de la sauna a la disidencia también puede ser una gran opción. Tampoco hace falta machacarnos a diario. Una sesión de largos en la piscina ayuda. No olvidemos que nadar es el ejercicio más completo y saludable que existe.

La inmediatez del fútbol es la mejor medicina para el Madrid. Mañana jueves tenemos Octavos de final de Copa del Rey frente al Celta de Vigo en el Santiago Bernabéu. Y a continuación, la U. D. Las Palmas nos visita el domingo en casa. Y por si fuera poco, el próximo miércoles vuelve la Champions y tenemos al Red Bull Salzburgo también en casa. Estos tres partidos como local son el bálsamo perfecto para que el equipo demuestre de lo que es capaz. Victoria a victoria el Madrid volverá por sus fueros y, a poco que la salud nos respete y el Dios del fútbol así quiera, la primavera blanca abrazará de nuevo los partidos grandes que nos conducen a las hazañas de siempre. Y volverán a sonreír los niños en las gradas y desfilarán alegres y risueñas las mocitas madrileñas para ver ganar a su Madrid.

Getty Images.

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