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·2 octobre 2025

A un suspiro de Estocolmo

Image de l'article :A un suspiro de Estocolmo

Un equipo dirigido por Berizzo y liderado por Aspas recorrió Europa con fe y fútbol hasta quedarse a un gol de la final

De Lieja a Old Trafford, un equipo soñador y una estrella—Iago Aspas— que encendió la ciudad viguesa, con Berizzo al mando y la fuerza de Hugo Mallo, Guidetti y Pione Sisto como aliados en un viaje de fe y carretera que terminó a un suspiro de la final; esta es la crónica de cómo Vigo hizo temblar Europa.

Había en Vigo una confianza silenciosa, esa que no se anuncia pero se contagia en la grada, y cuando empezó la 2016/17 pareció que el Celta se propuso devolvernos la épica con paciencia, fútbol de toque y una punta de astucia; el camino europeo arrancó en septiembre y, paso a paso, se convirtió en una historia de coraje, goles tardíos y noches que nadie en Balaídos olvidará.


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Plantilla del Celta en la UEFA Europa LEague, 2016/2017. Fuente: UEFA.com

En la fase de grupos el equipo dirigió la partitura con pulso: arrancó con un empate en Lieja frente al Standard (15 de septiembre, 1-1), ganó en casa a Panathinaikos (29 de septiembre, 2-0), empujó en Balaídos contra el Ajax (20 de octubre, 2-2), vendió cara la derrota en Amsterdam (3 de noviembre, 3-2), volvió a empatar con el Standard (24 de noviembre, 1-1) y selló la clasificación venciendo en Atenas a Panathinaikos (8 de diciembre, 0-2), un pase frío por los resultados pero cálido por la sensación de que el grupo servía más que para avanzar: era un ensayo general ante rivales europeos.

La eliminatoria de dieciseisavos obligó a creer hasta el final: el 16 de febrero de 2017 la ida en Balaídos fue un tropiezo (0-1 ante el Shakhtar Donetsk) pero la vuelta en Ucrania, jugada en Lviv el 23 de febrero, entró en los libros de los milagros modestos —Iago Aspas acertó desde los once metros en el 90+1′ y Gustavo Cabral certificó la noche en la prórroga, 0-2 y 2-1 en el global—, aquella clasificación olía a heroísmo y a trescientas horas de viaje por delante.

En octavos vino Rusia y otra respuesta firme: primero Balaídos (9 de marzo) vio un 2-1 que abría la puerta, después la vuelta en Krasnodar (16 de marzo) se cerró con goles de Hugo Mallo e Iago Aspas, un 0-2 que dejó un 4-1 global y la sensación de que el Celta ya no se conformaba con sobrevivir, quería mandar en la serie. Hugo Mallo, el capitán, y Aspas, el alma del equipo, marcaron la pauta y el equipo desembocó en cuartos con hambre.

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Berizzo y Aspas celebrando el 0-2 en Krasnodar. Fuente: El Confidencial

Los cuartos regalaron Balaídos otra de sus noches eternas: el 13 de abril Celta venció 3-2 al Genk en un partido vibrante en Vigo, el 20 de abril los belgas empataron 1-1 pero no pudieron con el global, 4-3 a favor del Celta, y así la ciudad empezó a soñar más alto, con rutas a Old Trafford en la cabeza.

La semifinal fue una lección de márgenes. El 4 de mayo Manchester United se llevó un 0-1 de Balaídos con un tanto de Marcus Rashford que dejó la eliminatoria abierta, y el 11 de mayo en Old Trafford el Celta mordió hasta el final —Marouane Fellaini adelantó a los locales, Roncaglia respondió para los gallegos y el 1-1 final fue insuficiente, 2-1 en el global y la puerta a la final que se cerró por centímetros—, aquel desenlace dejó el sabor agrio de lo perdido pero la convicción de que Vigo había convulsionado Europa en estilo y alma.

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Vuelta de semifinales en Old Trafford y su cruel desenlace. Fuente: Antena 3

Si hay un nombre que resume la campaña ese es Iago Aspas, hombre de los momentos, faro del ataque y del deseo colectivo, autor de goles decisivos y de un liderazgo que no siempre necesita brazalete, porque mandaba con la mirada y la puntería; en la Europa League firmó 12 partidos y 5 goles que pesaron en las eliminatorias y en la moral del equipo, y en la temporada global acabó como el máximo artillero del Celta (19 en liga, 26 en todas las competiciones), cifras que explican por qué tantas noches fueron suyas.

Pero la gesta no fue solo Aspas, fue un plantel que conectó talento y oficio: Hugo Mallo, el capitán de la orilla, con su recorrido incansable por la banda; John Guidetti, resolutivo en la fase de grupos y siempre en el costado del peligro; Pione Sisto, la chispa por la izquierda; Fabián Orellana y Daniel Wass, recursos y pegada; Pablo Hernández, la pausa y la asistencia; la solidez de la zaga con Roncaglia, Gustavo Cabral y Nemanja Radoja; y unos porteros que dieron seguridad cuando tocó —todos ellos construyeron el pasaporte que llevó a Vigo hasta semifinales.

Aquel Celta fue un equipo de brújula colectiva, que leyó las eliminatorias con inteligencia, supo sufrir y explotó el talento en los momentos justos, con Iago Aspas como metrónomo y ejecutor, y Eduardo Berizzo como director de orquesta emocional; la ciudad vivió semanas de rutas, cánticos en idiomas prestados y el vértigo de sentirse grande aunque el presupuesto fuese modesto. La eliminación ante Manchester United dolió, pero lo hizo con dignidad y dejó una cosecha de noches memorables que todavía hoy se cuentan en los bares, en la cola del pan y en los asientos vacíos de Balaídos.

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